lunes, 2 de abril de 2018

V


Debió tomarme al menos otra hora levantarme, perdiendo el equilibrio a cada paso que daba. Me aferraba a los árboles conforme avanzaba, inhalando y exhalando prolongadamente, con mi visión todavía nublada. Mi mano contra mi rostro, sintiendo una tremenda desesperación conforme hacía memoria, regresé la mirada a un costado nada más para ver que la espada se encontraba ahí tirada. 

Maldición, qué estaba sucediendo... 

Aunque torpe, recorrí tan rápido como me lo permitieron mis piernas el largo camino de destrucción que se había formado con aquella explosión. Al final de éste, caí de rodillas, golpeando el suelo múltiples veces, atormentada. Él ya no estaba ahí. ¡Él era inmortal! Un escalofrío se disimulaba con el coraje que sentía en aquel momento. 

¿Por qué estaba pasando esto? 

Todavía no me encontraba del todo lúcida cuando finalmente regresé a la base. Me quité ambos guantes, refunfuñando, en fin que habían sido destrozados. Noté la palma de mi mano derecha enteramente quemada. Maldiciendo, puse la otra en el escáner y se me concedió el acceso. El descenso se sintió como una eternidad, pero eso estuvo bien. Me invadía una ansiedad insufrible. No podía dejar de pensar en el infierno que se había desatado. 

Se abrió la puerta del elevador. El profesor se encontraba dentro del centro de operaciones, aquella habitación en la cuál había sorprendido al erizo en la madrugada. Me vio a través del gran muro de cristal. Sus pequeñas gafas oscuras y redondas, al igual que su bigote exageradamente poblado, largo y marrón, impedían siempre ver con claridad su rostro, pero no era difícil advertir cuán furioso se encontraba.

- ¡Qué demonios ha sucedido anoche! ¡Exijo una explicación! - Grave, se acercaba a paso apresurado. - ¡Por qué hay un desastre aquí! ¡Dónde está Shadow!

No pude decir nada. Ni bien me acerqué un par de pasos, soltando una gran exhalación, caí de rodillas. Era momento de aceptar que no se trataba de un mal sueño.

Su desproporcionado cuerpo de huevo pegado a aquellas piernas tan largas y delgadas lo hacía ver como una especie de bestia desde este ángulo. Podía llegar a ser muy intimidante. Agaché la cabeza. Tenía una fuerte sensación de nauseas, pero su voz severa me hizo incorporar al instante. Volví a alzar la mirada.

- ¿Dónde está Shadow? 

Me tomó unos buenos segundos pronunciar palabra alguna. Hablé atropelladamente, sin coherencia ni orden. Balbuceaba. 

- Hubo una gran explosión. ¡Fue la espada! - La saqué de su funda, pero la dejé caer torpemente. Era muy pesada, sí, pero tampoco me sentía ya cómoda portándola conmigo. - Lo vi con mis propios ojos... ¿Por qué? ¿Por qué es tan poderosa? ¿De dónde salió esta cosa?  ¡El bosque quedó hecho añicos y Shadow...! - Me levanté como pude, con una terrible jaqueca, llevándome la mano contra mi rostro una vez más. Tuve que apoyar mi espalda contra el muro. - ¡Él debió haber muerto! ¡Pero no está! Él escapó. Cuando desperté, él ya no estaba ahí. Él... - Me interrumpió seco.

- ¿Qué te hace pensar que Shadow moriría tan fácilmente?

- Cuando trató de atacarme, la espada desprendió esta gran ráfaga, ¡una incontenible onda de energía que arrasó con todo! ¡De la nada! - Agitada, sostuve mi mirada contra la del profesor, escéptica. - Tal y como ellos lo hacen.

- Después de todo, tú también sigues con vida. - Sentenció sin inmutarse.

Con mala cara, desvié la mirada y me crucé de brazos.

- Lo sorprendí irrumpiendo en esta sala. - Señalé la caja de control de la cuál lo había visto salir. - Más específicamente, ahí.

Mis palabras parecieron disgustarle sobremanera. Pidió que me tranquilizara, disculpándose conmigo al notar el nerviosismo que me provocó el verlo de esa manera. 

- Hiciste bien. Es sólo que llegué a confiar en ese sujeto y... ¡Agh! Todavía tiene esa estúpida idea en mente. Él sabía lo indispensable que era para mis planes.

- Era de Downhood. - Desvié la mirada una vez más, con una marcada mueca de disgusto en mi rostro. - ¿Qué podíamos esperar de él?

- Me temo que soy de la misma opinión. - Pero él sonreía al decirlo. De pronto, adquirió una calma como no lo había visto desde que regresé. - Paciencia. Tengo fe en él. Créeme, lo conozco mejor que nadie. Además, él no puede permanecer tanto tiempo lejos de aquí, eso te lo garantizo. Es sólo cuestión de tiempo.

- ¿Por qué está tan seguro de eso? - Cuestioné con suma seriedad, sin poder confiar en sus palabras. - ¿Qué es lo que buscaba en este lugar? ¿Condenarnos a todos? - Agaché la mirada cuando el absurdo me resultó insoportable. - ¿Incluyéndolo? 

- Shadow tiene su manera, ya deberías saberlo. - Me dio la espalda y comenzó a alejarse, sosegado. Lo seguí con la mirada, completamente incrédula. ¿Acaso olvidaba que hablábamos del mismísimo Shadow? - A él no le interesan mis investigaciones. No, él fue directo al grano. Él quería esto. - Presionó un botón y una pequeña compuerta se abrió en el suelo. Una extraña caja de acero comenzó a ascender de ahí. - Lástima que se equivocó de botón... - Pude ver en él una marcada sonrisa maliciosa. Intentó reprimir aquella risa, en vano. Su seguridad volvía a inquietarme. - Él sabía que yo no dependería únicamente de la espada. - Abrió aquella misteriosa caja. - ¿Sabes lo que es esto? - Todavía dentro de ella, había una pequeña vitrina. Exhibía tras aquel grueso muro de cristal una preciosa gema, de un vibrante azul marino.

- No, ¿qué es eso? - Pregunté con harta ansiedad, acercándome curioso cual niño. No era una gema ordinaria. Había un gran flujo de energía dentro de ésta. - ¿Es este acaso su plan B? 

- Ésta es una Esmeralda del Caos, una piedra preciosa que contiene energía inconcebible. Se dice que existen siete de éstas en el mundo y que, al juntarse todas, se obtiene el poder supremo. 

- ¿Y usted cree en esas cosas? - Sonreí un tanto burlona, recordando que, desde que llegué a esta base, todo podía suceder. Poderes sobrenaturales, fantasmas, espadas mágicas y ahora piedras de poder absoluto.

- Pensaba que era sólo un mito, sí, pero eso cambió cuando tan repentinamente encontré ésta en una de mis expediciones, apenas hace unos meses. - Presionó nuevamente el botón, ocultando una vez más la gema bajo suelo. - Me encantaría hacerte una demostración, pero la verdad es que no puedo hacer que funcione, al menos no como quisiera. 

- Así que el resultado es el mismo que con la espada: nada. - Llevé mis manos contra mi cintura, una vez más escéptica. - ¿Planea recolectar las otras seis?

- No. Me tomó mi vida entera encontrar ésta, y más bien la encontré por suerte. - Contestó soltando un suspiro. - Pensé que tal vez Shadow sabría como usarla. No puedo sólo permitir que caiga en las manos de cualquiera. Y pensar que planeaba robarla...

- ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué queda por hacer ahora, profesor? - No pude ocultar más mi angustia. - Con Shadow en nuestra contra...

- Cálmate, ya te lo dije. Él no pertenece a ellos y jamás lo hará. Tú lo has visto pelear con toda disposición. Los detesta. - Respondió a la par que observaba amargamente la caja que el erizo había desmantelado. - Puedes estar segura de que muy pronto volverás a verlo. - Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar aquellas palabras. 

Lo sé.

Se hincó para comenzar las reparaciones de aquella caja.

- Excelente, sólo conocía una manera, aunque al parecer se ha asegurado de que esa posibilidad sea ahora nula. - Acostumbraba a pensar en voz alta. Prestaba atención porque nunca sabías en qué momento ya te estaba hablando. - En fin, con la espada de nuestro lado, no tenemos nada de qué preocuparnos. No se atrevería a robarla, no sabe usarla. Y ahora seguramente tiene miedo. Sí, la espada es nuestra mejor opción por ahora... Maldita sea, ¡nos está ayudando! ¡No hay razón para temerle! ¡Ya les he dicho que es la única manera! - Salió de ahí, sumamente exaltado. - Si ustedes lograron canalizar su energía de esa manera, y con un resultado devastador, ¡con eso me basta! Aunque ellos también pueden hacerlo y sin necesidad de una herramienta...

- Perfecto, aprendimos a usar el poder de la destrucción. - No podía hacer más que rezongar ante tal idea. - Pensé que aquella energía sólo podía provenir de un corazón pútrido...

- ¡Exacto! ¡Justamente eso! - Interrumpió, impaciente. - No puede ser que absolutamente todos ellos estén cargados de tanta ira y malicia y sea únicamente gracias a ella que puedan pelear de esa manera. Ustedes han demostrado que ellos no son los únicos que pueden canalizar su energía. ¡Finalmente lo han logrado! - Explicó soltando una gran carcajada e ignorándome una vez más. - ¿Pero qué es ello que tanto los repele cada vez que ven el arma? Seguramente hay manera de neutralizar toda esa energía y por ello la repudian. Pero eso no explica porqué, por otro lado, también parece atraerlos tanto...

Me dejé caer contra el suelo, cerrando los ojos. Solté un suspiro. 

- Está haciéndolo de nuevo...

Puede que el profesor Eggman sea el mayor genio de nuestros tiempos, pero cuando se adentraba en sus pensamientos, resultaba en un balbuceo imposible de comprender. Mejor dicho, monólogos. Y tenías que esperar a que terminara.

Un estruendo me despertó al cabo de unos minutos. 

- ¡Eres tú quien no lo entiende, Miracle! - Finalmente salió de ahí. Había dado un gran golpe a la caja al hacerlo. - No estamos usando la espada correctamente. Y mientras ustedes dos sigan jugando, jamás terminaremos con todo este absurdo. 

- ¿Y qué es exactamente lo que necesita? Hemos hecho absolutamente todo lo que nos ha pedido.

Pero, como era habitual en él, sencillamente rió para sus adentros y volvió a darme la espalda. Él era así. Le encantaba generar intriga.

No fue hasta horas más tardes en la sala de cuidados que finalmente me dijo qué era lo que necesitaba. Y aunque todo lo que decía parecía una locura, realmente mis pensamientos habían estado enteramente dedicados a Shadow. Odiaba admitir que todo este tiempo había confiado tan ciegamente en él, pero es que sus resultados jamás defraudaban... hasta el día de hoy, quiero decir. ¿Quizá el profesor tenía razón y era sólo cuestión de tiempo? Sacudí la cabeza energéticamente. Volvía a darle más crédito del que se merecía. 

Y cómo no pensar en él después de escuchar la misión que se me encomendaba. 

- Ir a Downhood... - Repetí en un susurro, dejándome caer contra la cama. Todavía me dolía bastante el cuerpo al borde de la inutilidad, así que era la excusa perfecta para quedarme en la base un tiempo más. Ésta sería mi primera misión sola y él sabía cuán absurdamente peligroso era todo esto. Era una misión suicida.

¿Cómo demonios conseguiría traer a uno de ellos conmigo de regreso a la base?

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*07/03/2018
- Sam

3 comentarios:

  1. Buen capi! xD Yo ya tuve examen de Mates :3 Pero que mas da xDD Ehmm... Ahy ese erizo (Que por cierto, tengo mis suposiciones de quien es, pero nada seguro :3) Tan hostil y malagradecido...Okno ._.
    Besos!(Dora)

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  2. Hahaha te entiendo con lo de mate!! XD ayer tuve mi parcial en la Univ... si no saco una nota alta algo muuuy malo me esta pasando xD

    Uuuuhhh mi Shady se desmayoo! (Y no me digas que no es Shadow el pelaje en el pecho lo dice todo ¡Exposeeeeeeeed!!! xD ) ya quiero saber que sucederaa!! Me dejas con la intrigaaaaa!!! Soy yo la que deja con la intriga! T.T

    Te veoo!!

    Alas y cohetes
    Twyleth

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  3. Awww Sonic parece chocolate de tan dulce que es x3 tanto le gustara Amy? x3
    Jkmngfazd Shadow de tanto que se mueve parece un gato xD Miau miau (? Ok no xD
    Que pasara??!! sigue así! :D

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