lunes, 14 de octubre de 2013

XV


Cada hora que pasaba se volvía más evidente que había cometido un error. Al ir ese día al colegio, todas esas miradas inquisitivas se posaron sobre mí. Se cuestionaban el porqué de mi soledad. Sencillamente las esquivé. No quería hablar de eso. ¿Acaso alguien creería la locura en la que estaba involucrado?

No prestaba atención a nada, no podía concentrarme. Me negaba a creer que bastó un instante para que mi vida volviera a ser tan monótona como lo había sido siempre. Todos platicaban entre ellos, bromeaban y reían con las misma calma de todos los días.

Me levanté de súbito. Gobernó el silencio. Nadie se atrevió a detenerme cuando salí de ahí.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que te fuiste? Sabía a dónde te habías ido, sabía dónde estabas. Pero ir a Downhood... Tan sólo considerarlo ya era un disparate. No por ello descartaba la idea. Seguía mascullando maldiciones. ¿Qué fue lo que sucedió que fuera tan grave para orillarte a tomar esa decisión? ¡Por qué te fuiste tan repentinamente! No podía dejar de suspirar.

¿Shadow seguiría con vida?

- Sonic. - Se acercó a mí, forzándome a dar con su mirada. Jamás la había visto tan seria. - Toda la semana has estado absorto en tus pensamientos. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Sucede algo malo?

- No lo sé...

Así que nunca logré disimularlo.

Me recliné contra el barandal, evitando su mirada. Volvía a ver a los patos. Era la primera vez que se me ocurría pensar si acaso Shadow se detenía a observarlos porque le gustaba o sencillamente no tenía dónde más posar la mirada cuando encontraba pensado.

¿En qué tanto pensaba él?

Había olvidado por completo que esa tarde tenía una cita con Amy. Está de más decir que era la peor situación en la que me podía encontrar en un momento como este. Mis pensamientos estaban totalmente reservados para Shadow. Cada nuevo lugar al que íbamos, sólo me traía recuerdos amargos. Terminamos en el mismo sitio donde nos habíamos confrontado el día anterior, pero no era algo que quería que ella supiera. 

- Todo esto tiene que ver con Shadow, ¿verdad?

Me sentí encoger de la vergüenza. Era obvio, sí, pero me tomó de sorpresa que me confrontara de manera tan súbita. Amy era ágil brincando a conclusiones, y era ello a lo que temía.

Trataba de hacer memoria. Me esforzaba, pero de verdad no lograba evocar el momento en que fue tan decisivo todo. Qué dije, qué hice, qué fue lo que sucedió. 



- Sabías que eventualmente se iría de esta ciudad. Lo conociste mejor que yo. Él está bien.

Nunca mostró debilidad alguna ni jamás se quejó de su situación. Por el contrario, era bastante indiferente, quizá hasta demasiado ausente. ¡Debía ser eso! Me maldecía por lo estúpido que había sido. Dejé que mi obsesión por Shadow me encasillara al punto de cegarme. Siempre estábamos compitiendo, siempre quise demostrarme que podía ser mejor que él. Era esa mi mayor preocupación y él debió notarlo. 

Definitivamente había algo en su mirada que era imposible de ignorar. Pero igual lo había hecho.

Regresé a ver a Amy. Sonreía sintiéndome en verdad culpable. Adelanté unos pasos y regresé a verla. Ella se mostraba auténticamente confundida.

- Lo siento, jamás debí involucrarte en esto.

Me fui de ahí, sin siquiera regresar a verla. En cuanto me perdió de vista, eché a correr a mi velocidad habitual de camino a casa.

Me dejé caer contra la cama, seguía tan pensantivo como estuve en todo el día pero ahora podía hacerlo con mayor calma. solo. Recordaba con bastante detalle al erizo, todos los momentos que vivimos juntos desde que llegó a esta ciudad. No podía evitar de tan sólo recordarlo. Quizá seguía pensando como un niño, cuando comprendía que eso había sido lo que provocó que se marcara, pero es que sencillamente no pensaba renunciar a los días más entretenidos de mi vida.

Regresé a ver a mi escritorio, a un lado de la puerta de entrada. 

- Sé que no te gusta, y que nunca lo has querido usar, pero por favor, tómalo. Es para mantenernos en contacto.

Ella me regaló aquel celular incluso antes de que fuéramos novios, reparando en el incidente con aquellas tres aves. Continuaba en el mueble.

Volví a desviar la mirada, observando al techo. Pensaba ir mañana a la ciudad a despedirme de ella, pero tan sólo recordar que había tenido oportunidad aquella tarde de hacerlo me generó demasiada impaciencia.

Había llegado a una resolución.

Sabía que él estaría bien estuviera donde estuviera, se trataba de un sujeto en verdad poderoso, eso lo pude confirmar en nuestro confrontamiento del día de ayer, pero no podía siquiera detenerme a pensar en mi dolor corporal.

La impaciencia era tal que ya estaba listo para marcharme antes de que saliera el sol. No traía mucho conmigo; mi ropa, dinero… Antes de cerrar la puerta, di un último vistazo a mi hogar. Nunca antes había notado lo solitario que era. Tomé las llaves de la casa, pero no el celular. Lo vi por unos instantes. Ella siempre había querido que me modernizara, ahora con más razón, pero yo pensaba en otras cosas. No quería preocuparla, pero tampoco era como que estuviera del todo seguro de lo que quería. Solo sabía que esto no era lo mío.

Tomé el celular, tratando de comprender cómo utilizarlo. Habían juegos, galería de imágenes, lista de contactos, mensajes… Después de batallar con el aparato y de presionar varias teclas, logré enviar mi mensaje. Lo cerré con brusquedad y simplemente lo dejé caer contra el mueble.

- Cobarde.

No había hecho bien las cosas bien en el pasado, pero ya no me agobiaría con eso. Lo que importaba ahora, era redimirme en este presente y eso haría. 

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*03/03/2015