jueves, 25 de junio de 2015

XXXIV


No había regresado la mirada en ningún instante, ya bastante insoportable era escuchar la voz de Miracle. Era la única que seguía con su estúpido discurso de ser un equipo, confiar en nosotros, compartir toda información posible, blah blah blah. E incluso cuando estaba de acuerdo con ella, no me sentía con ganas de ser entrevistado. Apenas hablaba, me interrumpía a mí mismo y olvidaba en qué había pensado. Y, si acaso respondía algo, difícilmente recordaba cuál era la pregunta. Estúpida Miracle.

Ah, sí, Sonic… tampoco pensaba mucho en él. Estaba más callado que un muerto, un muerto que permanece en el más allá, claro… entonces olvidaba que se encontraba ahí, incluso cuando seguía arrastrándolo del brazo. Se había resignado. Estúpido Sonic.

Rodeados de árboles, subiendo colinas, bajando colinas, adentrándonos en el bosque pancromático, apenas comenzaba a salir el sol, camino a la casa de Sonic, clásico, clásico. Mi mente se encontraba en Downhood, en esa casa abandonada con ese molesto candelabro que apenas alumbraba el sitio, sentados en una mesa redonda, frente a frente. Estúpida Rouge.

- Shady, Shady… ¿Te puedo llamar Shady?

- No.

- ¡Ves! ¡Justo así! – Rio, jovial. – Siempre eres tan serio, ¿ni porque estás en una cita con una dama puedes dejar a un lado tu amargura?

- Creí que ya habíamos dejado en claro eso de tú y de ser una dama… Y esto no es una cita.

- Relájate, Shadow. – Dijo tomando un trago de su copa, inclinándose contra el respaldo de su silla y disfrutando, sin dejar de sonreír. - ¿Sabes? Por más que disfrute del jugo de frutas, a veces desearía que tuviéramos vino de verdad. Has tomado alguna vez, ¿no? Es una delicia.

- Deja de cambiarme el tema, Rouge.

- ¿Cuál es la prisa, Shadow? ¿Acaso tienes otra cita con alguien más?

- Si digo que sí, ¿me dirías lo que quiero escuchar?

- Uy, sí, porque eres tan deseado entre las chicas. – Rio, burlona. – Como sea. Si tienes prisa, lo entiendo. – Pero esa mujer no lo hacía. Volvió a dar un gran trago con toda la calma del mundo, esta vez vaciando su copa. - Digo, no es como que realmente esperara que fueras un caballero. Al menos eres muy gracioso. – Añadió alzando las cejas, enseñando sus dientes al sonreir.

- No caeré en tus juegos, Rouge. – Respondí apoyándome de igual manera contra el respaldo de mi silla, ojos cerrados y brazos cruzados. - ¿Qué me decías sobre Hamadi? ¿Qué sabes tú de él? 

- Shadow… Shadow… Shadow…

Empezaba a desesperarme. Repetían mi nombre una y otra vez, un segundo para cada repetición. Me puse tenso, alzando mis hombros y frunciendo el ceño. Había prometido, todavía más que antes, tranquilizarme. Pero se esforzaban en hacerme enojar.

- Shadow… ¡Shadow!

Salí de mis pensamientos bruscamente, confundido. Se había sentido tan real. Miracle me había gritado. Aturdido, voltee a verla, sin detener el paso. 

- ¡Qué! 

- Me alegra que tu cita haya sido todo un éxito y eso, pero tienes que concentrarte. – Dijo, acelerada. - ¿Qué te dijo? ¿Qué sabe sobre el tal Hamadi?

- Cállate, lo creas o no, trato de recordar. Me cortas la inspiración. – Y era cierto. Aunque recordaba cada enunciado, cada palabra, quería acomodarlo todo antes de dar información errónea. O decir algo que prometí guardar como secreto. 

Recordaba ese absurdo intento de una cena romántica en esa gran y podrida habitación, recordaba cada detalle de su vestimenta, hasta recordaba lo ridículo que fue que pusiera a uno de sus chicos a tocar un viejo y desentonado contrabajo… Y, sobre todo, recordaba su manera, siempre tan enigmática y sugestiva, de decir las cosas.

- Shadow, dime algo; ¿tú le temes a la muerte?

- No.

- Vaya, qué frio. No serás uno de esos chicos que piensan en la muerte como una solución a la vida, ¿verdad?

- No, Rouge, simplemente me da igual.

- Pues qué mal, Shadow, pienso que es un tema en verdad interesante. – Dijo sirviéndose más jugo. – Pero no te creo ni una sola palabra porque, ¿sabes? yo todavía recuerdo con claridad lo último que me dijiste cuando tan misteriosamente te fuiste la primer vez que nos conocimos, sobre todo esa mirada tan ausente y resignada con la que me lo decías… ¿Gustas? – Añadió acercándome su botella, interrumpiéndome. - ¿Qué secreto trataban de ocultar tus palabras, Shadow? - No me gustaba que me retaran, pero, cuando ella lo hacía, más bien me ponía nervioso. No me molestaba tanto como quería que lo hiciera.

- Asumiendo que, sí, me diera miedo morir, ¿qué relevancia podría tener eso? – Cuestioné levantándome, inclinándome al frente, mis manos contra la mesa, tratando de borrar mi error. Aquél día, me había dejado impulsar por la frustración de mi situación. Incluso ahora recordando lo que ese científico aficionado me hizo... Dejé fluir el recuerdo. 

- ¿Por qué me dijiste eso aquella vez?

- Hmm, ya entiendo. – Dije tomando asiento, inclinándome en el respaldo de mi silla una vez más, empujándome con la mesa, con una sonrisa divertida. – No dirás nada hasta que yo no te diga nada. ¿Es eso?

- No, no diré nada cierto hasta que tú no dejes de hablar con mentiras. – Respondió levantándose de su lugar, moviéndose lentamente de un lado a otro. – Shadow, Shadow… ¿Cuál es el secreto detrás de toda esa fuerza? ¿Qué tienes tú que no tenemos los demás? Qué cosas me ocultas, Shadow… - Dijo al aire libre, regresándome a ver de reojo al final, astuta, sonriendo. Luego, se acercó a mí. – Escuchaba tantas leyendas de aquel temible erizo, aquel al que llamaban Shadow, aquel que podía paralizarte con sólo una mirada. – Se apoyó con ambas manos contra la mesa, acercando su rostro, su cuerpo, de una manera muy atrevida. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, pero ella lo disfrutaba. Se dejó caer de espalda contra la mesa, todavía más cerca. – Sí, definitivamente me encanta esa mirada… - Añadió, levantándose, colocando su dedo debajo de mi mentón.-… Pero esos ojos no son normales. 

- Lo creas o no, mis ojos son de este color de nacimiento. – Respondí alzando una ceja, desinteresado, ofendido por la conclusión a la que creía que quería llegar. 

- Y eso me encanta todavía más. – De súbito, tomó del cuello de mi chamarra y jaló con fuerza, obligándome a quedar frente a ella, nariz con nariz. No podía ver nada más que no fuera su rostro. – Los ojos no brillan de esa manera.

- Ah, ¿sí? Porque… - La tomé de su mano, haciendo que me soltara. Ahora fui yo quien se acercó a ella, frente a frente, retador, hartándome. –… tus ojos ganan un cierto brillo cuando crees que estás siendo astuta, pero yo más bien diría que estás loca si crees en lo que creo que estás creyendo. Yo no soy uno de esos estúpidos fantasmas.

Soltó una pequeña carcajada, divertida. 

- Pues yo no creo eso, sería absurdo. – Perdió su semblante de inocencia y volvió a encubrirse con su máscara seductora. – No, Shadow, yo lo que creo es que tú tienes a uno de esos “estúpidos fantasmas” dentro de tu cuerpo.

- Basta de juegos, Rouge. 

- Shadow, ¿no era eso lo que querías? ¿Información? Ahí la tienes. ¿Nunca has visto películas de terror?

- Necesito información, no que me cuentes cómo iba la película que viste ayer. Tú en serio tienes que aprender a distinguir entre la fantasía y la realidad. – Fue mi respuesta, cruzándome de brazos, aunque tenía que admitir que no estaba del todo escéptico. Sin tan sólo esa mujer no estuviera chiflada.

- Oh, Shady, los fantasmas pueden poseer a la gente. Sí, sí, es tan real como pie gigante y la rebelión de las máquinas.

- … No…. no eres muy buena convenciendo a la gente, ¿verdad? 

- Más bien, me aburre tomarme las cosas tan en serio.

- Pues quiero que seas seria ahora mismo. – Exigí, con mi paciencia colmada, inclinándome al frente. – Explícate ahora mismo o esto termina aquí.

- ¿Tan pronto? Ni siquiera han pasado veinte minutos, ¿acaso soy yo la aburrida? … ¡Oh! No me digas que esas cosas te gustan. Bien, lo intentaré, me pondré seria. – Dijo aclarando su garganta, como quien se prepara para actuar. Se acercó a mi oído, deteniéndome de los brazos. – Tú, Shadow, compartes tu cuerpo con otro ser. 

Y, tras una pequeña risa, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí sus labios contra mi oído. Retrocedí de golpe, con una mano contra mi oreja.

- Te estás tomando mucha confianza.

- Debemos confiar el uno en el otro, bobo. Además, estamos en una cita, ¿no?

- Pues estás yendo demasiado rápido. – Protesté, sin pensar más en contenerme. Me estaba molestando en serio. 

- Oh, Shadow, ¿qué no sabes que las cosas van y vienen en un abrir y cerrar de ojos? – Respondió guiñándome un ojo. – Si quieres algo, tienes que luchar por ello.

No supe cómo responder a eso, únicamente agaché la mirada y bajé mi mano. Estaba avergonzado, honestamente no recordaba porqué… bueno, no, simplemente no quería recordar lo que me había puesto de esa manera.

Notando mi ausencia, regresó al tema, milagrosamente.

- ¿Sabes? Pensé que ya lo sabías.

- No lo sabía.

- ¿Entonces qué querían decir tus palabras? – Preguntó dándose cuenta de que se había equivocado, conteniendo ese lado que sabía que no podía aceptar estar errando. - ¿Qué más te puede tener como un muerto viviente entonces?

- Todavía no te creo… - Voltee a verla, ignorando sus preguntas. – Y, si fuera cierto, ¿por qué me lo estás diciendo?

- Porque es tu cuerpo, tontito, tienes derecho a saberlo. – Con una alegre sonrisa, volvió a su lugar. – Supongo entonces que tampoco tienes idea de cómo ni cuándo sucedió, mucho menos de quién se podría tratar…

- Rouge.... – Pronuncié su nombre en voz baja, agachando la mirada. Desconfiaba todavía más. Nunca podría decírselo a alguien como ella. - ¿Por qué sabes todo esto?

Pero, como era de esperarse, ella respondió con su típica risa divertida, devolviéndome esa sonrisa que tanta mala espina me daba.

De todas maneras, no sabía porque quería decírselo.

- Miracle... - Dije deteniéndome, volviendo a la realidad por unos breves instantes, regresando a verla. – Dime quién, cómo y cuándo entró a tu cuerpo…

La verdad es que ignoré mucho de lo que dijo, saber si era viejo o joven poca diferencia hacía; mi mente seguía en su revoltijo. 

- Se dice que, si llegas a enfrentarte a Shadow, tus oportunidades de ganar son nulas.

- Se dice bien.

- Pero, si así fuera, sabrías en qué momento entraron en tu cuerpo. No es un proceso que puedas ignorar, ¿sabes? – Me guiñó el ojo, irónica. - ¿O fue mientras dormías? No lo creo. 

- Pues… - Apenas pude dar un trago a mi copa, la bajé, mi mano temblorosa, me llenaba de rabia de tan sólo suponerlo, de recordarlo. – Lo que dices podría tener sentido…

- ¿Ves? Ya hiciste memoria. – Sonrió con una molesta inocencia. - ¿Te gustaría compartirlo?

Pensaba en aquella noche, Downhood, habían pasado ya unos meses, pero el recuerdo rondaba por mi mente como si hubiera pasado apenas unas horas atrás, ese estúpido evento que condenó mi destino. La primera vez que perdí una pelea… claro, Eggman no gastaría ni sus herramientas ni su tiempo en cualquiera, y yo sabía que él no mentía cuando decía que, en efecto, había sido atacado por uno de esos estúpidos espíritus. Todavía recuerdo lo sobrenatural que me pareció todo. Eso sí, claro, ¿por qué no ocultar los detalles más relevantes? El más importante de todos; ¿Qué ganaba, en verdad, salvándome la vida? Porque información no era. Ese demente lo sabe todo desde antes de conocernos.

Me dejé caer contra mi asiento, una mano contra mi frente, sintiéndome tan imbécil. Eggman debió saberlo, claro que no me lo iba a decir. 

- ¡Rouge! – Después de un largo instante de silencio, exclamé de súbito, levantándome, golpeando la mesa con ambos puños. - ¿Qué pueden hacer esos espíritus dentro de un cuerpo ajeno?

- Yo no lo sé todo… supongo que varias cosas. Aunque no creo que deberías preocuparte puesto a que no es tan sencillo, en especial con alguien como tú, con tu carácter tan fuerte y tanta determinación… pero podrían llegar a conocerte; pensamientos, emociones, recuerdos… serías un libro abierto para ellos. Pero, sobre todo, deberías cuidar muy bien de tu cuerpo. No querrás que te manipulen, ¿cierto?

- Ja, yo nunca me dejaría manipular por un maldito fantasma.

Rouge me dejó pensativo, eso explicaría mis repentinos arrebatos, tanto emocionales como en mi manera de pensar, pero yo nunca habría sospechado que fuese por una razón tan absurda. Pensaba que, sea quien sea que estuviese dentro de mi cuerpo, jamás podría controlarme. Tengo que admitir que, ahora que lo sé, ya no me sentía del todo seguro.

- Cuidado, Shadow, ¿no ves que la mejor forma de evitarlo es yendo en su contra? No te enfurezcas porque, por lo que veo, el espíritu que llevas dentro no es del bando bueno, lo que significa que se alimentaría fácilmente de tu ira.

- ¿Así está mejor? – Respondí con una gran sonrisa fingida. Mis mejillas me dolían, pero si tenía que contenerme… Maldita sea, era imposible. 

- Ja ja, buen intento, pero no lo estás logrando. – Dijo en un tono cantado, burlón, como si no se tratara de algo serio.

- Bien, entonces si no quieres verme enojo, dime, Rouge… - Volví a pegar la mesa, alzando más la voz. No podía controlarme. 

Pude ver un su rostro gran alarma por unos instantes. Sentía un flujo de energía fuera de lo común recorrer mi cuerpo, y no lo detendría a menos de que ella hablara con seriedad. Sin embargo, al poco tiempo, volvió a recuperar su optimismo, su burla.

- ¿Por qué sabes todo esto?

- Fácil, Shadow. – Rio. - Porque, querido, yo ya compartí mi cuerpo con uno de ellos.

Preferí guardarle detalles a Sonic y a Miracle, y ese había sido uno de ellos. 

- Así que sí, Shadow, no es imposible. Ya verás que eventualmente encontrarás la manera de sacar a ese molesto inquilino. 

- ¿Cómo lograste que se fuera? – Pregunté de pie, dándole la espalda, preparándome para marcharme si volvía a decir estupideces. Ya no podía perder más tiempo.

- ¿Qué te digo? Pasó de ser una rata a ser una ratita. – Regresé a verla de reojo, alzando la mirada. Aunque su forma tan infantil de decir las cosas siempre me resultaba repugnante, también sabía cómo llamar mi atención. - Su furia y enojo no estaban del todo justificados, sólo tuve que… imponerle mi ayuda… - Me sonrió, todavía más misteriosa, astuta.

- ¿Podrías ser más clara?

- ¿Sabes? – Me interrumpió, guiñándome una vez más el ojo. Le encantaba hacerlo. – Ellos no son los únicos que pueden leer mentes y sentir emociones ajenas. 

- ¿En qué pensaba aquella chica?

- Ah, ¡sí! ¡Hamadi! – Rio a carcajadas con honesta gracia. – ¡Se me había olvidado que todo esto salía por ese sujeto! Escucha; Ella no era más que una ciudadana común y corriente, vivía siempre con miedo de las decisiones de sus gobernantes, las grandes y absurdas peleas por el poder que se daban dentro de la supuesta metrópoli. Ella quería formar parte de una revolución, ¿pero sabes? A veces no basta querer un cambio para que suceda, y sus acciones no eran más absurdas que las de ellos. Terminó en las calles robando y secuestrando para sobrevivir, pero no la culpemos, vivía en gran miseria y tenía que cuidar de su familia y esas cosas tan lindas de la vida… hasta que un día se unió a la lista de víctimas del señor teniente. ¿Sabías que, aunque tuviera a tantos seguidores, él realizó la mayoría de sus ejecuciones? Sí, gracias a esa chica rata sé todo sobre Hamadi.

- ¡Y qué es todo sobre Hamadi! – Grité, sin siquiera intentar tranquilizarme. Me sentía completamente rojo, pero era como si a ella eso le divirtiera. Más bien, como si lo hiciera a propósito. Me acerqué a la mesa, golpeándolo una vez más. Poco bastaba para que la rompiera.

- No puedes ser tan tonto, tú ya sabes quién era Hamadi, y un poco más. Ahora sabes más de lo que crees gracias a mí, Shadow. Lecciones de la vida. – Asintió con la cabeza, alegre. - Además, ¿por qué nos interesamos en ese halcón grandulón? Bueno, nada más allá de que está sediento de poder. Lo estuvo, y lo está. 

- Así que no tiene una meta fija y sólo mata gente por matar, como todos los demás…

- De cierto modo, eso es correcto. – Respondió cerrando los ojos, como si no fuera muy importante. - ¿Sabes qué es lo peor de morir joven? No poder ver tus sueños hechos realidad.

- ¿De qué hablas? Si su único sueño era ver a la vieja Downhood ser una potencia. O, bueno, con su método de puño de hierro, una tiranía… eso si algo de Downhood hubiera sobrevivido, ¿no quedó todo hecho escombros? 

- Sí, pero él murió joven, no vivió para verlo, así que no lo sabe. Muy inocente de su parte, ¿no? – Añadió, juguetona. 

- Yo diría imbécil. – Respondí, exhalando con paciencia. - ¿Y por qué ahora? ¿Por qué volvió a esta época… cómo volvió? – Y aunque me daba una idea por el egocentrismo de Eggman, quería comparar ambas versiones.

- Eso es lo que no me puedo figurar, pero si quieres una hipótesis, ahí te va… ¿Qué es peor que no saber qué hay después de la muerte?

- No lo sé…

- Yo diría que es saber qué hay después de la muerte. ¿Existirá el infierno o qué habrá visto esa pobre alma trastornada para tomar la primera oportunidad que tuvo para salir de ahí? Digo, ¿no se supone que la eterna paz es lo mejor que puede pasarle a las almas?

- Supongo que es plausible… 

- Lo sé, no es mucho. – Dijo soltando un suspiro. – Lo siento, Shadow, si te dijera más, estaría inventando cosa. Sólo pienso que, la época en la que estamos, no tiene mayor relevancia.

Nuestras conclusiones coincidían. Pero dudaba de que sólo se tratara de mala suerte. Debió de haber recibido alguna clase de ayuda desde este mundo.

- Oye… - Me atreví a preguntar antes de cerrar el tema, insatisfecho por la poca información, pero agradecido porque no me ocultaba ya nada. - … sólo para ser precavidos… ¿sabes cómo luce Hamadi?

- Pálido, ojos rojos, muchas joyas y ornamentos…

- Rouge…

- Sólo bromeaba, relájate. La verdad es que no sé mucho, yo nunca lo he visto, aunque algunos de mis chicos reportan haberlo visto en Downhood meses atrás, más o menos en las fechas en las que me reportaron que tú habías desaparecido de la ciudad. Dudo mucho que lo hayas visto, ¿cierto? – Y, regalándome una breve sonrisa, siguió diciendo al aire libre, pensando. - Se dice que era el único en su especie… literalmente, era el único halcón en todo su pueblo, ciudad, lo que sea… Eso, grande y musculoso, ojos rasgados… Qué más… ¿Sádico? Vuelvo a ser redundante… 

- Entiendo, entiendo… - Dije agarrando el mantel con mis manos, apretando, con la mirada molesta, temiendo lo peor. – Rouge… ¿te puedo pedir un favor? 

- Claro, Shadow.

- … Si alguna vez el fantasma que traigo dentro de mí trata de utilizarme... – Metí la mano dentro de mi chamarra, encontrando y agarrando aquel tenebroso aparato. Solté un suspiro y, cambiando de opinión, volví a guardarlo antes de siquiera enseñárselo. –… sólo… no dudes en matarme…

- Qué promesa tan fuerte, Shadow. – Respondió con seriedad, con los ojos entrecerrados, pensando. – Aunque me siento alagada, no te puedo prometer algo así, sería un desperdicio de cuerpo… - Añadió tomándose el mentón, observándome con detenimiento, sonriendo. –Tal vez él sea fuerte, pero sé que tú lo eres más. – Comprendía mi situación, ella también lo suponía. Rio. – Tal vez él sea nuestro enemigo, pero tú eres mi aliado. 

Retrocedí, soltando un suspiro y, serio, no hice más que asentir. Lo era. Era extraño, pero comenzaba a sentir, sabía, que podía contar con alguien más. 

- Gracias por esta cita, Shadow. Dudo que pienses lo mismo, pero yo lo disfruté muchísimo.

- ¿Ah, sí? – Pregunté, curioso, sonriendo, irónico. – Creí que tenías planes más macabros para mí. 

- ¿Me besarías? – Preguntó curiosa, colocando sus codos contra la mesa y deteniendo su cabeza con sus manos, coqueta, mandándome un beso.

- Yo paso, pero gracias por la linda oferta, supongo. 

- ¿Ves? Sabía que eso pasaría, ¿por qué perder el tiempo? – Respondió recostándose contra el respaldo de su silla, igualmente divertida. – Además, te admiro, no hay que jugar con esas cosas. 

- Pero tú lo haces siempre…

- Sólo contigo, chiquito. – Abrió un ojo, mirándome con el mismo semblante de siempre. – Lo creas o no, cuando alguien en verdad te gusta mucho, pasen como pasen las cosas, lo disfrutas mucho. – Dijo volviendo a apoyarse en la mesa, seductora, a su vez retadora. – Pero eso tú ya lo sabes, ¿verdad?

- Gracias, loca. – Respondí, con una honesta sonrisa, dándole la espalda y poniéndome en marcha. 

Odiaba admitirlo, pero Rouge, incluso actuando tan infantil como era usual, en vez de estresarme, me ayudó a despejar mi mente. Era como si todo lo que hablamos nunca se hubiera dicho, y sin embargo, no quedaba nada más por ocultar. Odiaba no sentir desconfianza, es estar descuidado, vulnerable. Aún, por alguna razón, me seguía molestando la idea de no habérselo dicho.

– Nos volveremos a ver.

- Oh, sí que cuento con eso, Shady. Pero oye, olvidé decírtelo. – Regresé a mirarla por última vez, curioso. – La razón por la que él aún no se manifiesta en tu cuerpo es porque aún no le conviene, no le conviene arriesgarse a que tú también llegues a conocerlo. – Alcé la mirada, con duda, a lo cual ella sonrió con astucia. – Lamento haberte hecho enfadar.

Correspondí la sonrisa y, antes de finalmente irme, dijo una última cosa:

- Y, Shadow, será mejor que se lo digas pronto porque, si vuelvo a verte y sigues siendo soltero, serás mío.

Me detuve un rato. Con desinterés, lancé a Sonic y, con mi mano disponible, saqué mi amuleto de la chamarra, mirándolo, curioso, confundido. 

- ¿Qué es eso, Shadow? – Preguntó Miracle. 

¿Cómo podía existir gente así? ¿Cómo podía haber gente como ella? Y, sin embargo, sabía que Rouge era tan distinta a todo el mundo. ¿Con qué fin me lo había devuelto? Me lo regresó apenas comenzando nuestra cita. Cerré los ojos, cerrando mi mano en puño con el amuleto dentro, acercándolo contra mi pecho y soltando un suspiro. Más me preguntaba por qué me había quedado después de eso, si era lo único que me importaba. Empezaba a confiar en alguien más.

Tal vez debí haberle dicho lo de mi corazón artificial.

Sonreí, dándome cuenta de que la locura era contagiosa. Eso, o las hormonas. Había caído en los juegos de Rouge. No, había descubierto lo que ocultaba detrás de su máscara. En realidad, más conflicto me causaba que ella fuese quien se descubrió ante mí. Me enfermaba que ella también fuera parte de ese grupo de gente que hace cosas estúpidas para amortiguar la dura realidad, tratando de sacar una sonrisa a toda costa. Pero, lo que más odiaba, es que funcionara. 

- Esto, Miracle… - Dije alzándolo frente a mis ojos, dándome media vuelta y dejándoselo ver. - … es el eterno recuerdo de mi madre. 

Abrió por completo sus cansados ojos y cubrió su boca con ambas manos. Estaba increíblemente sorprendida, conmovida, estupefacta.

- Tú preguntaste, ¿no? – Le guiñé un ojo, guardándolo una vez más dentro mi chamarra. Quien estaba en verdad incrédulo, era yo al haberme expuesto de esa manera ante ambos. Sonic también me miraba con desconcierto, pero, al final, me regaló una amable sonrisa. Después de tanto tiempo.

Y, así, aunque todavía guardábamos nuestros secretos, poco a poco íbamos compartiendo información. Y aunque les oculté cosas como que esa chica rata en realidad estuvo dentro del cuerpo de Rouge, que lo que Eggman buscaba era explotar al espíritu que llevaba dentro y que yo no estaba del todo en control de mi otra parte, no significaba que se los ocultara por desconfianza. Quizá sólo no era ni el momento ni el lugar

. Miracle tenía razón, no podíamos seguir distanciándonos. Teníamos que permanecer juntos. 

Estúpida Miracle.

- ¡Shadow! ¡Abre esa puerta! – Golpeaba una y otra vez, cada vez con más fuerza, chillona.

- ¡Ve a jugar con las mariposas, Miracle! ¡Hay muchas en el patio y, si tienes suerte, también verás ardillas! 

- ¡Shadow! 

Reí, con ambas manos contra mi cintura, viendo la puerta. La movía. Como prometí ya no ocultarlo todo, podía al fin disfrutar del gran placer que era hacer sufrir a Miracle.

- ¿No estás siendo un poco cruel con ella? – Preguntó, sentado en la silla de su escritorio, haciéndome regresar a ver. Apenas había regresado a ver con calma la habitación. Se sentía extraño volver a aquí pues, aunque seguía completamente igual, la situación era completamente distinta. Ahora Sonic era mi prisionero.

- ¿Recuerdas cuando dije que teníamos que hablar? – Dije al llegar hasta él, bruscamente tomándolo del cuello de su chamarra.

- Shadow… Lo recuerdo… - Respondió con un quejido, tratando de soltarse y de pisar suelo, forcejeando.

- Entonces eso haremos. – Dije lanzándolo contra la cama, la otra mano contra mi frente, agitado, tratando de contenerme. – ¡Ya no más secretos! ¿Me oyes?


- ¿Qué es lo que quieres, Shadow? – Dijo levantándose poco a poco, con una mano contra la cama y la otra contra su garganta, tratando de aclarar su voz, tosiendo. Apenas me miraba de reojo, desconfiado. – Claro, si es que en verdad eres Shadow.

- Ja, te equivocas. – Respondí tomándolo de su brazo y acercándome una vez más, su rostro frente al mío. – Si yo fuera Hamadi, tu contraparte ya habría salido a flote. – Lo acerqué a mí todavía más, con desagrado. – Lo que significaría que ya estarías muerto.

- No hablaré contigo hasta que no sepa con toda seguridad quién es ese ser con quien compartes tu cuerpo. – Dijo con la misma actitud. – Yo hablaré con Hamadi justo ahora.

- Buen intento. – Y, tras tener su frente contra la mía, sin poder separar mis dientes, volví a lanzarlo contra la cama, cruzándome de brazos, alzando la mirada y viéndolo con asco. - ¿Disfrutaste que tomara tu brazo allá en el bosque?

- Oye, yo sólo escuché que querías hablar, y aquí estoy. – Respondió sentándose en la esquina de la cama, jugando y mirando sus manos, sonriendo. Regresó a verme de reojo. – Así que te sugiero que no perdamos más tiempo y me dejes hablar con Hamadi de una buena vez.

Puse mis manos contra la cama, inclinándome hacia al frente, mi rostro contra el suyo, aburriéndome. 

- Sabes que, si hago eso, él será quien acabe contigo, ¿verdad?

- Shadow… - Rio, aumentando el volumen de su carcajada conforme pasaban los segundos. Se mostraba divertido, pero sabía que no lo estaba. - ¿Acaso te importa mi bien estar?

- Claro que no, estúpido.

- Yo sólo lo decía porque, ¿sabes? Actúas como si te importara. – Me miraba con una sonrisa enfermiza, burlona. Movía su cuerpo, de poco en poco, como si disfrutara de ello. Regresó una vez más la vista. – Sólo quiero saber qué tiene tu amigo de especial.

- Lo que tenga de especial a ti no te importa. – Dije conteniéndome, evitando enfurecerme, tomándolo de sus hombros firmemente. – Sabes que no te conviene verme enojado. Vete

- Es una lástima, Shadow, porque, en realidad, tú a mí no me desagradas. - Volvió a reír, riendo cada vez más mientras que su cuerpo se veía envuelto nuevamente en esa aura rojiza. Esta vez ya no se mostraba nervioso. - Yo tampoco esperaba volver tan pronto. La verdad es que ni siquiera me di cuenta de cuándo volví a despertar. Si quieres un consejo, dile a tu inestable amigo que controle sus emociones. – Y, habiéndome regalado una última sonrisa burlona, el cuerpo del erizo cayó.

Bueno, más bien logré evitar que cayera. Le ayudé a sentarse nuevamente en la cama.

Con una mano contra su cabeza, habló.

- Volvió a usarme, ¿cierto? – Preguntó sin atreverse a regresarme a ver.

- Podría decirse que sí.

- ¿Podría decirse? … Shadow, dime que no hice nada extraño.

- Ja. – Desvié la mirada, con los ojos cerrados y con una pequeña sonrisa burlona en mi rostro, mis manos dentro de mis bolsillos. – Tú ya eres bastante extraño.

Pero el ignoró mis palabras.

- Shadow… - Tuve que regresar a verlo, curioso. Él seguía con la misma mirada. Era tan distinto cuando Ozane decía mi nombre a cuando él lo hacía. – Sé quién es Hamadi… lo que no comprendo es quién es él con respecto a mi contraparte.

- Bueno… - Me senté a un lado suyo, mis manos contra la cama, viendo al frente. En realidad, no veía nada. - … Eso es algo que yo tampoco quiero descubrir. – Sonreí, viendo a otro lado, entrecerrando los ojos. – Sólo sé que definitivamente no debemos dejar que se encuentren.

- Shadow… - Mas él había optado por volver a ignorar mis palabras. Girando su cabeza y viéndome directamente al rostro, pude ver en sus ojos temor, ese temor que genera la incertidumbre. - ¿Tú serías capaz de matarme?

Me levanté y empecé a caminar hasta que llegué a la pared. Apoyé mi espalda contra ésta, cruzándome de brazos y agachando la cabeza, fastidiándome. Si no podía mentirle, prefería yo también ignorar sus palabras. Relajándome, segundos después, volví a hablar.

- Así que... tú ya lo sabes… - Me atreví finalmente a preguntar, soltando un suspiro.

- ¿Qué? ¿Qué el espíritu que tengo dentro es un chiflado? – Respondió dejándose caer contra la cama, igualmente soltando un suspiro. – Lo sabía, y con esta molesta habilidad, cada vez sé más.

- Sonic… - Volví a agachar la cabeza, únicamente viéndolo de reojo. – Lo que pasa entre Ozane y Hamadi no tiene nada que ver con lo que pasa entre tú y yo, ¿me oyes? – Alcé la voz, hartándome conforme pronunciaba palabra. – Sonic y Ozane son dos personas completamente distintas, y más te vale nunca olvidar quién eres.

- Lo dices como si fuera tan fácil. – Yo no esperaba esa respuesta. Se levantó de golpe, mirándome igualmente con desagrado. – Shadow, esa cosa tiene una sed tremenda por manipularme.

Pero, en vez de seguirle la corriente, opté por tranquilizarme, soltando otro suspiro, metiendo mis manos nuevamente dentro de mis bolsillos. Miraba a otro lado.

- Lo sé, eres el único que puede sentirlo…

- No te entiendo.

- Eso, sentir al ser que llevas dentro. Tú debes de saber qué piensa, qué es lo que siente.

- ¡No lo sé, Shadow! – Golpeaba una almohada repetidas veces, con los ojos cerrados, inquieto. - ¡Ni siquiera quiero pensar en eso! Ni siquiera se ha completado un día y ya me parece insufrible, mi mente está agobiada por tantas ideas y pensamientos ajenos. ¡Ni siquiera recuerdo cuáles eran los míos!

Me acerqué a él, hincándome. Lo detuve de las muñecas e hice que me mirara al rostro, serio.

- Tienes prohibido olvidar quién eres, Sonic…

- ¿Cómo le hacen Miracle y tú para no enloquecer con esto?

- … Ni Miracle ni yo podemos hacer eso que tú puedes…

Me veía, incrédulo, balbuceando.

- No, Sonic, no tengo el control sobre mi propio cuerpo. Él nunca lo ha intentado, se siente como si sólo yo estuviera aquí. Al menos Miracle puede beneficiarse de su energía, yo ni siquiera estoy seguro de qué podría suceder el día que él decida aparecer. Yo nunca he experimentado algo sobrenatural.

- ¿Y entonces cómo puedes garantizar que Hamadi está ahí dentro?

- A veces, él tampoco puede contenerse. – Respondí inclinándome hacia atrás, viéndolo, sonriéndole. – Yo no te odio tanto.

- Pero tu contraparte quiere ver muerta a la mía. – Dijo tratando de bromear como siempre, sus ojos entrecerrados. – Lástima que ya está muerto.

Reí.

- No seas tan optimista. – Dije tomándolo del rostro con una mano, apretando sus mejillas. – Mientras esté dentro de tu cuerpo, él vive.

Hubo un corto silencio, el cual aproveché para pensar las cosas. No me gustaba. Volví a pensar en las palabras de Rouge, y tenía que dejarle en claro al erizo que, aunque detestara la idea de las emociones de Ozane gobernando las suyas, no dejaría que las cosas cambiaran por algo tan ridículo. Antes de sacar a Hamadi de mi cuerpo, me juré sacar a esa larva del suyo. Aún no podía creer que estuviera dentro de él.

Hablé, tomando de su rostro, esta vez con ambas manos, viéndolo directamente a los ojos.

- Sonic… dime qué sientes cuando me tienes tan cerca… - Al decir eso último, tuve que desviar la mirada. Dios, esto era tan estúpido.

- Aunque lo supiera, no te lo diría. – Puso sus manos sobre las mías, bajándolas. – Estás actuando extraño.

- Erizo. –Volví a mirarlo directo al rostro, serio. – Necesito saber qué pasa entre nosotros.

- No, Shadow. – Soltó mis manos con cierta brusquedad, molestándose. – Eres tú quien olvida quién soy yo. – Se acercó aún más, mirándome, nervioso. – No me importan esos dos, tenemos que hablar como Sonic y Shadow. … Dime, ¿qué es lo en verdad pasa entre tú y yo? ¿Qué es lo que en verdad piensas de mí? Y, tú mismo lo dijiste, no más secretos.

Mi risa aumentaba, tal y como la de él lo hacía momentos atrás, con el mismo aire y la misma falsedad. Si tan sólo supiera que no era tan fácil.

Él no era el único que estaba nervioso.

- Pues… ¿Qué te puedo decir? – Me puse de pie, dándole la espalda y con una mano contra mi cintura, la otra contra mi cabeza. – No hay mucho que decir, al menos no mucho que sea importante.

- No, no digas nada, hablaré yo. Sé lo mucho que te cuesta decir lo que en verdad piensas. – Interrumpió, un tanto impaciente, mirándome a los ojos en todo momento. Sus palabras me habían hecho enojar, pero eso a él no le importo. – Shadow, tú crees que inspiras temor y odio en todos los que te conocen, pero eso es falso; es la gente que no te conoce la que siente eso. Quienes te conocemos… causas el efecto contrario.

- No hables por los demás, ¿quieres¡ ¿A qué quieras llegar?

- Shadow, es hora de dejarte en claro que tienes gente… lo siento, me tienes a mí. Puedes confiar en mí y sabes que nunca, nunca, nuca te traicionaría ni intentaría nada raro por el estilo. – Para mi sorpresa, el erizo hablaba de una manera fluida, sin trabarse, sin perder de vista a qué quería llegar. – Sé que ahora tienes motivos para desconfiar de nosotros… de mí… pero si decides desconfiar ahora, sería renunciar a todo lo que hemos vivido y a todo lo que hemos logrado.

- Y dime, Sonic. – Interrumpí con impaciencia, pegando mis manos contra la pared, dándole la espalda. - ¿Qué es todo lo que hemos logrado?

Dudó unos segundos antes de responder, pero su respuesta la dio como si nunca hubiera dudado.

- Un gran equipo, Shadow.

- Es muy lindo que pienses así, erizo. – Me empujé con suavidad, alejándome de la pared y volviendo a erguirme, regresándolo a ver, desinteresado. - ¿Hay algo más que quieras añadir? ¿Algo que valga la pena escuchar?

Y, como si todo el valor con el que se había armado se hubiera esfumado, tragó saliva, mirando a todos lados, menos en mi dirección. Sin más, respondió.

- Nada más…

- Bien, ahora me vas a escuchar a mí. – Me acercaba a él, a paso firme, cada vez más rápido. Él retrocedía, dudoso. Me senté frente a él, en el suelo, cruzando mis piernas, mis manos sobre mis tobillos. – Oye, sé que la gente me odia incluso antes de conocerme, pero no puedo mentirte; aunque me divierte muchísimo, también puede llegar a ser muy hartante. Lo único que quiero saber, Sonic, es… - Tragué saliva al disimulo, frunciendo el ceño y alzando la voz, molesto. - ¿Por qué tú no me odias? ¿Por qué rayos siempre vuelves? ¿Qué es lo que tengo que hacer para que al fin te des cuenta de que no vale la pena estar tan cerca de un sujeto como yo?

Antes de responder, él rio, acercándose.

- Shadow, confieso que eres el ser que más miedo me da en todo este mundo, incluso más que todos esos espíritus juntos, incluso más que los títeres y que quedar varado en alta mar. – Había puesto sus manos sobre mis hombros, le temblaban. Siempre lo hacían cada vez que se atrevía a tocarme. – Pero el miedo es totalmente distinto. Tengo miedo a que dejes de hablarme, a que me ignores y decidas irte porque, ¿sabes? Yo no creo que tengas que hacer esto sólo, sobre todo algo tan peligroso. Tengo miedo de decir algo estúpido y que creas que soy estúpido. Tengo miedo de dar un movimiento en falso y perder tu confianza, y que creas que es mejor estar solo. No lo sé, Shadow. No quiero hablar sólo por mí, pero… - Bajó la mirada, hablando cada vez más despacio, cerrando los ojos, desesperanzado. –…Tengo miedo de perderte.

Había sido la primera vez que lo había escuchado hablar de esa manera, Tenía que confesar que no había sido para nada grato escucharlo así.

- Oye, erizo… - Dije poniendo mis dedos bajo su mentón, obligándolo a subir la vista y obligándolo a mirarme. Me había levantado por completo. Desvié la mirada momentáneamente, corrigiéndome. - … Sonic… Aunque pienso que eres un idiota, y me desespera que seas tan inmaduro e infantil… bueno, la verdad es que también me agrada mucho eso de ti. Si no fueras así, me desesperarías aún más. – No pude reprimir una pequeña sonrisa, ni siquiera quería verlo. Me sentía estúpido, y pensar que así debe de sentirse el pobre cada momento de su vida… bueno, no sabía si eso era bueno o malo. – Mi vida es mucho más interesante y divertida desde que eres un parásito en ella.

Me correspondió la sonrisa. Y, aunque odiaba su sonrisa de imbécil, a otra parte de mí le contentaba verlo una vez más optimista.

Me importaba, y pensé que merecía saberlo.

- Sonic… - Tomé de sus manos, acercándome a él, sin poder ocultar el asco que me daba ser tan sincero. Al final, no pude.

Después de un largo silencio, incómodo, él habló.

- Prometo no volver a verte después de que arreglemos el problema con el chiflado de Eggman y el problema con los espíritus…

Conteniéndome, soltándolo y fastidiado, respondí.

- Ni te preocupes por eso, posiblemente no viva lo suficiente para arreglar ni una ni la otra.

Él, igualmente alzando la voz, respondía con el mismo tono.

- ¿Acaso no crees que mi ayuda sea suficiente para lograrlo?

- ¡Ayuda! – Exclamé con gran ironía, divertido. - ¡Claro! ¡Porque ser un estorbo es la nueva ayuda!

- ¡Shadow! – Exclamé igualmente, levantándose, poniéndose frente a mí, retador. - ¡Por qué siempre me menos precias! ¡Eres un…!

- ¿Un qué, Sonic? ¿Un qué?

- … ¡Un convenenciero! – Finalmente se animó a responder, casi gritando. - ¡Tú sólo decidiste conocerme porque sabías que yo tenía información valiosa!

- ¡Bien! Admito que, sí, sólo acepté quedarme a vivir una semana contigo para saber lo que sabías de esos espíritus. ¿Pero tú? ¿Información valiosa? – Cuestioné, molesto. - ¡Has sido una pérdida de tiempo desde el primer instante en que nos conocimos!

- Pues lo siento mucho, señor soy tan importante que eso me da derecho de ser un amargado y grosero, convivir contigo no fue exactamente el paraíso.

Mientras él hablaba, ya había llegado a la puerta. La abrí y, antes de salirme, voltee a verlo, sin bajar mi tono ni mi enojo.

- Pues, señor creo que ser estúpido es gracioso y por eso la gente cree que soy lo mejor del mundo… si tanto te desagrado, ¡deja de seguirme!

- ¡Shadow! ¡Espera!

Pero ese parásito me seguía por las escaleras, cambiando su tono de voz. Parásito.

- ¡Ahí vas de nuevo! Maldita sea, Ozane tenía razón. Un momento haces una cosa, y al siguiente estás haciendo una completamente distinta. ¡Aprende a decidir!

- ¡Espera! ¿Qué dijo él? – Me había alcanzado y me había tomado del brazo, tratando de detenerme, mirándome al rostro. Y aunque volvía a verme con ese rostro de cachorro llorón arrepentido, no planeaba volver a caer en su juego. – Shadow, yo, todo lo que dije… No fue todo. Tienes que tranquilizarte…

- ¡Déjame en paz! – Pero había hecho que me soltara bruscamente, golpeándolo en el pecho con mi codo al hacerlo. – No tengo tiempo para más de tus estupideces, Sonic. Terminó tu tiempo para hablar.

E, ignorando sus palabras, habiendo llegado a la puerta principal de la casa, una vez fuera, le dirigí una última mirada.

- No dijo nada que no deberías de saber ya, princesa bipolar.

Miracle, quien había escuchado y visto todo desde que salimos de la habitación, colocándose en medio de los dos y poniendo sus manos al frente de cada uno, interrumpió.

- Oigan, oigan, ¿por qué tanto ruido? ¿No creen que están exagerando un poco?

- ¿Un poco? – Tomé de su mano con gran fuerza, sin notar que la estaba lastimando. – Si supieras lo que en verdad pasó, entenderías que no es ninguna exageración odiar tanto a un estorbo como él, verdad, ¿chismosa?

Alzándola, mientras hablaba, ella sólo sonrió forzadamente como a quién descubren haciendo una travesura.

- El ambiente está muy tenso aquí, ¿qué tal si vamos a la ciudad a relajarnos un rato y, no sé, hablar con calma las cosas?

- Buena idea, Miracle. – Respondí lanzándola contra el erizo, dándoles la espalda y caminando de regreso a la casa. – Llévate a ese perdedor lejos de mi vista.

El erizo, gruñendo, deteniendo a Miracle de ambos brazos, respondió alzando la voz.

- Tienes razón, es una excelente idea, Miracle. Vamos a divertirnos sin ese perdedor amargado. – Y, tomándola de la mano, empezó a descender la colina, alejándose, dando pisadas grandes, sonoras. Miracle iba atrás de él sin hacer preguntas.

Me encerré en la casa, al menos algo bueno podía sacar de toda esta amistad. Sólo había dos caminos; o robaba la casa, o se la devolvía en forma de cenizas. ¡Como sea! No quería volver a pensar en ese idiota, ¡lo había logrado de nuevo! ¡Había vuelto a perder mi tiempo con cosas absurdas! ¡Y cuando pensaba que al fin empezábamos a progresar!

Lo último que vi, fue el rostro de Miracle, lleno de preocupación, con un cierto aire de tristeza.

Casi me había hecho lamentarlo.

---------- Aviso de Sam ----------

lunes, 1 de junio de 2015

XXXIII


Nos dejamos caer contra el césped. Para la hora que era y el lugar en el que nos encontrábamos, todavía se podía sentir bastante calor, así que la humedad del pasto ayudó a tranquilizarme. Eso, y su compañía. Estaba contenta.

- Sí. La verdad, me fue mucho mejor de lo que me imaginaba.

- ¿Y qué era lo que te imaginabas?

- Ya no lo recuerdo. Cosas absurdas. – Primero solté una leve carcajada, tratando de conservarme optimista. No duró mucho. - ¿Sabes? Quiero mucho a mi familia, pero… no sé, llega una edad en la que parece que todo se derrumba y, no importa cuánto lo intentes, no puedes cubrir todas las grietas del pasado.

- ¿Una edad?

- Bueno… eh, mi nacimiento.

- Estás exagerando. – Se sentó, mirándome directo al rostro.

- Un poco. – Dije desviando la mirada, soltando un suspiro. - No, simplemente no sé expresarme. En resumen, la relación entre mi padre y yo nunca ha sido muy buena que digamos… - Hubo un breve silencio, como si hubiera adivinado que había algo más. – No es gran cosa, Sonic. Nos llevamos muy bien, nos queremos… es sólo que él nunca quiso una hija.

- Sí, estás exagerando. – Desvió su mirada y volvió a dejarse caer contra el césped, relajado. – A mis padres les pasó al revés.

Regresé a verlo, curiosa.

- Ellos querían tener dos hijos, pero los doctores le dijeron a mi madre que ella ni siquiera podría tener uno. En fin, aquí me tienes… Lástima que ellos querían niñas.

- Oh… - No supe cómo responder a eso. – No deberían hacerse esas ilusiones, deberían aceptar lo que la naturaleza les dio… ­ - Negó con la cabeza y puso su mano sobre mi pelo.

- Y lo hacen, Miracle. Yo sé por qué estás pensando así. – Se hincó frente a mí, sin quitar su mano de mi cabeza, me sonreía. - Escucha, no puedes cambiar lo que eres, ni deberías, ¿sabes por qué? Porque eres bastante agradable, tal y como eres. Sé que tu padre está agradecido de tenerte como hija, ¿o acaso te ha dicho lo contrario? – No respondí. No lo había hecho. Se levantó y retrocedió un par de pasos, alzando el rostro. – ¿Lo ves? Lo reconoces, estoy seguro de que te adora. Además, es un bono que seas tan tierna.

- ¿Tierna? – Dije confundida.

- ¡Sí! La primera vez que nos conocimos, yo creí que tenías trece, catorce años. – Respondió soltando una pequeña carcajada.

No pude evitar sonrojarme un poco. Me apenaba que el erizo dijera cosas tan amables sobre mi persona. Me gustaba, pero seguía siendo vergonzoso. Era alguien demasiado amigable, bueno.

– Sobre todo si sumamos tu forma de pensar. – Antes de añadir, su sonrisa desapareció por unos instantes. - Todavía piensas como una niña.

Desvié la mirada, no estaba segura de qué quería decir con eso. Sé que puedo llegar a ser algo infantil… No estaba sintiendo lástima por mí, ¿o sí? No lo hacía. En fin, por alguna razón aquellas palabras rezumbarían en mi cabeza incluso días después.

- Y dime. – Interrumpí el silencio. – ¿Cómo te fue a ti en tu misión?

No era el mejor narrando, pero la verdad me dio mucho gusto escuchar su versión del día tal y como lo hizo. Tenía un humor y una manera de ser muy agradables. Ciertamente fue mucho más interesante que la mía.

- ¡Vaya! ¡Qué cosa tan extraña! Conozco a los de su tipo, y sujetos como él no leen ni aunque sus músculos dependieran de ello. – Puse una mano tras mi cabeza y, con cierta vergüenza, añadí. – Bueno, no es como que yo alguna vez haya tocado un libro.

- Ja ja, entiendo, tampoco soy fan de leer.

- Es que requiere de tanta concentración, estarse quieto frente a un gran muro de texto, blah blah blah. – Hice un gesto ridículo, sacando la lengua y atropellando mis palabras al imitar alguna clase de texto histórico. - ¿No podrían decirlo de una manera más interesante? Me gusta más la acción. –Dije después de dejarme caer una vez más contra el césped.

- Así se habla. – Asintió, con los ojos cerrados. – Pero le hace bien a ese cabeza hueca, y respeto mucho a quienes leen. Conozco gente realmente brillante, ¿pero sabes algo? Tengo la ligera sospecha de que él lee más bien para impresionar a alguien.

- ¿Ah, sí? ¿A quién? ¿A su profesor de filosofía?

- A mi ex novia. Ella… no brillaba por su inteligencia, pero es una gran persona y es talentosa en varias cosas. A mucha gente le gusta ella.

La verdad no me gusta tocar temas como este, la gente se pone intensa cuando se habla de amor, pero si lo traen a la conversación, ni modo, quieren hablar de ello. Por eso fue que me atreví a preguntar.

- No me digas que tu ex novia era como la chica popular del colegio. ¿Acaso tú eres el chico popular en tu escuela?

- Podríamos decir que sí, pero no de la buena manera, ja ja.

- Rayos, entiendo el sentimiento. – Reí con él.

- En realidad, me hice conocido cuando nos volvimos novios, podrás imaginarte en qué clase de leyenda me convertí cuando terminé con ella. Ahora me han de odiar más que antes.

- Y ese equidna… uh, Knuckles, me imagino que era parte de ese grupo de la gente que te odia.

- ¿Qué si es parte? ¡El fundó el grupo! ¡Hasta le puso nombre! ¡Muerte a Sonic!

- Ja ja, ¿qué? Bueno, ahora todo tiene sentido. Él, tú, ella… están locos.

- Un poco, un poco, ja ja. Aunque, ¿sabes? Te confieso que… creo que sí estoy enloqueciendo, je je.

- Oh… … … ¿Acaso es por ella?

- ¿Amy? Bueno, no exactamente. En general, todo este tema del amor… Es… desagradablemente confuso…

- Supongo que entiendo… - No lo hacía. - ¿Se puede saber cómo es que terminaron?

- Ah, no fue gran cosa. Crees que alguien te gusta, quieres ser su novio, la conoces y te das cuenta de que en realidad no te gusta. – Y, en efecto, su tono de voz sugería un honesto desinterés. - … No me mires así, no jugué con ella. ¿Y te digo algo? No puedes sólo ocultar tantos conflictos y desentendidos con un el amor lo supera todo. Prefiero sólo ser amigos, no me gustaría que me conociera lo suficiente como para odiarme.

Hubo un largo silencio antes de que me atreviera a añadir algo más.

– Es absurdo, porque, ¿sabes? Yo creo que tú eres bastante genial, y entre más te conozco, sólo me caes mejor.

- Qué amable, Miracle. – Regresó a verme, esta vez su sonrisa era distinta, más suave, inocente. – Ojalá todos pudiéramos sobrellevar los defectos de los otros y sólo disfrutáramos de sus virtudes. El mundo sería más divertido así, ¿no crees?

- Bueno… – Pero si siempre dejamos pasar lo malo, si tratamos de perdonar lo imperdonable… Si nos tomáramos más tiempo para conocer a la gente... - ¿Sabes? No eres al único a quien odian a lo tonto.

- ¿Ah, sí?

- Shadow… A él no le importa, ¿pero me creerías que a mí sí? - Dije sentándome, con la mirada algo perdida, algo triste, abrazando mis piernas, no sabía si por el miedo que siempre me daba al pensar en él o si acaso empezaba a helar. – Sólo digo que es molesto ver que tanta gente lo deteste, aunque… no sé, pero a veces se siente como si él se esforzara por ganarse ese odio…

- No te muevas de aquí, ya vuelvo.

No sabía cuánto tiempo había pasado, si tardó o si fui yo quien se perdió, pero cuando abrí los ojos, vi una fogata frente a mí. Él se sentó al otro lado de ésta.

- Y dime, Miracle, me quedé pensando… ¿Tú tienes novio?

- No, realmente no me interesa involucrarme así con quien sea.

- ¿Cómo así?

- Bueno, no sé, simplemente no lo he pensado mucho que digamos. Esa, la posibilidad de tener novio. 

-¿Pero te ha gustado alguien alguna vez, no?

- No… en realidad, no… - Pero él notó algo en mi respuesta. No mentía, sólo no estaba del todo segura. Sé que me ha gustado gente, una que otra persona, pero, entre más me gustan a mí, sé que cada vez menos les gusto yo. O agradar. Pero eso no era algo que quisiera que él supiera.

- Oye…

- ¿Mande?

- ¿Estás segura de que no te gusta Shadow?

- ¿Shadow? – Incliné mi cabeza, mirándolo con duda.

- ¿Por qué esa manera de reaccionar? – Rio. - ¿O qué? ¿Acaso se te hace feo?

- No, no, para nada… Perdón pero, ¿por qué la pregunta?

- Dejémoslo en simple curiosidad. – Y, como si algo le impidiera hablar, pasaron unos segundos antes de que añadiera. – Es sólo que siempre los veo juntos, siempre que habla de algo, es sobre ti.

- ¿De verdad? – Pregunté con gran asombro. Eso no me lo esperaba.

- Si. Bueno, no siempre son cosas buenas…

- Eso lo explica todo. – Eso sí me lo esperaba.

- Sí, pero, no lo sé. Sé me hace que es de esos sujetos que dicen una cosa y sienten otra. No sé, llámame loco, pero hay gente que traduce su cariño en odio, algo así para que los demás no sospechen, pero lo hacen más obvio.

Reí.

- Si te escuchara decir estas cosas, nos condenarías a ti y a mí.

- Sí, ja ja, pensé exactamente en lo mismo. – Acompañó mi carcajada. – Pero no deja de ser cierto. Lo creo, en verdad lo creo. Es más, yo creo que le molestaría porque sabe que es cierto… Aunque, en realidad, me hizo más sentido que hubiera algo entre tú y él por ti que por él.

- Pues ya ves que no, erizo. – Respondí con cierto aire de indignación. Una parte de mí no soportaba la idea en general. Otra parte de mi lo dejaba pasar porque, bueno, Sonic me caía bien, y no quería ser desagradable con él.

- Finalmente, creo que él tiene algo por una chica de Downhood… - Tanto su tono como su semblante habían cambiado. - Eso explicaría por qué se va tan seguido a esa ciudad, ¿no crees?

Hubo un largo silencio, no estaba segura del por qué. ¿En serio habría ido a Downhood, en momentos como estos, sólo por una chica? Realmente no me importaba, supongo que cuando tienes... bueno… tu tiempo contado, lo único que quieres hacer es aprovechar cada segundo, pero… no sé, ahora que éramos un equipo, ahora que éramos amigos… bueno, eso era lo que creía.

- Si te soy sincera, ni siquiera estoy realmente segura de qué es lo que pienso de Shadow. No sé, a veces no lo soporto, pero me agrada muchísimo. – Reí recordándolo, podía ser tan ridículo y molesto a veces, pero eso me divertía mucho. – Es un amargado, pero me hace reír, no sé, no sé cómo alguien tan amargado puede ser tan agradable. En fin, si le gusta alguien, no podemos detenerlo, ¿o sí? Y, si te soy sincera, no tienes idea de qué humor tan excelente me pondría que se encontrara a alguien que por fin lo hiciera sonreír. – Concluí alegre, con humor. No me lo esperaba, y realmente no lo creía, pero si era cierto, ya era hora.

- Supongo…

Volvimos a callarnos. Pasaron unos segundos antes de que respondiera, y todavía otros más hasta que alguien se atreviera a pronunciar palabra.

Esa fui yo.

- ¿Sabes? Yo pensaba lo mismo con respecto a ustedes dos.

- ¿Cómo? – Preguntó, confundido, regresándome a ver.

- Pues… eso, parece que te odia, pero yo sé que él te estima demasiado, más de lo que le gustaría admitir.

- Ja ja, y ahora soy yo quien no sabe de dónde te sacas eso. Ya sé que él sólo me usa para lo que sea que esté buscando.

- Claro que no. Lo creas o no, después de convivir tanto tiempo con él, llegas a conocerlo. Además… - Sugerí con cierta picardía. – Yo sé un pequeño secreto.

- Ajá…

- Y… te involucra a ti. – Añadí regresándolo a ver, con una gran sonrisa, mis ojos cerrados.

- Ahora tú estás siendo la rara. – Dijo alzando un poco la voz, retrocediendo, alejándose de mí.

- Claro que no, tú eres el que está actuando extraño. – Dije al percatarme de su exaltación, se mostraba incluso nervioso… - No debería, pero bueno, te lo diré. – Volví a sonreír de oreja a oreja, pero parecía como si, de cierta manera, él todavía se encontrara ajeno a mis palabras.

- Incluso si él necesitara de gente, todos sabemos que él no quiere eso. – Interrumpió, retrocediendo todavía más, apartándose. - Simplemente prefiere estar solo. Incluso siendo una herramienta para él, soy más un estorbo que una ayuda.

– ¿Y esos monólogos de dónde te los sacas? Cálmate. – Negué con la cabeza, optando por ignorar sus sandeces. Un momento parecía un sujeto normal, y al siguiente estaba más loco que todos. - Cuando huiste de la base de Eggman, él estaba totalmente preocupado por ti. Él decidió ir a buscarte inmediatamente. – Dije poniéndole la mayor emoción posible. Pensé que decírselo ayudaría a tranquilizarlo. Fue el efecto contrario.

- Pensé que habías sido tú.

- Deja de balbucear. – Reí. – No, claro que me preocupé por ti, pero estaba a solas con el erizo, ¡no podía pensar realmente en nada que no fuera él!

- Y apuesto a que eso era lo que querías.

Algo se veía distinto en él, pero el cambio había sido tan sutil que me di cuenta cuando ya era tarde. Seguí hablando sin chistar, realmente envuelta en el chisme.

- ¿Qué dices? ¡No, no! ¡Me mal entiendes! – Solté otra pequeña carcajada, asumiendo que bromeaba. No lo hacía. – Sonic… Shadow me da miedo, es como una pesadilla hecha realidad. No importa cuánto lo conozcas, cuánto te convenzas de que es un buen tipo, él se encuentra envuelto por un aura poderosa, un aura que emana una desconfianza e inseguridad indescriptibles, lo sabes.

No hubo respuesta, aunque por un breve instante mis palabras lo hicieron reaccionar, lo pude ver en su mirada. Pero, como dije, fue sólo por un breve instante. Una vez más su rostro se vio envuelto en amargura. Finalmente, me torné seria, tan seria como puede tornarse alguien confundido.

– Él no me gusta, ¿entiendes? Sí, bueno, me agrada, me agrada más de lo que creería que podría agradarme un amargado. Y ahora sé que le importo, pero las cosas no cambian… ¿Pero por qué rayos te estás clavando tanto en el tema? ¿O…? ¡Háblame desde el inicio! Estoy totalmente perdida, ¿de qué se trata todo esto? ¿Qué quieres saber? ¿A qué quieres llegar? ¿Qué sabes de él? O, ¿qué sabes de mí? ... ¿Quién e-?

Callé de súbito. Sentí una mano contra mi cuello, apretaba muy fuerte.

- Haces muchas preguntas.

Estaba desesperada. Su mirada, su semblante, sus ojos eran completamente distintos, peor que los suyos, peor que los de ellos. Fríos, completamente muertos.

Completamente rojos.

Su mirada, fija, llena de odio y a su vez tan ausente, era aquella mirada que ya tan bien conocía. Pero que de alguna manera había ignorado hasta ahora.

- ¿So… Sonic?

De repente, me sonrió.

Malicia.

- Si en verdad le importaras, ¿por qué te dejaría a solas conmigo?


Impacté contra el suelo, bocarriba, y el golpe había sido tal que no sentí los siguientes. Sabía que el erizo ocultaba algo, no por nada permanecía tan cerca de Shadow, pero su fuerza era más de la que había imaginado.

Apenas pude levantar el rostro lo suficiente para verlo. Temblaba.

- Sonic… por favor… sólo dime… de qué se trata todo esto. ¿De Shadow? ... – Entreabrí los ojos. - … ¿Quién eres tú?...

- ¿Qué quién soy yo? – Repitió, molestándose una vez más. Era una mirada fuerte, insoportable. - ¡Quién rayos eres tú! ¿Una cara bonita? No lo creo. Eres una estúpida niña que… ¿qué? – No vi cuándo llegó. Desapareció de repente y, un segundo después, ya se encontraba frente a mí. Me pateaba, múltiples veces mientras hablaba. – Te la pasas siempre con él, como un parásito. ¿Tienes sentimientos por él o sólo juega contigo? – Lo disfrutaba, pero no parecía moverlo el sadismo. En realidad, era como si tuviera una furia ciega y la desahogara conmigo. Volvió a lanzarme con fuerza, esta vez estrellándome contra el tronco de un árbol. No quise ni intentar moverme esta vez. – No… puedo sentirlo… Tú estás en su contra… ¿Por qué siempre estás ahí?

- … ¿Quiénes son ustedes?...

Pero no me escuchaba.

- Sea cual sea la razón, no dejaré que te sigas acercando a él.

- Veo que no me explicarás de qué se trata todo esto, pero puedo garantizarte que no soy ni un parásito ni una distracción… – Perdí el equilibrio y caí, apoyaba mis manos contra el suelo. – Y, lo creas o no, ¡yo nunca traicionaré a Shadow!

Pero él no me escuchaba, simplemente no lo hacía.

- ¿Sonic?... - Él seguía con el mismo discurso, la misma exaltación. De cierta manera, todo se volvía más claro, y la idea me entristeció. Traté de contenerme. No sabía qué ocurría, cuándo ocurrió. Un momento reíamos, confiábamos, y ahora… - ¿Qué te importa a ti todo esto? ¿Querías sacarme alguna clase de información? ¿Qué es Shadow para ti…? - Agaché la cabeza, resignada. – Tú… ¿en serio eres uno de ellos? … ¿Eres un espíritu?

Tragué saliva

- Bingo.

Sonrió. Su rostro se llenaba de malicia, crecía conforme alzaba su brazo y me apuntaba con su mano. Se burlaba mientras formaba una bola de energía roja.

- Ojalá no fueras tan débil. Creía que, al menos, algo tendrías de interesante.

Me levanté como pude, una mano contra mi vientre y la otra sobre mi brazo. Me tomó un tiempo antes de poder alzar la mirada, antes de verlo. Sonreí, reí…

- No pienso pelear contra ti.

- Qué decepción.

Y aunque en su rostro se podía apreciar un gran odio hacia mi persona, era cierto; yo no pelearía contra él.

- Tal vez no nos conocimos lo suficiente…

Al escuchar mis palabras, bajó su brazo por unos instantes, desconcertado.

- Tal vez, tal vez… – Mas pronto volvió a alzar el brazo, firme. – En realidad, no podría interesarme menos. En fin…

- En fin… - Repetí, mi voz siendo casi inaudible, bajando la mirada.

- Vaya, ¿ni siquiera lo vas a intentar? Qué patético. – Sonrió, aunque su ceño seguía fruncido. – Bueno, menos mal. Quizá no eres tan tonta como yo pensaba.

La bola de energía aumentó de tamaño en un abrir y cerrar de ojos, era un poder inmenso. El viento soplaba con gran furia, mi cabellera no me dejaba ver nada. Todo se iluminó de repente.

Atacó.

Inhalé… me concentré y alcé la mirada.

- ¡O quizá tú me estás subestimando!

Una gran cantidad de energía salió desprendida de mi cuerpo, actuando como una especie de escudo. Por unos instantes, pude ver en su rostro temor. Temblaba; se había puesto nervioso.

Lamentablemente, no había sido tan gran cantidad como yo hubiera querido.

Su molesta sonrisa volvió a marcarse en su rostro cuando culminó la enorme explosión y pudo ver mi cuerpo tirado al final de un gran camino de suelo erosionado.

- Admito que estoy admirado… pero dime, ¿qué rayos fue eso? ¡Cómo demonios lo hiciste!

- Yo también tengo mis secretos… - Respondí con mucho esfuerzo, sosteniendo una pequeña sonrisa orgullosa, sin poder siquiera mirarlo.

- Sabía que ocultabas algo extraño, tu simple presencia me resultaba repugnante. ¿Quién eres?

- No diré… nada sobre mí… hasta que no me digas… qué rayos eres tú, y qué quieres…erizo…

- No lo entiendo, ¿qué mueve tanto esa curiosidad? – Preguntó acercándose unos cuántos pasos al frente, moviendo sus cejas con desagrado. - ¿Qué de interesante podría… tener yo?

- Sonic… - Hice un último esfuerzo, logré retroceder un poco y apoyarme contra una piedra, haciendo igualmente un gran esfuerzo para alzar la mirada y para abrir mis ojos. Para verlo. – Nadie puede ser tan lindo y amable un momento… y al siguiente ser un completo imbécil.

- ¡Ja! ¿Qué dices? Bueno, no importa. Ahora, no me veas con esa cara. – Dijo habiendo llegado a mí, tomando de mi rostro y acercándose a él. – Dicen que perro que ladra no muerde, ¿verdad, perrito? – Apretó y, burlándose, se alejó nuevamente unos pasos. - Además, a veces es mejor no saber algunas cosas… Pero eso no te incluye a ti. – Regresó a verme de súbito. – Habla.

No respondí.

- ¡Bien! Como sea… ¡Hasta nunca, fenómeno…!

Sentía el calor incrementar en todo mi cuerpo. Estaba confundida, estaba triste, ¿cómo había llegado a esto? …Shadow… Él tampoco lo sabía, ¿o sí? … ¿Por quién me dejaba engañar? ¿Quién… qué era Sonic?

Al instante, el calor se fue y volvió a helar. Abrí los ojos de súbito, incrédula… tan feliz como podría estarlo cuando… bueno… Él.

- Ella no es el único fenómeno, fenómeno.

Detenía de su muñeca con fuerza, seguro. Molesto.

Reí.

- ¿Cómo es que siempre eres tan oportuno, Shadow?

- Miracle. – Regresó a verme por un breve instante, regalándome una sonrisa calma, llena de alivio. – Ya habrá tiempo para disculparme. Te prometo que volveré inmediatamente.

Extrañada por su actitud y sus palabras, no pude hacer más que abstenerme a ver y a escuchar.

- ¿Qué… qué está pasando? ¿Tú…? – Al regresar la mirada y ver a Shadow, el erizo se contentó de una manera impresionante. Eso no podía ser actuado, era honesto, pero aunque era auténtico, así no era Sonic. Lástima que el desagrado que Shadow tenía por él también era auténtico.

- Es lo que quisiera preguntarte yo.

- Vamos, tú no te preocupas por ella, ¿o sí? … ¡Por qué te preocupas por ella! ¡Qué importancia tiene ella para ti! ¡Por qué! ¡Responde!

- Ja… - Le regaló una pequeña sonrisa, cerrando sus ojos por unos instantes, tomándolo de sus manos y acercándose a su rostro. – Para mí, ella no significa nada.

- ¡Y entonces por qué actuaras como si se tratara de un ser extraordinario!

- Porque, idiota, lo es. Ella también tiene uno de esos molestos espíritus dentro de su cuerpo. Ella también está poseída.

- ¿Ella también?

- ¿Yo también? Quieres decir que Sonic…

Shadow alzó la mirada, observándome de reojo, interrumpiéndome.

- Ese no es Sonic.

- Eso explica tanto… - Dijo incrédulo, regresándome a ver con los ojos bien abiertos. – Pero… eso en realidad no la hace importante, ¿verdad? – Empezaba a exaltarse, acercándose a Shadow, tomándolo de sus hombros. Igualmente él lo tomó de los suyos, y aunque un momento Sonic sonreía, al siguiente se veía más bien preocupado, con miedo.

- No era muy difícil adivinarlo, ¿o sí? – Shadow hizo una mueca, agachando la mirada, con los ojos cerrados. Empezó a arrastrar las palabras, se sostenía con dificultad, y el otro erizo se preocupó por él. – Ahora… ¡sal del cuerpo de mi amigo!

Sosteniéndolo, firme, algo comenzó a iluminarse entre ellos dos; temblaba. Culminó en una especie de explosión, pero algo había tenido de diferente. Sonic, sin haber quitado los pies del suelo, derrapó unos metros hacia atrás, retrocediendo. Shadow respiraba con agitación, sus manos contra sus rodillas. Humo salía tanto de sus manos como de los hombros de Sonic. Ambos respiraban con dificultad.

- Ya veo. Y tú no eres él, ¿verdad? – Rio, después de haberse puesto serio. – Porque, incluso pudiendo ver a través de estos ojos, decido todavía verte con los míos. – Dijo cubriendo su rostro con una de sus manos. – Y él definitivamente está cerca. Está en ti.

- ¿Shadow?

Regresé a verlo, finalmente de pie, retrocediendo hasta detenerme con un árbol, temerosa, viéndolo directamente al rostro. A diferencia de Sonic, su semblante seguía siendo el mismo de siempre, pero ahora todo se volvía confuso. Desde que lo conocí, él ha tenido esa misma mirada y esa misma actitud. Ha sido tanto tiempo…

- Sí, lo está… - Dijo colocando una mano sobre su pecho, sobre su corazón. – Y, si no quieres que se vaya, será mejor que me regreses a Sonic.

- No lo harías…

- ¿Lo haría? – Respondió escéptico. – Porque, créeme, yo no tengo que hacerlo. Él lo haría porque sé, siento, lo mucho que le repugna tu mera presencia.

- ¿Lo sabes? – Respondió volviendo a soltar una pequeña carcajada, dando unos aplausos, pero sabíamos que lo hacía para ocultar su verdadero temor. Sus piernas flaqueaban. – Interesante. Bien jugado, bien jugado, aquel al que llaman Shadow… ¿Pero sabes? No eres el único que puede hacer eso, yo también pienso lo que este sujeto piensa, y también puedo sentir lo que alguna vez sintió… o siente. – Sonriendo y, con una mano cubriendo sus ojos, alzando el rostro, añadió mientras que un humo comenzaba a desprenderse de su cuerpo. – Te felicito, no te atreviste a destruir este cuerpo. Se necesita gran fuerza de voluntad para ir en contra de los deseos de tu contraparte fantasmagórica. - Descubrió uno de sus ojos, mirando a Shadow con una sonrisa bastante intimidante, deformada. - Y, en realidad, eso me alegra mucho porque significa que yo no tendré que hacer nada, sólo dependo de sus débiles partes humanas y el resto se hará solo. – Cayó al suelo, sosteniéndose con dificultad con ambas manos. Alzó a ver a Shadow una última vez, con una sonrisa de oreja a oreja, tenebrosa. Reía. – Me alegra que sea recíproco.

Finalmente, se dejó caer totalmente contra el césped, como si así hubiera dado fin a una terrible pesadilla. O al menos un respiro de ella.

- Es todo lo contrario, y lo sabes, maldito enfermo mental. – Shadow retrocedió un paso, sin poder separar sus dientes al hablar, sus manos echas puño. Estaba furioso a tal punto que se había puesto rojo. No obtuvo respuesta.

- Shadow…

Volteó a verme de inmediato, en un principio sorprendido, como si lo hubiera traído de regreso al mundo. Al siguiente, se mostraba relajado.

- Vi esa gran explosión a lo lejos y sabía que estabas en problemas. – Soltó una carcajada, irónico. - Siempre lo estás… Lamento haber llegado tan tarde. – Y aunque su rostro develaba lo que aparentaba ser angustia, desconfiaba de su mirada.

- Shadow…

Sin embargo, antes de que pudiéramos añadir algo más, regresamos la mirada al escuchar su voz de nuevo. Después de no mucho tiempo, Sonic volvió a levantarse.

- Shadow… - Hablaba con dificultad, arrastrando las palabras. - ¿Qué acaba de suceder? ¿Por qué me duele tanto mi cuerpo?

- Porque eres débil. – Dijo alzándolo de la chamarra, mirándolo cada vez con más odio, como si la mirada con la cual lo había visto segundos atrás nunca hubiera existido.

- No te entiendo, ¿qué sucede?

- Lo que me faltaba. – Añadió lanzándolo contra el suelo, dándonos la espalda por unos momentos.

Me lancé como pude, tratando de atrapar al erizo, pero fue él quien me atrapó a mí.

- Miracle, no sé qué es lo que sucedió, sólo sé que te debo unas disculpas de aquí hasta que muera…

- No, no te preocupes, Sonic. No fuiste tú, ¿verdad? – Lo abracé con un brazo, mis ojos cerrados con fuerza. – Me alegra tanto que no hayas sido tú. – Susurré.

Me devolvió una sonrisa, pero veía en su mirada que él no estaba del todo convencido. De hecho, intentó apartarse de mí, como si temiera que se pudiera repetir.

Nos vimos interrumpidos cuando escuchamos a Shadow alzar la voz. Regresamos a verlo, se mostraba sumamente molesto.

- Ahora él sabe quién soy yo.

- ¿Él… quién? – Preguntó Sonic, alzando la mirada.

- ¡Ozane! – Respondió de un grito, apuntando al erizo con su dedo. – El espíritu que tienes dentro.

- ¡Ozane! – Exclamó incrédulo.

- ¿Qué tiene dentro?

- Si, pero no recuerdas nada porque él no quería que lo supieras. – Se acercó a paso rápido, firme, con el ceño fruncido, lo cual por instinto me hizo retroceder, asustada. Nos señaló a ambos. - Miracle comparte su cuerpo con quien sea alma benevolente, o qué se yo, que emana un aura asquerosa de bondad a kilómetros de distancia. Hay que ser estúpido para no notarlo… - Dijo con una mano contra su rostro, soltando un suspiro. – O no tener esa molesta habilidad… Y tú... ¡Tú ahora compartes tu cuerpo con un lunático! – Se enfureció al vernos tan desconcertados. - ¡Dejen de comportarse como estúpidos! ¿Les tengo que explicar todo?

- Sí, Shadow. – Dije levantándome, acercándome a él, a paso lento, pero sin chistar. – ¿Cuándo entró este espíritu a su cuerpo? ¿Quién es ese tal Ozane?

- Él, estúpidos, es-

- El tucán con el que peleamos en Jewel City… - Interrumpió. - …Fue cuando atravesó mi cuerpo y, bueno… desapareció…

- Bien, bien, ya era hora de que comenzaran a pensar. Pero, como ya lo vieron, él no desapareció.

- Maldita sea.- Al escuchar sus palabras, Sonic se dejó caer contra la tierra, boca arriba.

- Sí, justamente así. Maldita sea.

- Y ahora él sabe quién eres. Pero… - Lo tomé de su brazo al notar que planeaba dirigirse al erizo. - … nosotros no lo sabemos. – Acerqué mi rostro contra el suyo, mi frente contra la suya. - ¿Quién eres tú?

- Miracle, ¿de qué estás hablando?

Al principio, me miró con desconcierto, pero al poco tiempo, empezó a reírse.

- ¿Otra vez con la misma pregunta? A veces eres muy adorable, por no decir ingenua. – Dijo como si ignorara, o más bien, como si mi actitud le divirtiera, pues únicamente me tomó de mis mejillas y sacudió mi rostro, entretenido. Luego, me dio la espada. – Ni modo, ya ni siquiera tiene caso ocultarlo. Soy lo que ves, Miracle… - Volteó a verme con una sonrisa distinta, pretendía ser optimista… pero era ajena, distante. Falsa. – Un erizo poseído por un demonio.

- Pero… cómo, cuándo… dónde…

- Creo que es mejor si respondo a eso en el orden invertido. – Dijo alzando el rostro, observando las estrellas. – Ocurrió en Downhood… ¿Tres meses atrás? Sí, aún no nos conocíamos… Y, fácil; la primera pelea en la que perdí, fue contra un espíritu.


- ¿No vas a preguntar quién era ese espíritu? – Soltó una carcajada. – Siempre ignorando los detallitos. ¿No sabes que las cosas grandes están conformadas por cosas pequeñas? – Viendo que no obtenía respuesta, su sonrisa se borró por completo de su rostro. – Ese día conocí a nadie más ni nadie menos que Hamadi.

- Pero… pero…

- Sí, te faltó preguntar “¿por qué?” – Interrumpió recargándose contra un árbol, cruzando de brazos y finalmente mirándome al rostro con la seriedad debida, con la seriedad que, en efecto, era característica de él. – Pensemos un poco, Miracle, como espíritus. ¿Puedes hacerlo, cierto? Es difícil andar sin rumbo por este mundo desconocido donde ni siquiera puedes salir de día, donde no importa cuánto intentes reponer energías, uno ya no tiene un cuerpo al cual alimentar. Por eso es que nos necesitan, somos un refugio para ellos. Supongo que ese sujeto vio en mí lo que necesita para lograr su objetivo, sea cual ese sea.

- Shadow… - Pasaron unos segundos antes de que me atreviera a añadir. – ¿Es por eso que a ti no te importa morir?

- Ja, ¿de qué hablas?

- Cuando pusiste tus manos sobre sus hombros, y tu mano sobre tu corazón… - Me interrumpió con la mirada, viendo de reojo al otro erizo. Segundos después, cuando se encontraba lejos, fue como si me diera una señal para continuar. - ¿Acaso tú también puedes-?

- ¿Expulsar esos estúpidos rayitos? – Rio. – No, pero eso no es algo que quiero que él sepa.

Su respuesta fue un alivio. Él no había pensado realmente en hacer esa locura.

- Y la espada… ¿Por qué no fue por ella?

- Porque el idiota tiene otras prioridades, él tiene un único objetivo. – Dijo cruzándose de brazos, agachando la cabeza y cerrando los ojos, amargo. – Ahora es el doble de insoportable…

No quise hacer más preguntas, todavía no me atrevía a hacerlo. Ahora comprendía que, mientras tuviera a este ser extraordinario dentro de mi cuerpo, me apoderaría un temor incondicional cada vez que me acercara a Shadow. Aunque, bueno, estaba acostumbrada a eso. Y aunque él lo notaba, empezó a acercarse a mí, pasos más, pasos más, y si no fuera por mi condición, no hubiera dejado que me alcanzara. En realidad, impidió que me cayera.

- Miracle, contrólate… Shadow sí existe. – Dijo tomándome de las manos, acercándose a mí, serio. – Lo sé porque yo soy Shadow. – Su rostro se ablandó, mostraba seguridad. – Y no dejaré que ningún estúpido espíritu me manipule… Te felicito por haber superado tu miedo incondicional. Gracias por confrontarme. – Me regaló una sonrisa distinta, amigable, orgullosa. - … No lo vuelvas a hacer. – Y, soltándome con brusquedad, apartándome, añadió. – Ahora, quítate esa estúpida idea de salir corriendo, que si tú no puedes confiar en mí, yo puedo menos en ustedes dos. – Añadió adelantando varios pasos al frente, deteniendo a Sonic del brazo, quien, en efecto, ya se había adelantado. – Porque, ¿sabes? Ya tuve suficiente de este idiota huyendo.

- Shadow, por favor… ¡Suéltame! – Se sacudía, como si acaso la mano de Shadow sobre su brazo lo quemara, o algo por el estilo. En serio se esmeraba en zafarse.

- No hasta que dejes de comportarte como una nenita. – Lo detuvo con firmeza, jalándolo tras de sí, comenzando a caminar. – Andando, estoy harto de todo esto.

- ¿Y a dónde vamos? – Cuestionó el erizo, nervioso.

- A tu casa, ¿a dónde más? – Respondió, acercándoselo al rostro y viéndolo con desagrado, con los ojos entre cerrados, sin ganas de seguir discutiendo. – Tú y yo tenemos que hablar…

- Shadow… - Y aunque Sonic parecía tener la intención de protestar, no pudo hacer más que tragar saliva.

Preferí evitarme un mal rato y obedecí los pasos de Shadow. Fui tras ellos.

La confesión creo muchísima tensión entre los tres, pero eso sólo era más razón para permanecer juntos. Así que, mientras una parte de nosotros seguía siendo de aliados, la otra parte, por lo que entendía, indicaba que todos éramos enemigos.

Y aunque no comprendía cuál era el verdadero objetivo de Hamadi, o el de ese tal Ozane, lo que más me preguntaba era cuál era el objetivo de ese anciano que habitaba mi cuerpo.

Lamentablemente, yo no podía sentir ni pensar como lo hacía mi huésped, así que pronto quedé excluida del secreto que existía entre esos dos.

Y cuando finalmente empezábamos a ser un equipo…

---------- Aviso de Sam ----------

¡Boo! ; A ; / 

He regresado del otro mundo ; A ;/! 

Oh, Dios, al fin mañana termino con exámenes y seré completamente libre ; A ; / Pero no podía esperar, tenía que seguir con la historia y al fin terminé el nuevo capítulo ~u~!

Lamento la tardanza, la verdad sí me dio flojera pensar en escribir por un tiempo y sí que no quería escribir basura D: Así que espero esto sea de su agrado y me perdonen por mi irresponsabilidad x u x 

Volvemos a la rutina, cada Lunes un nuevo capítulo c: ! 

Espero este sea de su agrado n-n! 

Que tengan muy buen inicio de semana :D!