lunes, 23 de febrero de 2015

XXV


El tiempo que estuvimos buscando a Sonic resultó ser mucho más largo de que me hubiese gustado. Confieso que, después de haber llamado varias veces, y que en todas me hubiese colgado, todavía me sentía tentado a hacer una última llamada. Sin embargo, no hubo necesidad de hacerlo. Apreté el artefacto con fuerzas, era bueno saber que no lo necesitaríamos esta vez. 

- Ahí está, Shadow. – Dijo en un susurro, acercándose a mí y señalando al frente.

- Tengo ojos, Miracle. 

- Lo siento… ¿quieres que te acompañe? ¿O tienes algo más en mente?

- Iré sólo, no tardaré. ¡Cuidado! – La empujé sin chistar y la tiré a un arbusto al momento que yo daba un gran salto y desaparecía entre el follaje. El erizo había regresado a ver en esta dirección, y yo no quería que nos viera. 

Se encontraba recostado sobre una gran piedra. Sus ojeras eran similares a las nuestras, tampoco había descansado como se debía. La luz solar permitía ver dichas facciones con mayor claridad, por lo cual era fácil advertir que había tenido una noche pesada. 

Jugaba con una hoja seca entre sus dedos, pero en ningún momento regresó a verla. Tenía la mirada exclusivamente para el cielo. 

- Sal de ahí, Shadow. Ya sé que estás ahí.

- No dijiste “un, dos, tres, por Shadow”… - De un salto bajé de la rama, tragando saliva. – Aunque era yo quien te estaba buscando. – Para mi sorpresa, ahora era yo quien se acercaba al erizo a paso tímido, temeroso de iniciar la conversación. Rápido conseguí disipar esta absurda sensación. - ¿Cómo te sientes? 

- … Bien, ¿por qué no me sentiría bien?

- No lo sé, tal vez por la manera en la que huiste… -Soltó un suspiro, fastidiado. – Vamos, no me digas que otra vez con lo de Amy.

- ¿Puedes bromear con eso? – El erizo tomó asiento de súbito, mirándome incrédulo, pero con amargura. – No te entiendo.

- No estoy bromeando. Honestamente, soy yo quien no te entiende. ¿Por qué te fuiste así? Tampoco puedo leerte la mente. – Me acerqué a él, todavía con paso dudoso. Mi comentario lo había irritado.

- No te preocupes, sólo es una bobería.

- Entonces sí estabas pensando en Amy. 

- Shadow, sólo quiero que sepas que únicamente pienso en ella cuando la traes al tema.

- Por supuesto… - Me levanté de mi asiento y me pasé al otro lado, pues el erizo había esquivado mi mirada. Tuve que preguntar con una sonrisa burlona, una parte de mí se entretenía. Señalé su rostro. - ¿Es por eso que estás tan rojo?

- ¡Shadow! – Al exclamar mi nombre, lleno de vergüenza, perdió el equilibrio y cayó contra el suelo. No pude no reír. - ¿En serio tenemos tiempo para estas payasadas? 

- Eres tú quien no me dirá que es lo que tienes. – Respondí con mis manos tras la espalda, desviando la mirada, sintiéndome levemente fastidiado.

- Olvídalo, Shadow, no tengo nada. – Dijo sentándose, con una mano contra su cabeza. – Sigamos, no hay tiempo que perder.

- No hay prisa. – Interrumpí ofreciéndole mi mano, aún sin regresarlo a ver. – Además, no me arriesgaré a que esto se repita. Ya perdimos un día entero. – Ahora sí, vi su rostro. Me costó no mostrarme irritado, pero me calmé al ver que en su rostro había un dolor honesto. - A la gente de la ciudad le gusta hablar sus problemas, ¿cierto? Bueno, háblalo conmigo.

- ¿En verdad me escucharías? – Dudando, tomó finalmente de mi muñeca y se levantó.

- Sólo lo suficiente para que dejes de llorar. – Mi rostro había ganado un gran air de ira, pero hice todo lo posible por tranquilizarme. - ¿La extrañas? 

- ¿Qué? No, no, para nada.

- No suenas muy convencido. – Dije sentándome, juntando mis pies y agarrándolos con mis manos. – Vamos, no me ocultes nada. Aquí lo que buscamos es progreso, así que escúpelo antes de que yo vomite, ¿qué sientes por esa eriza? 

- ¡Nada, Shadow, nada! – Alzó la voz, dejándome pasmado en primera instancia. Ahora sí se mostraba convencido. – Me cae bien, es mi amiga, pienso que es bonita, pero no me gusta, ni mucho menos la amo.

- De ser así, ¿por qué tanto sufres por ella?

- ¿Sufrir? ¡No! ¡No! ¡Lo entiendes todo mal! – Se alejó de mí, dándome la espalda, con ambas mano contra su cabeza, alzando la voz como loco. – Es verdad que la relación no era la mejor, y no lamento que haya terminado. Lo que lamento, es que se haya dado. ¿Por qué involucrarme así con una chica cuando no tengo sentimientos por ella? ¿Porque es bonita? – Me había regresado a ver al preguntar aquello último, yo sólo no lo comprendía. Se dejó caer contra el suelo. – Soy un patán.

- Bueno, eso yo no lo sé, ni me interesa, pero lo intenté. – Me acerqué a él. - Te gusta, no la quieres, te lamentas ser un gigoló. Ya le pediste perdón y no lo volverás a hacer, asunto arreglado. Ahora que todo está en claro, ¿nos vamos? 

- ¡Agh! ¿Por qué sigues pensando que mi malestar se debe a ella? – Se atrevió a cuestionarme con gran exaltación, levantándose y acercándose a mí de súbito, retándome.

- Si no es Amy, ¿entonces quién? – Pero yo también podía retar a ese idiota.

- ¡Tú, Shadow! ¡Tú! 

Escuchar su respuesta, tenerlo tan cerca y eufórico me dejó una sensación terriblemente amarga. Este idiota seguía sintiendo lástima por mí, y aunque ya sabía la respuesta de antemano, me atreví a preguntar.

- ¿Por qué yo? 

- ¿En verdad me preguntas eso? – El erizo se dejó caer nuevamente contra el césped, con los ojos cerrados y soltando un suspiro, pero su rostro todavía se mostraba irritado. – Lo siento, Shadow… Igual ya no quiero seguir pensando en eso… - Se acercó, se sentó frente a mí y, desviando la mirada varias veces, no lograba posar su mirada sobre la mía. Cada vez se ponía más tenso, se perdía, estaba perdido en sus pensamientos.

Lo tomé de los brazos, traté de sacudirlo, una y otra vez, pero se había perdido en el mar de ideas. 

- El momento…. Un eco zumbaba en mi cabeza, todavía lo escucho. Cuando valore la vida… Su corazón artificial… Me agobia este recuerdo… ¡Los odio!... ¡Tiempo!... – Ahora fue él quien me tomó de los brazos y me sacudió, robándome las palabras. - ¡Haz que se detenga! – Hizo una larga pausa, bajó la mirada. - ….Muerte…. Shadow. 

Volvió a abrir los ojos. Finalmente salió de su trance, no dejaba de temblar y todavía unas cuantas gotas de sudor recorrían su rostro. Había dejado de ser él por un momento. 

- … Shadow… - Repitió mi nombre, ajeno. – El momento… - Se paró frente a mí, retrocediendo. - ¿Por qué? ¿Por qué tú? Yo… - Gruñó, sus manos contra su cabeza, como si buscara el momento para golpearse, una y otra por vez. – Sé que sólo te conozco por un par de semanas, pero… - Calló unos instantes. – No es fácil saber que en cualquier instante podrías perder a un amigo.

- Otra vez con eso. – Fui yo quien desvió la mirada esta vez, torciendo los ojos. – Llámalo como quiera, pero a la final soy…

- A la final tú eres mi único amigo.

No se dijo más durante un largo instante, un largo silencio. Pensaba en lo habitual que se había vuelto esto; su mirada contra la mía, obligándome a callar por su tono y por sus palabras. Pero había pasado de ser una sensación molesta a una más bien de sorpresa. 

Odiaba reconocerlo, pero sus emociones eran más fuertes que mi propia razón. Seguía siendo, de hecho, un niño.

- Tranquilízate, Sonic. – Finalmente me levanté completamente, quitándome la tierra de encima. – No me va a pasar nada.

- ¿Quién puede garantizar eso?

- Yo te lo garantizo. – Pero no se veía muy convencido. Me veía con cierto temor, lo había vuelto a hacer. Estaba siendo un idiota. Pronto me tranquilicé, exhalé y recuperé mi convicción. Puse mis manos sobre sus hombros, acercándome él. – Estaré bien, y esa es una promesa.

Su rostro delata que no sabía ni qué responder, no porque estuviera sin palabras, pero porque tenía tantas emociones encontradas que en aquél momento apenas y podía mantenerse de pie. Tuve que sacudirlo levemente, pues aunque me veía directamente al rostro, parecía tener su mente en otro lugar. 

- Además, Eggman es más estúpido de lo que crees, ¿verdad, Miracle?

Con su tierna voz, tímida, preguntó desde lejos.

- ¿Ya me puedo acercar?

Pero antes de que pudiera responder, el erizo me susurró.

- ¿Podría regalarnos un minuto?

Regresé a verlo y noté el cambio, ahora estaba sonriendo. Tal vez con dificultad, pero lo hacía. Un momento más no haría daño. Yo también había sostenido una sonrisa sin darme cuenta. Había recuperado mi buen humor, y la verdad es que Miracle podía llegar a ser molesta. 

Odiaba esto…

… pero Sonic también era mi amigo.

- No me pasará nada malo. – Reanudé al notar que el minuto pasaba en silencio. - Porque algo malo le pasará a él primero, y eso también te lo puedo garantizar. ¿Cuento contigo? 

- Por supuesto, Shadow. – Dichas estas palabras, Sonic volvió a ser parte del equipo, mi equipo.

- Bien, así me gusta más. – Solté al erizo y retrocedí unos pasos. Mi sonrisa se desvaneció al instante al ver su rostro. No fue reemplazada por seriedad o enojo, simplemente me confundía verlo tan absorto en sus pensamientos. - ¿Seguro que ya te encuentras bien?

Como si sólo hubiera escuchado mi voz, pero no mis palabras, volvió en sí. Él también desvió la mirada, apresurado. 

Sacudí la cabeza y me concentré. Alcé la mano y la coloqué frente a mi boca, como si fuera un megáfono y dirigí mi voz al bosque. - ¡Miracle, ven!

Tímida una vez más, esta vez asomó su rostro, vio a todos lados y sólo después de un breve vistazo finalmente salió de su escondite. Por su naturaleza, confiaba que no se encontraba espiando nuestra conversación, por lo cual no me causó molestia alguna que se acerca, incluso a paso tan lento. Se detuvo unos instantes, regresó a ver al erizo. Había una tímida sonrisa en el rostro de ambos, como si temieran que los viera. 

Sonreí, y ello les dio mayor confianza. Ya no ocultaron su optimismo. Empezábamos desde cero, y esta vez lo haríamos bien.

- Bueno, es verdad que ahora no tenemos nada. – Recto, con mis manos contra mi cintura, solté un suspiro reprimido. Volvía del sendero del optimismo a las horribles sombras de la realidad. – Tal vez Miracle sí tenga información relevante, además de que tiene esa maldita espada, pero eso no nos es suficiente. Repito, no tenemos nada.

- ¿Cómo no? – Cuestionó riendo, regresando a ver a todos lados. – Si hay alguien que conozca la base de Eggman de pies a cabeza, es ella, ¿no? 

- Sí, lo soy. – Miracle respondió confundida, igual lo estaba yo, pero por razones diferentes.

- ¿Qué tal empezar por ahí?

- No, no, Eggman no es nuestra prioridad ahora. – Interrumpí sus murmullos al comprender, lo que dejó a Sonic atónito. – Lo que queremos ahora es detener a esos espíritus. 

Ambos me vieron incrédulos, con los ojos bien abiertos.

- ¿Por qué les sorprende tanto? ¿No lo entienden? – Me hinqué, frotando la tierra vigorosamente con una mano. – Eggman quiere usar a esos seres en su beneficio, y nosotros no queremos eso, ¿verdad? 

Asintieron, todavía dudando.

- Entonces tenemos que detenerlos, además de que andan desatados, por lo que necesitamos información antes que nada. Sólo si detenemos a los unos, podremos detener al otro. 

- Puedo decirte todo lo que sé, ¿pero por dónde empezar después de eso? – Preguntó bajando la mirada, avergonzada de sus pocos avances.

- Cállate, que eso es a lo que voy. Esto es lo que haremos. – Con ayuda de una rama, dibujé en la tierra lo que sería un mapa de la parte centro del continente, zona en la que nos encontrábamos. Primero, señalé la gran ciudad. – Hay muchos libros en Jewel Ciy, ¿verdad? – Pregunté regresando a ver al erizo, curioso.

- Los hay.

- Cuento contigo para que rescates toda clase de información relevante al tema… sabes leer, ¿verdad?

- Tú también sabes leer. – Se cruzó de brazos, refunfuñando. Ya sabía por la escuela que los libros eran su debilidad, pero ahora sí estaba actuando como un niño. 

- Sí, pero yo estaré ocupado en Downhood. – Respondí reprimiendo mi fastidio. 

- ¿Downhood? ¿A qué vas de nuevo a esa ciudad? – Preguntó con sorpresa, le disgustaba la idea.

- Conozco a alguien que sabe del tema. Ella podría ayudarnos.

- Ya veo… - Aceptó con cierta resignación. Luego bajó sus ojos, desviando la mirada, con un tono lastimero. – Espera, ¿acaso otra vez nos dividiremos?

- Sí, Sonic… - Me levanté sin prestar mucha atención a sus emociones. – No tenemos mucho tiempo, esto debe ejecutarse hoy. 

- ¡Hoy! – Corearon ambos, incrédulos.

- ¿Son sordos? Sí, hoy. – Alcé la voz, quitándoles sus miradas de idiotas. Al ver sus nuevos rostros, traté de tranquilizarme una vez más. Todavía tenía esa absurda idea en mente. – Lo siento, pero así son las cosas. – Les di la espalda, serio. – Nos veremos en la segunda parte del bosque, Eternal Summer. 

Antes de que pudiera dar el primer paso, la vocecita chillona de Miracle interrumpió.

- ¡Espera! ¿Y qué haré yo? ¿Debería volver a la base? ¿Debería enfrentarme a más espíritus? – Di unos pasos hacia ella y coloqué mis manos sobre sus hombros, viéndola al rostro. - ¡Puedo ir contigo a Downhood! ¡No soy una inútil, Shadow! 

Pero ignoré sus súplicas. 

- Es hora de que vuelvas a casa. 

– No, no… Shadow, no puedes… 

Entendió mal, pero no cambiaba el hecho de que mis palabras tranquilas la habían, más que sorprendido, alegrado.

Sólo le di un par de palmadas en el hombro antes de soltarla y volví a darle la espalda, devolviéndole una última mirada. 

– En la noche me cuentas cómo está tu familia.

Hizo ese estúpido gesto de pulgar hacia arriba al ver a Sonic hacerlo, qué manera tan absurda de mostrar optimismo. No hice más que negar con la cabeza, eran un par de niños. Por eso no podían ir conmigo. 

En Downhood, no hay tiempo para juegos. Ni amigos.

---------- Aviso de Sam ----------

*18/03/2015

¡Buenas noches ^ - ^!

Y noches porque las tareas y el estudio me tienen loca todo el día ): (O con mera flojera, no? |3 ) 

Cumplo mi palabra y aquí les traigo un nuevo capítulo de Corazón Artificial ^ - ^ Espero sea de su agrado! ... A mí me gusta XD U 

Definitivamente todo se va al garete en este capítulo eriugheruihgerui D,:! 

¡Cuídense mucho y, como siempte, tengan bello inicio de semana ^ - ^  /!

Muchas gracias por su apoyo y sus comentarios, me alegran muchísimo! :D

Hasta la próxima n-n

lunes, 16 de febrero de 2015

XXIV



Nos encontrábamos en el bosque una vez más. Era de noche y me sentía intranquila, no por la oscuridad, pero por tenerlo a él tan cerca. Me ponía nerviosa, cierto, pero otra parte de mí se encontraba más bien preocupada por el otro erizo, quien tan inesperadamente se había ido. Cuando llegué a la sala en la que se dio la discusión entre Shadow y el profesor Eggman, él ya se encontraba ahí, escondido, escuchando. Llevaba bastante más rato ahí que yo, podía adivinarlo por la atención que prestaba a cada palabra, su mirada perdida y cuerpo tembloroso. Nadie podría decir qué tanto había escuchado, pero ciertamente algo de lo que se dijo dejó al pobre trastornado. 

- Ya volverá. – Shadow interrumpió mis pensamientos, soltó un suspiro. No se mostraba molesto, tampoco serio. Veía al frente, veía con una mirada perdida el camino por el que había desaparecido el erizo. – De todas maneras, tenemos comunicadores. Ya nos pondremos en contacto.

- Sí, esas cosas salvan vidas…

Desvié la mirada, apenada. No quería verlo, no quería estar sola con él. No sabía qué planes tenía, y definitivamente no quería ser parte de ellos. Yo también quería irme.

- Vámonos. – Pero él ya se había acercado a mí. Colocó su mano sobre mi hombro, aún sin desviar la mirada. Después de unos instantes me regresó a ver. Su rostro se mostró sorprendido ante mi reacción, pues había retrocedido un paso, temerosa. Sin embargo, añadió con una voz todavía más tranquila. – No ganamos nada quedándonos aquí varados.

- ¿Y qué esperas ganar? – Pero ni mi pregunta ni el tono con el que la hice lo irritaron. Su mirada era distinta. No era el ser amargado de siempre.

- Miracle, no espero ganar nada. – Bajó su mano y me tomó del antebrazo, jalando suavemente, andando sin dejar de mirarme. – Sólo quiero ir a caminar, ¿me acompañarías? Tal vez podemos platicar un poco en el camino.

Aunque pasmada por sus palabras, por su nueva actitud, no hice mucho por no seguirlo. Era preferible ponerme de su lado ahora que se encontraba de buen humor, y rezaba con fervor que no deparara en lo que hacía. 

Sin darme cuenta, había estado caminando a la misma altura que él incluso después de haber soltado mi brazo. No lo veía, no sabía dónde posar la mirada, tan incómoda me sentía. Quería romper este penoso silencio, pero a su vez tenía miedo de hacerlo. No me atrevía a dirigirle la palabra incluso cuando tenía algo importante que decirle, aunque aún no me fiaba del todo del erizo. 

- Shadow. – Dije tímida, mi voz era apenas audible. - ¿Acaso todavía no has notado algo… no sé, sorprendente? – Pregunté, un tanto orgullosa, un tanto contenta.

- Recuperaste tu espada. – Pero ni siquiera regresó a verme, ni se mostró amigable en lo absoluto. - No debiste correr tan peligroso riesgo para recuperarla, ¿o querías enfurecer todavía más al huevo andante? – No esperaba que reaccionara así, creía que le alegraría saber que lo habíamos dejado sin armas, pero parecía que eso a él ya no le importaba en lo absoluto. Bajé la mirada, desilusionada, y él lo notó. –… Me alegra que te encuentres bien.

El silencio volvió a apoderarse de la caminata. Seguía sin atreverme a hablarle, pero constantemente alzaba la mirada y lo veía de reojo, curiosa. Él parecía encontrarse igual que yo. Por suerte, la caminata no duró mucho. Detuvo el paso, temerosa.

- Lo siento, ha sido un día muy pesado, ya no puede seguir andando. Estoy exhausta.

- Está bien. Esta parte del bosque luce bien y el frío es tolerable. – Se sentó, palpando la hierba bajo sus piernas. – Aunque hay una que otra pierda, ¿te molesta?

- ¿Desde cuándo te importa? – Le di la espalda, tomando asiento igualmente. Comenzaba a irritarme su nueva y extraña forma de actuar, algo quería. 

- Lo siento. – Mas su respuesta fue inesperada. Se recostó, con las manos juntas, contemplando el cielo. Después de tanto tiempo caminando, el follaje finalmente permitía ver con claridad más allá de él. – Descansa, Miracle.

Tenía razón, el suelo estaba empedrado, pero el cansancio era tal que me quedaría dormida con tan sólo cerrar los ojos. 

La verdad era que estaba equivoca, no me dormí al instante. Tan sólo en la mañana huía de él por mi vida y ahora parecía importarle nuestro bien estar. No podía sacar de mi cabeza el asunto. Una vez más pensé en el erizo azul. Cuando me ayudó a salir de aquella base tenía un semblante alegre, lleno de vida, incluso para la situación en la que nos encontrábamos. Y ver su rostro perturbado al salir, con un aire desquiciado y confundido… me hacía sentir culpable. Él no tenía que haberse involucrado en el juego del profesor Eggman.

Eventualmente me quedé dormida.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido, un estruendo me despertó. Había pasado poco tiempo, recién salía el sol. Y, aunque me pesaban mis ojos, pude abrirlos.

- No hagas ruido. – Advirtió en un susurro, colocando su brazo frente a mí. Shadow ya estaba despierto. Volvía a escuchar su tono serio, como si jamás se hubiera ido. 

Mi corazón dejó de latir por unos instantes. Aquel ruido no había sido uno cualquiera. Era una voz, un par de voces, voces bien conocidas. Creía que lo había imaginado, que una vez más había sido mi mente burlándose de mí, pero pronto comprobaría que no era así.

- ¡Vaya, no puede ser! ¡Pero si es Miracle! – Exclamó el chico con una viva sonrisa, honesta. Le daba gusto a ese desgraciado verme. 

- ¿Miracle? ¡Pero cómo has crecido! – Acompañó la otra chica, entusiasmada, pero su sonrisa era distinta. 

- Y ustedes cómo han envejecido. – Interrumpió Shadow, cortante, poniéndose a la defensiva. 

- No te pongas así, que no nos hemos olvidado de ti tampoco. Tú sigues igual de enano como cuando nos conocimos. 

- ¿Qué rayos hacen ustedes aquí, Amunette? – Pero hizo caso omiso de su insulto, manteniéndose firme.

- Relájate, Shadow. – Respondió la chica, desinteresada, con las manos contra su cintura, casi ignorándolo. – Nos gusta mucho este bosque. Abasi creyó haberlos visto mientras jugábamos, queríamos saber si gustarían unirse. 

- Ya están muy grandecitos para andarse con estupideces, ¿no crees? – El comentario de Shadow terminó por borrar la sonrisa del rostro de Amunette.

- ¿Acaso todavía siguen enojados con nosotros? Pero si nosotros no les hicimos nada malo, fueron ustedes quienes nos atacaron con esa estúpida espada. – Al mencionar aquello, la chica señaló el arma con una gran mueca en su rostro, a lo cual casi por instinto oculté el arma tras mi espalda, como si así pretendiera que olvidaran que la traía. – Pretendían matarnos. Es gracioso, ¿no? – Pero pronto recuperó su buen humor, soltando una viva carcajada. - Deberían aprender de nosotros y dejar el pasado en el pasado.

- Eso explica tu apariencia, sí que dejas el tiempo en el pasado. En un par de días serás una anciana y, con suerte, unos días después ya sólo serás polvo.

- Ja ja, tan brillante y gracioso como te recuerdo, erizo.

- Tranquila, Amunette. – Interfirió el chico que la acompañaba colocando su mano sobre su hombro, acercándose. 

Ahora que se encontraban a la misma altura, comprobé que Shadow tenía razón en algo. No daba crédito a mis ojos por lo cansados que estaban, y tampoco le daba crédito a él, quien ya tenía arrugas permanentes bajo los suyos. Pero era cierto, estaban bastante cambiados. Mantenían la misma mirada, esos fríos ojos rojos y pequeñas bocas, sus pequeñas y redondas orejas, esa mezcla de pelaje característico de su especie, ora blanco, ora negro, y su corta cabellera negra como la más pura oscuridad. Cuando los conocimos, difícilmente podías adivinar quién era quien, eran apenas unos niños. Ahora lucían mucho mayores, la diferencia en anatomía era clara, ahora eran más grandes que Shadow. Y ni siquiera habían pasado más de dos meses.

- ¿Te sorprende? A nosotros también. Somos amos del tiempo. - Como si adivinara nuestra inquietud, prosiguió a dar una breve explicación. - Esa ilusión ya no rige sobre nuestros cuerpos, nos gusta creer que se debe a que nuestro lazo es mucho más fuerte, nuestro deseo a permanecer siempre juntos. – Abasí esbozó una sonrisa, con los ojos cerrados, como si abrazara su tiempo mientras recordara. – O, bueno, eso mientras sigamos siendo etéreos. No rechazamos nuestra corporeidad, eventualmente la recuperaremos gracias a este inesperado fenómeno que nos ha permitido regresar. Pero incluso cuando eso suceda, nosotros seguiremos siendo más poderosos, seguiremos siendo eternos. Ahora nos ven como morimos, ya éramos unos adultos… Es bueno volver a tener una segunda oportunidad… - De súbito, alzó la mirada. Su sonrisa era completamente distinta, confiada. Sus ojos resaltaban, y verlos tan abiertos, junto con su afilada dentadura, me heló la sangre. – ¡Cosa que ustedes no tendrán!

El niño... el panda adulto se echó a correr hacia mí con una sonrisa marcada, acompañado de esa terrible carcajada que no había cambiado en lo absoluto. Me paralizó por completo. Pero no a Shadow. 

Lo interceptó arrojándose sobre él, tirándolo contra el suelo. El erizo terminó sobre Abasi, impidiendo que se levantara usando el peso de su cuerpo. Amenazaba con golpear el rostro del panda sin piedad alguna.

- ¡Pelea limpio, Shadow! 

A diferencia de él, su hermana llegó a mí sin contratiempo alguno. Con movimientos lentos, pero aun así impredecibles, me atacó. Más bien, parecía que nos habíamos visto envueltas en una clase de danza. Podía detener sus golpes, esquivarlos, pero eso era lo que ella quería, ponerme a prueba. Para mi suerte, no pudo pasar al siguiente nivel. Echó a correr en dirección opuesta, dirigiéndome una última mirada, esa sonrisa fría, como si me dijera que esperara. Al igual que su agilidad y su fuerza, su burlona manera de ser seguía siendo la misma. 

- Qué gracioso que seas tú quien diga eso, Abasi. - Tenía ambas manos restringidas, forcejeaba y se retorcía sin resultado alguno, no conseguía liberarse. - ¿Para qué? ¿Para que seas tú quien juegue sucio?

Pero cuando el primer puñetazo iba directo a su rostro, Amunette se lanzó sobre Shadow, dejándolo ahora a él contra el suelo, quedando bajo la mujer panda.

- A nosotros no nos importa el juego, lo divertido es ganar.

No perdió tiempo e inmediatamente golpeó al erizo. Tres veces fue golpeado y tres veces soltó un quejido hasta que finalmente me atreví a abandonar mi puesto y me eché contra la chica, quitándola de encima.

- ¡Vamos, no podemos seguir con este absurdo!

Inmediatamente me lanzó contra un árbol, golpeando mi estómago con ambas piernas.

Resbalando contra el tronco, antes de que tocara el suelo, en un instante increíblemente corto, una mano rodeó mi cuello, estrellándome e impidiendo mi descenso. 

- Son muy aburridos, tal vez sería más entretenido si no tuvieran voluntad propia. Eso los volvería más bien nuestros juguetes. - Amunette presionó con más fuerza, sentía sus uñas clavándose contra mi piel. Sonreía con malicia, divertida al ver mi rostro ahogado, suplicando con debilidad que me soltara, inútilmente. Detestaba esta sensación, la pérdida de oxígeno, la pérdida de fuerza, sentir que te robaban tu tiempo, se desvanecía.

Ella fue quien se desvaneció. Me soltó de súbito, soltó un gran sollozo, el dolor venía de su orgullo. En un abrir y cerrar de ojos, el aura rojiza que la rodeaba la hizo retroceder, destruyó su cuerpo, silenció su voz, atrapó su esencia en la espada.

- Y ahí se va tu preciada corporeidad... - Cuando pude alzar la mirada, con mi mano contra mi garganta, jadeando, vi a Shadow con la espada ya blandida, una sonrisa confiada, divertida. – No entiendo por qué dicen que esto es aburrido, ¡yo me estoy divirtiendo mucho! - Volvió a ponerse recto, apoyando el arma contra su hombro. Abasi se mostraba nervioso, no podía ocultar su temor, gruñía. - La historia se repite, pero ahora es todo lo contrario. Ahora es a nuestro favor. 

- No, no puede ser... Amunette... - El joven panda se dejó caer de rodillas, las manos contra el suelo, incrédulo, viendo desconcertado el lugar en el cual la chica panda se encontraba momentos atrás. - ¡Qué rayos le hiciste a mi amor! ¡Qué demonios ocurre cuando nos cortas con esa maldita espada! 

- ¡Ah! Esa es una pregunta fuera de lugar... Y un dato que no esperaba escuchar. – También quedé incrédula al escuchar aquella manera de dirigirse a Amunette. - ¿Acaso ustedes son de esos hermanos que… cometen incesto? – Preguntó tragando saliva, desviando el tema.

- ¿Qué? ¡No seas imbécil! – Replicó el chico panda, furioso. - ¡Amunette es mi novia!

- Pues qué gustos tan feos tienes. – Dijo Shadow recuperando su buen humor y su serenidad. – Bueno, eso a mí no me incumbe. Verás, la espada es la única de ustedes que mantiene parejo su ya inexistente esencia y a su vez su esencia en este presente; no puede completarse como ustedes. En otras palabras, existe al mismo tiempo que no existe. – Shadow comenzó a explicar mientras hacía girar la espada en su mano, con los ojos cerrados. Parecía desinteresado, pues no se dignaba a mirar al panda, pero esa sonrisa en su rostro delataba que más bien lo disfrutaba. - Al parecer, cuando sus cuerpos chocan contra su filo, recuerdan esa inestabilidad, esa imposibilidad de existir en dos tiempos tan distintos al mismo tiempo, y se ven obligados a desaparecer. Para suerte de ustedes, la otra parte del arma impide que se marchen por completo. 

El panda quería interrumpirlo, callarlo, de cualquier manera, pero callarlo. Mas su cuerpo lo traicionaba, no podía siquiera pronunciar palabra, no se diga moverse de su lugar. La evidencia era clara, el erizo no fanfarroneaba, y se lo había demostrado. No tenía las agallas para enfrentárselo. Ahora era Shadow quien se divertía con Abasi, se burlaba de él, de ese ser tan frío que por tanto tiempo se había burlado de mí en sueños. 

- Pero éste no es el caso. – Subió la mirada, se encontraba todavía más pasmado. No dejaba de odiar esa mirada seria con la que ahora Shadow concluía su explicación. - Miracle descubrió algo todavía más efectivo, no tan temporal. Amunette no volvió al lugar del que vino, ella está encerrada en la espada. - Y así, con una sonrisa mucho más marcada y cruel que las que había visto alguna vez en el rostro de alguno de esos dos mocosos, el erizo me arrojó la espada, la cual atrapé con dedos torpes. - Permítenos hacerte una demostración. Miracle...

Gruñó y, en contra de lo que hubiera sido más sensato, optó por correr hacia mí, retándome. Tragué saliva y no lo pensé ni un instante más. Blandí la espada y, para mi suerte, un ráfaga de tonalidad rojiza salió dispara en línea recta, a una velocidad impresionante. Más impresionante aún fue que el panda consiguiera esquivarlo, aunque no había sido por su seguridad. Había sido un golpe de suerte, y él lo sabía. Esta vez fue más prudente y, nervioso, con las piernas flaqueándole, echó a correr en dirección al bosque. Pero yo no pensaba dejarlo escapar. 

Tan fugaz como lo pensé, tan fugaz salió disparado un segundo ataque. El quejido que proferían aquellos seres al desaparecer era insufrible, y él había aprovechado sus últimos instantes de existencia para maldecir nuestros nombres, para odiarnos. Aunque eso ya no era una novedad para nosotros.

Mi seriedad se desvaneció al mismo instante en que lo hizo Abasi. No pude reprimir una sonrisa de oreja a oreja, incluso quería llorar y Shadow lo notó. Finalmente mi alegría era evidente, pues me había dejado caer al suelo de rodillas, sin desviar la mirada de la espada.

- ¡Al fin se puede hacer justicia, Shadow! – Expliqué, contenta, antes de que él preguntara ya que temía que considerara mi actitud una pérdida de tiempo, pero realmente estaba muy contenta. Vi que torció los ojos y, con la intención de fastidiarlo un poco, añadí. – Somos un gran equipo, Shadow y Miracle.

- ¡Ja! Cómo digas. – Él se cruzó de brazos y yo sólo solté una leve carcajada. Su ira de días anteriores había desaparecido y ahora volvía a ser el amargado de siente. Aunque, lo que dije momentos atrás, era en serio. 

- ¡Hemos mejorado muchísimo, Shadow! – Me levanté de un salto, quedando frente a él, obligándolo a que me viera al rostro. - ¡Amunette y Abasi eran sujetos muy poderosos! ¡Y los derrotamos en cuestión de segundos, como si sólo hubiera sido un juego! 

- Sí, pero también eran sujetos muy descuidados. – Bajé la mirada y las orejas al escucharlo replicar en aquel tono tan serio. Al parecer, no estaba convencido como yo de que algo extraordinario había sucedido en aquel combate, y aunque moría por preguntárselo, opté por callarlo. Viendo mi rostro desilusionado, pareció tranquilizarse una vez más. Colocó su mano sobre mi cabeza, obligándome a alzar la mirada, con pena. - Me alegra que ese par de idiotas ya no estén sueltos. 

Lo recordaba, lo sabía. Shadow sabía a la perfección lo que esos pandas significaban en mi vida, sus palabras lo confirmaban. Le incumbía. Sonreí. 

Recuperada la confianza, quise hacerle una pregunta, mas siguió hablando al instante.

- Bien, ahora que hemos arreglado nuestras diferencias con ese par de niños… adultos… amantes… - Se interrumpió un instante, como si un escalofrío hubiera recorrido todo su cuerpo. A mí también me causaba conflicto pensar que esos dos eran más bien pareja, y no hermanos como siempre había pensado. - … tenemos que encontrar a Sonic. 

- El erizo azul… - Bajé la mirada, reprimiendo un suspiro. Había pasado medio día desde que se había marchado, pero la culpa hacía que se sintiera como más.

- Tomaré eso como un sí.

- ¡Definitivamente es un sí, Shadow! – Repliqué saliendo de mis pensamientos, convencida de que lo encontraríamos. 

- Entonces no perdamos más tiempo.

El erizo me dio la espalda y emprendió la marcha, en un comienzo a paso lento. Al cabo de unos instantes, ya se encontraba corriendo, a una velocidad considerablemente alta, pero también considerablemente amable, pues todavía podía seguir su paso. Si bien era cierto que me desconcertaba su cambio de humor y su presente amabilidad, o lo que eso fuera, más consternada me tenía lo que había sucedido momentos atrás entre Amunette y él. 

- Shadow… 

No dijo nada, pero regresó la mirada. Eso era gesto suficiente. 

- ¿Acaso tú también puedes usar la espada? 

- Oh, eso… - Hubo un breve silencio entre mi pregunta y su respuesta. – Yo diría que fue un poco de convicción. 

Continuamos con la búsqueda, me perdí una vez más en mis pensamientos. Siempre había creído que tenía algo especial y que por eso se me había confiado la espada, pero Shadow es cien veces más capaz que yo en absolutamente todo. No podía sacar de mi cabeza el por qué, no sin un aire de tristeza. La verdad es que Abasi no había sido el único que había aprendido algo de las palabras de Shadow.



---------- Aviso de Sam ----------

*18/03/2015

¡Hola! ^ - ^

Se siente como si cada vez los Lunes fueran más feos que el anterior óuo ¿Qué tal su día? ¿Mejor? x u x
Se siente bien mantener mi palabra y mantener el blog con vidaaaa~

Oh, rayos! El momento en que todo se va al garete S: !

Y bueno, como siempre de verdad muchísimas gracias por su apoyo, que esta historia no sería nadie sin gente que la lea XD U En serio espero que sea de su agrado y cada vez las cosas se pongan más interesantes, que les guste :D

¡Cuídense mucho y tengan bello inicio de semana ^ - ^  /!

Hasta la próxima :3

viernes, 13 de febrero de 2015

Primer Paso; Nosotros (Especial San Valentín)

¡Hola! :3

¿Cómo están? n-n 

Yooo estoy enfermita, rayos XD Mañana es San Valentín, entonces creo no estaré por aquí, por lo cual aprovecho para publicar el especial, yay! n-n!  Meh, la verdad es que nunca me ha fascinado la fecha haha pero pues ya qué, igual todos los días hay que vivirlos bien -u-U (Si es que me mejoro, rayos O: ! ) 

Bueno, la verdad es que no creí que lo haría, pero lo hice. Aquí les traigo el primer especial de "Corazón Artificial", en esta ocasión de San Valentín c:

Antes de comenzar, quisiera dejar algo en claro. Sí, los especiales tienen que ver con "Corazón Artificial", pero no son estrictamente parte de la historia. No siguen el orden cronológico de la historia, podrían más bien llenar huecos, esos saltos de tiempo que de repente se dan en la historia, podrían revelar el pasado de algunos personajes o ir más a futurooo~ Depende del especial ^ - ^ Pero no afectan la historia, no influyen en los sucesos, podría decirse que son "puro relleno", puro detalle XD Aunque son una buena oportunidad para conocer mejor a los personajes y los hago con amor para que les guste haha : P

Ya fue mucha habladuría XD! Espero haberme dado a entender, y si no, ya lo entenderán después de leer el especial :3 

Espero sea de su agrado! :D Nos vemos luego y espero tengan un precioso San Valentín! n-n


---------- Primer Paso; Nosotros  ----------

Era jueves y la jornada de clases aún no terminaba. Estábamos a dos clases de salir y yo ya estaba completamente perdido, perdido tanto de la clase como en mi novia. Novia. Estábamos a un par de días de cumplir dos semanas de noviazgo y aún no podía creer que aquella hermosa niña estuviera conmigo. Era realmente bella, inteligente y graciosa. Claro que siempre se ve a uno con ojos de perfección cuando se está enamorado, y yo… bueno... yo estaba enamorado de Amy Rose.

- ¿Ya terminó de suspirar?

No pude evitar sonrojarme cuando la profesora interrumpió de súbito mis pensamientos, bruscamente evidenciando ante todos lo que estaba sintiendo, pues era más que obvio. No estaba apenado, no precisamente por mí, ¿acaso tenía algo de malo que supieran lo que era cierto? Sin embargo, se escuchaban risas en el salón, especialmente por parte de sus amigas, quienes comentaban entre ellas el tema, soltando carcajadas y volteándome a ver constantemente, como si ignorara que me observaban. Mujeres. Pero Amy no reía. Se encontraba mejor dicho apenada, roja como tomate, e incomodarla a ella era lo que realmente me había apenado a mí. Había sido un tonto.

Finalmente sonó la campana y todos huyeron apenas pudieron, por donde pudieron; puertas, ventanas y hasta por el techo si les hubiera sido posible. Amy seguía en su lugar, recogiendo sus cuadernos y acomodándolos dentro de su mochila.

- ¿Estás lista para tu entrenamiento de porras? – Pregunté curioso, ayudándola con sus libros, tratando de iniciar plática.

- En realidad, no pensaba quedarme hoy. – Respondió con un tono maquinal, echándose a sus espaldas ambas maletas que traía con ella.

- Pero sólo tienes prácticas lunes y jueves, ¿por qué no irás si ya trajiste tu equipaje contigo?

- … Bueno, lo acabo de decidir…

Nos quedamos callados, pensativos… incómodos.

- ¿Irás directo a tu casa? – Trataba de romper el hielo.

- Sí… Y quería saber si gustarías acompañarme.

- ¡Con gusto! – Tomé una de sus mochilas, la más pesada y me la eché al hombro. 

Sentí un gran alivio instantáneamente cuando la escuché decir eso último. Temía tanto que aquella escena en la clase de literatura la hubiese incomodado conmigo, incluso llegué a pensar que se había molestado y sólo buscaba evitarme. Pero ahora estaba contento.

Pero no fuimos directo a su casa. Sin darme cuenta, terminamos adentrándonos en un parque, uno en el cual nunca había estado antes. La abundancia de vegetación hizo de ésta una caminata preciosa, además de la presencia de Amy, por supuesto. La plática era amena. Reíamos repentinamente, aunque era una salida más bien relájate. Hacía algo de frío, tal vez ello era lo que nos tenía tranquilos, y era ella quien me tenía así de contento. ¡No podía sacarla de mi mente! ¡Todo lo que pensaba y hacía era por ella!

De repente frenó. Tenía la mirada gacha, las manos juntas contra su falda.

- ¿En qué piensas? – Pregunté inseguro, realmente inseguro de qué tanto quería conocer su respuesta, pues sabía que tenía que ver conmigo.

- Sonic, ¿tú eres feliz en esta relación?

Sentí mi corazón frenar al instante. Me entristecí. Esa no era manera de empezar una buena plática, y mucho más temía por cómo proseguiría.

- Siempre estoy feliz… Sé que a tu lado lo soy aún más. – Era tan bonita que tan sólo verla bastaba para robarme una sonrisa. – Pero… ¿Tú lo eres? - Si algo malo llegara a suceder entre nosotros, si esto terminara ahora... bueno… sé que seguiría disfrutando de verla…

- ¡Sí, Sonic, lo soy! –Su respuesta fue apresurada. Alzó la mirada y al verla comprendí que devolverle la pregunta la había ofendido, como si hubiese odiado que dudara. – Pero… ¡llevamos tan solo dos semanas de noviazgo! ¡No es momento para pensar en esas cosas! ¡Lo siento! No debí preguntarte algo así.

- Oye, oye, oye, ¿momento? No necesitamos de un momento para pensar en estas cosas. Yo soy feliz desde que te conocí. – Interrumpí plantándome frente a ella, tomándola de las manos. – Adoro que seas mi novia, pero la verdadera felicidad estuvo en volvernos amigos. Te estimo bastante, y es increíble tener algo más que amistad entre tú y yo. ¿Necesitamos momentos para elegir cuándo y cómo sentiremos algo?

- No, no… no es eso…

- ¿Entonces qué es?

Bajó la mirada, evitando la mía. Se había puesto roja, pero no hizo tampoco mucho por librarse de mis manos. Quise darle tiempo para que aclarara su mente, mas en vista de que no parecía querer hablar pronto, yo lo hice.

- ¿Te incomoda esta relación?

- ¡No, para nada! ¡Me encanta!

- ¿O te incomodo yo?

- Bueno… - Otra vez ese vuelco en el corazón. – No es que me incomodes tú, pero… tal vez estamos yendo demasiado rápido…

No supe qué opinar, ni qué pensar. La verdad es que incluso en el poco tiempo que la conocía me importaba, me importaba muchísimo, y sea cual sea el caso no buscaría lastimarla. 

Ella era una chica muy cursi, muy abierta en el tema del amor, muy risueña. Era claro que ella era la clásica niña que quería vivir su fantasía amorosa con su príncipe azul, y aunque eso siempre me había parecido una cosa muy tonta e infantil, la verdad es que estaba dispuesto a ser todo por ella. Quería serlo, sentía que lo hacía, y tener esta charla repentinamente… me sentía mal conmigo mismo. Me odiaba por sentir que le fallaba tan pronto, temía no poder ser lo que ella buscaba.

- … o demasiado lento…

Eso último que dijo me impactó aún más que lo anterior, ¿qué quería que sucediera? ¿Qué quería que hiciera? 

- Escucha, no sucede nada malo contigo. Es sólo que me siento apenada porque… - Finalmente alzó la mirada. Sus ojos delataban tristeza. - …porque tú has sido un excelente novio. Eres muy atento conmigo, eres increíble y muy gracioso, y yo… yo he sido muy tímida todo este tiempo. Si no fuera por ti, nadie sabría que tú y yo somos novios.

- ¿Pero de qué me estás hablando? - Tomé de su barbilla y la hice mirarme directamente al rostro cuando trató de esquivarme. – No me importa lo que parezca en el exterior, yo sé que hay cariño entre tú y yo, somos novios, lo siento, ¡lo hay!

- Ni siquiera nos hemos dado nuestro primer beso…

Me sonrojé. Había sido inesperado, pero era a eso a lo que ella quería llegar y ciertamente me dejó mucho más tranquilo que antes. Pero aún más nervioso.

- Bueno, mejor dicho... mi primer beso…

Escondió la mitad inferior de su rostro con su mano, tímida, sonrojándose bastante más que yo cuando al fin se atrevió a pronunciar aquello. Yo estaba sorprendido, tímido. No es algo que me enorgullezca ni tenga realmente importancia, pero Amy no sería mi primer beso, tampoco mi primera novia. Eso sí, era la primera que me había enamorado. Y, me declaro culpable, desde que la había visto había querido sentir sus labios, claros y esponjosos. 

Sin darse cuenta, había dejado descender su mano, dejando completamente expuestos sus labios, carnosos y brillosos. Se veían muy bonitos y en ese momento me ganó el deseo de besarla. ¿Pero debía? Minutos antes hubiera encontrado absurdo su temor a darme su primer beso, pero ella, siendo como era, en su mundo de fantasía… asumía que significaba mucho para ella, y no quería besarla si no estaba completamente segura. Yo lo estaba. No aceptaba que este sentimiento, esta llama que quemaba mi pecho cada vez que pensaba en ella no fuera nada menos que amor.

- Amy, si no quieres hacerlo, no te obligaré a nada. – Dije tomándola de su rostro con ambas manos, mirándola con una sonrisa tímida, perdido. – Si te sirve de algo, yo disfrutaría muchísimo de confesarte mis sentimientos por medio de un beso.

- ¿No te arrepentirás de haberme besado? ¿Si algo malo ocurre entre nosotros y esto termina? ¡Qué pena que lo sepas! Eres mi primer beso, no mi primer novio pero… ¡No sé por qué te sigo diciendo estas cosas, Sonic! Estoy muy nerviosa. – Se abalanzó contra mí, apretándome fuerte y obligándome a abrazarla. Tenía ganas de protegerla de su confusión. – Nunca antes me había gustado un chico tanto como tú. En realidad, si esto es que te guste alguien realmente, nunca antes me había gustado alguien…

- Amy. – Acaricié su cabello con delicadeza, disfrutando de su calidez al tenerla tan cerca. – No puedes vivir pensando en un pasado imperfecto, mucho menos en un futuro temido. ¿Por qué no disfrutar del presente?

Alzó la mirada y me observó, todavía roja, tímida y temerosa, aún aferrada a mí con gran fuerza. Sus ojos esmeraldas brillaban, no podía dejar de mirarla.

- ¿Te gustaría ser mi primer beso por siempre?

- Quiero vivir nuestro primer beso por siempre.

Con mi mano contra su barbilla, la acerqué a tal punto que nuestras frentes terminaron juntas. Nuestros ojos no podían ver nada más que nuestros rostros. No había marcha atrás. No había un pasado, no había nada más que nosotros dos. Sentí su aliento contra mi rostro. Su cuerpo contra el mío me permitía sentir los latidos de su corazón. Se había acelerado. Ella se acercó, sentí un leve rose. Quiso retroceder, sus labios comenzaban a temblar, pero ella quería. Yo quería. 

Sucedió. La acerqué por completo a mí. Nuestros labios finalmente se juntaron. Pude sentirlo. La abracé, una mano rodeaba su cuerpo y otra la tomaba del cuello. La acerqué y la sentí todavía más. No hubo movimiento, sólo contacto. Sentí mis labios encajar en los suyos, la suavidad y la calidez de sus labios contra los míos hicieron hervir mi rostro. Yo igualmente me encontraba tímido. Contento. No fue un beso largo, pero así lo sentí. No había nada más, solo ella y yo. El viento que rozaba nuestros cuerpos no era suficiente para quitar el calor que habíamos formado; la caída de la noche no detendría este fulgor con el que sentía el beso. Un beso. Su beso.

Finalmente nos apartamos. Ambos estábamos rojos. Al cabo de unos instantes de vernos soltamos una carcajada. No sabíamos por qué, pero lo hacíamos y lo disfrutábamos. La abracé.

- Te quiero muchísimo, Rose.

- Yo a ti, Sonic.

- No necesitamos contar los días que estemos juntos. ¿Sabes? Prefiero que todo se dé cuando se tenga que dar, y que así lo disfrutemos.

- Yo disfruto mucho de tu compañía.

- Yo de la tuya. Y te prometo que, el tiempo que sea, pase lo que pase, será grandioso y no habrá nada que temer.

Había tomado su mano y empezamos a caminar, juntos, buscando nuestra salida de aquel desconocido parque que ahora guardaría el brote de una linda relación y la felicidad de dos chicos de la ciudad de las joyas. Estaba feliz. Estaba enamorado. ¿Lo estaría por siempre? Se sentía bien. 

Siguiente paso… ¿Amor?

lunes, 9 de febrero de 2015

XXIII


¿Quién rayos era ese tal Eggman? Era un nombre inusual. No lo conocía, ni quería conocerlo, aunque ciertamente tenía muchísima curiosidad. Pensaba que la naturaleza de aquella chica era algo inconcebible, no obstante al lado de él ya no era gran cosa. Resultaba un ser incluso aún más misterioso, fascinante. Pero peligroso. 

No teníamos tiempo, salimos con prisa. Apenas había deparado en el clima, gélido, la noche se perdía en su total oscuridad. No podía sacar de mi cabeza la duda de quién era ella y qué era para Shadow, pero eso era lo de menos ahora. Debía enfocarme en lo más importante; su rescate. 

Nos adentramos en el bosque pancromático. Estaba impresionado con la velocidad y la agilidad de Shadow, tomándome la delantera, esquivando ramas y piedras sin prestarles mayor atención. Más impresionante me resultaba pensar que ésta no era su máxima velocidad, y que la única razón por la cual se contenía era porque debía guardar energías. El erizo era el más fascinante de todos. Me había contado su historia y aun así anhelaba ansioso llegar a conocer más de su vida, de él. Él era el más misterioso. Lamentablemente, también era el más sombrío, quien había recibido múltiples veces los peores golpes de la vida. 

Temía que él fuera el más peligroso. 

El plan se hizo de camino mientras corríamos, no sonaba en lo absoluto complicado. Pero una cosa era decirlo y otra era ejecutarlo. 

- Si la puerta no abre a las buenas, será a las malas. – Habló con el semblante serio, siempre con la vista al frente. – Tú buscarás a Miracle y la sacarás de la base en cuando antes. No me importa dónde, luego no reuniremos. 

- ¿Qué harás tú? 

- Yo iré por Eggman. 

Quedó decidido y nos dividimos. No le di mayor importancia a su impaciencia, confiaba en él, y para cualquier inconveniente teníamos este par de comunicadores, podíamos mantenernos en contacto. 

Pero Shadow mintió, en ningún momento actuaría a las buenas. Aunque reprimido, sabía que se encontraba furioso. No se detuvo ni un sólo instante. Entramos a una choza abandonada en la quinta parte del bosque. Apenas entramos, aceleró aún más y destruyó la puerta que se encontraba al fondo de un sólo golpe. Dio un gran salto y comprimió su cuerpo, volviéndose una esfera y girando a gran velocidad. La fricción terminó por destruir la plataforma metálica que se encontraba bajo sus pies. 

Descendimos por un largo trayecto, en caída libre. Independientemente de nuestra agilidad, la caída fue tal que nuestras piernas resintieron el impacto, pero eso a él no lo detuvo. Yo, al contrario, tuve que detenerme. Estaba asombrado por lo que veía. Era una base subterránea, como las que se veían en las historietas de súper héroes, pero ésta era de verdad. Avancé a paso lento, temeroso de caer en alguna clase de trampa, palpando las paredes con mis manos y buscando mi camino en la penumbra. 

No vi qué camino tomó Shadow, por lo cual avanzaba con temor a encontrármelo en el camino. No había ruido alguno, únicamente me acompañaba el sonido de mis pasos. Me ponía nervioso, pero tenía que superar la oscuridad del lugar y finalmente aceleré el paso. 

Recorrí cada pasillo a gran velocidad, asomándome por donde pudiera; había muchas máquinas, operadores, desorden y muchas compuertas. Pero no había rastro de la niña. Algunas puertas se encontraban completamente cerradas, aisladas, por lo cual era imposible saber qué habría del otro lado sin abrirlas. Cada vez que forzaba una puerta, mi corazón se aceleraba pensando en la posibilidad de encontrar al loco profesor que habitaba este laberinto. Para mi suerte, nunca me encontré con algún contratiempo, y fue tan sólo en la segunda puerta que encontré a quien buscaba, completamente abandonada. Definitivamente se encontraría en la habitación más escondida, aunque tras una puerta que no fue en lo absoluto difícil abrir. 

- ¿Miracle? – Dije adentrándome en aquel cuarto completamente oscuro. Vi una silueta al fondo, enroscada. Regresó la mirada y se levantó inmediatamente al escuchar mi voz. 

- ¿Quién está ahí? – Preguntó, acercándose, más confundida que asustada. Apenas la luz pegó contra ella, vi cómo se dibujaba gran alivio en su rostro. - ¡Eres el amigo de Shadow! 

- No estoy tan seguro de eso. – Respondí esbozando una sonrisa, disminuyendo la tensión. 

Era un alivio verla con bien, no me había podido sacar sus gritos ahogados de la cabeza, gritando el nombre de Shadow frenéticamente. Apenas era audible en la transmisión, pero no por ello fácil de ignorar. 

- Él tiene su forma peculiar de hacer amigos. – Me correspondió la sonrisa, desviando la mirada. – Vámonos. – Añadió acercándose a la salida de aquella habitación, volteando a ver a todos lados e invitándome a seguirla. – El profesor Eggman es un despistado, seguramente olvidó activar las defensas de la base otra vez, eso explicaría cómo llegaste hasta aquí. Pero no por eso podemos permitirnos perder tiempo. Salgamos de aquí. 

Asentí y fui tras ella. Era rápida, y gracias a los patines que llevaba puestos pudo mantenerse frente a mí sin impacientarme. Era un modelo similar al que traía Shadow. Era sigilosa, se mostraba muy atenta al camino, y muy atenta a mí. Un par de veces me regresó a ver con una amigable sonrisa, se preocupaba por mí. Resultaba gracioso, pues era yo quien llegó a rescatarla y ahora era ella quien me guiaba y tenía intención de protegerme. 

No había tenido oportunidad de conocerla, cierto, pero me parecía una persona agradable. Misteriosa, pero agradable. Me preguntaba por qué Shadow la odiaba. Cuando habló de ella en ningún momento pensé que sería alguien terrible, pero la ignorancia pronto hizo que me diera mala espina. 

- Hemos llegado. – Dijo frenando en una intersección con varios pasillos. – Si sigues todo recto, encontrarás la salida. Yo todavía tengo algo que hacer. ¡Te veré en el bosque en unos minutos! – Ni bien terminó su oración, ya se había echado a correr. Por suerte, al escuchar mis palabras, una vez más frenó. 

- ¡Espera! ¿Dónde está Shadow? 

-Es gracioso, yo quería preguntarte exactamente lo mismo. – Respondió desviando la mirada, sosteniendo una sonrisa nerviosa. 

- Lo creas o no, él está aquí. Vinimos a rescatarte. – Sonreí con confianza, dejándola sorprendida. – Fue a buscar al propietario de esta macabra instalación, seguramente va a darle su merecido. 

- ¡Shadow va a enfrentar a Eggman! – Añadió aún más sorprendida, tornándose seria al concluir su oración. – Bien, no sé cuál sea su plan, pero el mío sigue siendo el mismo. – Me dio la espalda, pero al cabo de un momento me dirigió nuevamente una sonrisa. – Tranquilo, él puede cuidarse sólo. Además, no pienso tardar. Ahora que sé que también estás tú aquí puedo desplazarme sin temor. 

Desapareció por el camino que ya había tomado, dejándome atrás. No sabía si era una buena idea dejarla irse sola, tampoco sabía a dónde se dirigía, y si seguíamos siendo parte del mismo equipo. Pensaba que ella también tenía planeado ir a enfrentar al profesor Eggman, pero cambió mi opinión cuando escuché una carcajada provenir del camino opuesto al que ella había tomado. En vista de que ella no iría a apoyar a Shadow, yo eché a correr en esa dirección. 

Tropecé un par de veces en aquellos pasillos abandonados, pero nada me detendría. Las voces subían de tono conforme me acercaba, era su voz contra otra, y en menos de un minuto lo había encontrado. Temía por Shadow. 

Llegué a una habitación extensa, inmensa. Disminuí el paso, regresando a ver a todos lados, curioso, en busca del erizo. Por unos instantes una luz pasó sobre mí, por lo cual decidí esconderme lo más pronto posible tras unas cajas que se encontraban junto a mí. Estaba espiando, no podía ver con claridad aquella vieja y polvorienta instalación, pero podía escuchar su discusión a la perfección. Una voz predominaba, su eco retumbaba por toda la habitación, fuerte, poderosa, intimidante, mientras que la otra se escuchaba lejana, distante. Ésa era la de Shadow. 

- No me incumbe lo que te movió a regresar, Shadow. – Lo escuché decir cuando finalmente recuperó el aliento. – No eres tan prodigioso ni especial como te gustaría creer. La verdad es que siempre preferí a Miracle. Era un mejor aliado que tú, mucho más útil, y mucho más agradable. 

- Ja, ¿y crees que eso a mí me importa? No necesito que seas tú quien me evalúe para saber de qué soy capaz. 

- Bien, no puedo mentir. Sí, eres un ser extraordinario, podrías tener lo que quisieras con tan sólo proponértelo. – Se encontraba tras una cabina, aislado de todo lo demás, bajando la mirada para verlo. – Pero, al igual que con Miracle, de nada me sirve que sean tan extraordinarios si no me obedecen. Y gracias a tu pequeña broma no sólo ya no los tengo de mi lado, ahora ella también está en mi contra. 

- Pero eso era de esperarse, tarde o temprano sucedería y se iría, ¿o en verdad te sorprende? – Shadow dio un paso al frente, alzando la voz. - Nos tienes atrapados con mentiras y trampas, ¿y en verdad esperas que permanezcamos aquí? Nunca más volveremos a servirte. Nos necesitas, Eggman, y con nosotros fuera tu investigación se queda estancada. 

- ¿Todavía no lo comprendes, Shadow? – Cuestionó haciendo una pequeña mueca, bajando la voz, juntando sus manos y apoyándolas sobre el tablero de operaciones que tenía frente a él. - Son ustedes quienes me necesitan. Jamás podrán exceder sus propios límites sin mi ayuda. ¿Acaso olvidas que es gracias a mí que tú sigues con vida? 

- ¿A cambio de qué? ¿Tu beneficio propio? ¿A eso le llamas exceder mi propio límite? – Shadow soltó una breve carcajada, pero pronto se descruzó de brazos y se tornó serio. – Pero a mí no me engañas con esa máscara de crueldad, Eggman. Sé que tú no te permitirías que algo malo le sucediera. ¿Dónde está Miracle? – Exigió con una convicción impresionante. 

- Qué ingenuo eres, Shadow. – Sonreía, moviendo la cabeza de un lado a otro. - ¿Qué te hace pensar que la chica me importa en lo más mínimo? Más alocado aún, ¿qué te hace pensar que ella sigue con vida? ¿Por qué no le haría daño? 

- Porque yo no te dejaré ponerle ni un sólo dedo encima. – Estaba incrédulo. Me impactaba ver a Shadow tan serio, hablando con tanta firmeza y pronunciando cada palabra con tanto vigor. Jamás lo había escuchado hablar así. – No sigas haciéndome perder el tiempo, Eggman, no hay trampa ni dobles intensiones. Te devolveré tu estúpida gema a cambio de la niña y me iré. 

- Tú eres quien se niega a escuchar, ya te dije que mi propuesta fue acelerada, pero gracias por tomarte la molestia de visitar. No hay trato, erizo. – La sonrisa burlona de momentos atrás se había desvanecido por completo, no quedaba pizca alguna de buen humor. Su rostro había ganado un aire indescriptible, frío. Había tenido la oportunidad de conocer la verdadera naturaleza del profesor Eggman tan sólo a través de su mirada, pero todavía ocultaba algo, algo que no podía descifrar a simple vista. – Acepto que quiero mi esmeralda de regreso, pero he cambiado de opinión. Por nada del mundo te entregaré a Miracle. Si ella no está de mi lado, mucho menos permitiré que esté del tuyo. 

- A partir de este momento ella ya no tiene nada que ver con esta absurda misión, ni conmigo ni contigo. ¡Deja de tomar decisiones por los demás! 

- ¡Cállate, Shadow! – Rugió sumido en gran furia. Su semblante era peor cada palabra que pronunciaba, cada cosa que escupía, pues se encontraba completamente fuera de sus casillas. - ¿Qué ganabas con tu estúpida intervención? ¡Ella no se pondría de tu bando, ella es parte de este equipo! ¡Ella es mi compañera y seguiremos con nuestra investigación! No me importa si tú quedas fuera, me importa muy poco lo que decidas hacer con tu patética vida, ¡pero no me seguirás arrebatando más ideales! 

- ¡Ya basta de tanto teatro, Eggman! – Sus voces chocaban, la atmósfera estaba llena de tensión y el eco resultaba insoportable. Quería interferir, decirle a Shadow que la chica se encontraba a salvo, pero esto ya no se trataba de ella, o de mí. Se trataba de Shadow. - ¿Crees que no sospecho que eres quien está detrás de todo esto? ¿Qué eres tú el único culpable de que nos enfrentemos a este caótico conflicto? No sé cómo, pero sé que, si no fuera por ti, esos seres ancestrales seguirían descansando en paz. ¿Cómo obtuviste la espada? ¿Cómo sabes tanto de ellos? Y, lo más importante, ¿por qué te interesas tanto en ellos? Vas tras su poder, ¿verdad? Y pensar que le confías su arma a una niña. Quien te conozca sabría como yo que a ti no te importa ayudar a la gente, tú no sabes lo que es proteger. 

- Eso es… 

- La única persona que te ha importado alguna vez en la vida está en grave peligro justo ahora por tu propia culpa. – Interrumpió alzando nuevamente la voz. - Y eso desde que se conocen. La envías a todas esas peligrosas expediciones sin considerar el verdadero peligro que significan. 

- Miracle es perfectamente capaz de cuidarse por sí misma. Siempre está armada, y la razón por la cual ella sigue aquí es porque todavía me queda una última opción para recuperarla. Potenciaré su poder, será leal. Será lo que tú nunca serás, Shadow. Será perfecta. 

- Espera, ¿de qué me estás hablando ahora? – Se puso nervioso, una gota de sudor recorrió su rostro, retrocediendo un paso sin haberlo notado. 

- A menos de que tú aceptes, claro está. Todavía está abierta mi oferta, Shadow. ¿Por qué dejar a medias lo que ya empezamos? 

- Eres un enfermo… ¡Ni te atrevas, Eggman! – Finalmente explotó. –Por alguna razón llegué a pensar que, si pudieras sentir algo de bondad, sería por esa niña que entregó su vida a tu estúpida causa sin pedir nada a cambio. Ahora comprendo que no. Eres un convenenciero, un infeliz sumergido en su propia ambición que está destinado a sufrir en su propia soledad. 

- Y tú un perdedor sin sueños que está destinado a morir cuando yo así lo quiera. Además, lo que me acabas de decir me recuerda más a ti que a mí. ¿No eres tú quien vive una vida desdichada desde el inicio de los tiempos? Y eso por derecho divino, hijo de Downhood. 

- Mátame si quieres, no me importa. – Cuando escuché decirle aquello, con ese tono, con esa resignación… las palabras de ese ser le habían llegado. Sin embargo, al instante recuperó confianza, la gran seguridad que lo caracterizaba. – Pero te prometo que si yo muero, tú te irás conmigo. 

- Relájate, Shadow, ¿por qué tan serio de repente? No pienso en esas cosas. Te dejaré ir. Vete, vete y llévate a Miracle, que lleva ahí parada ya durante unos instantes, impaciente. – Se mostraba mucho más calmado que momentos atrás, haciendo ademán de que se marchara. Incluso se mostraba desinteresado, un cambio de actitud realmente drástico. - Pero antes espero que, como caballeros, cumplas con tu parte del trato. 

Shadow, confundido y dudoso, había sacado la esmeralda en cuanto regresó a ver y comprobó que, en efecto, Miracle se encontraba detrás de él, con los ojos bien abiertos, escuchando incrédula la discusión. Observó por todos lados, deteniendo la mirada ora en la esmeralda que tenía en las manos, ora a la chica que tenía tras él, con ojos suplicantes. 

- ¡Él no me liberó! ¡Yo escapé, no tienes por qué devolverle la esmeralda! 

No había deparado en su llegada, pero podía afirmar que llevaba mucho menos tiempo que yo. Lo podía adivinar porque su rostro tenía mucho mejor aspecto que el mío en esos momentos. 

- Miracle, cierra la boca. Hubiera querido ver con mis propios ojos tu rostro de estúpida al descubrir en qué habitación te había escondido. Esa puerta ni siquiera es puerta, ¿para qué aprisionarte? Tenía un trato con Shadow, y lo cumpliré. Devuélveme la esmeralda. 

- ¿Y usted para qué quiere de regreso esa esmeralda? 

- Es una garantía. Si ustedes echan a perderlo todo por su cuenta, yo todavía tendré armas para defenderme en contra de esos seres ancestrales. – Respondió cortante, casi ignorando la intervención de Miracle. - Aunque sea sólo una. 

- Está bien… 

- ¿Qué? ¡No! ¡No puedes! ¡No debes! 

- ...cumpliré mi parte del trato. 

Así como hizo el profesor segundos atrás, Shadow ignoró la súplica de la chica e, incluso después de dudarlo unos instantes, finalmente lanzó la esmeralda por los aires, la cual el profesor consiguió atrapar sin siquiera regresar a ver. 

- No entiendo por qué seguimos con estos juegos, Eggman. – Dijo Shadow retrocediendo unos pasos, colocándose frente a Miracle, indicándole que se marchara, sin regresarla a ver. No habló sino hasta que finalmente ella se fue. – ¿Qué fueron esas palabras, ese cambio tan repentino? Bien, tienes lo que querías y yo lo que quería, ¿o acaso tienes algo más bajo la manga? 

- Absurdo. Shadow, tú sabes que nunca he tenido nada que ocultarte. – Respondió sacando un extraño artefacto de su bolsillo delantero, exponiéndolo como si se tratara de un aparato valioso. – Tú sabes de antemano lo que sucederá cuando apriete este botón. ¿Sabes qué es lo divertido del asunto? Que no sabes cuándo apretaré este botón. – Soltó una tediosa carcajada, gozando de su terrible juego macabro. 

- ¿Por qué no sólo lo presionas ahora? – Mi corazón se heló al escuchar que lo retaba de esa manera. Su rostro seguía mostrando la misma convicción de momentos atrás. 

- Por dos sencillas razones. La primera es simple. Tú sabes que este control no es mi favorito, está limitado a simplemente detener tu corazón. En segunda… - Shadow tragó saliva, yo tragué saliva al verlo lanzar y atrapar el artefacto tan desinteresadamente. Un minúsculo movimiento en vano y podría apretarse ese botón, y tan torpe como se presione ese botón, tan torpe daría fin a la vida del erizo. – Este no es el momento. ¿Quieres saber cuál es el momento indicado? No es cuando dejes de servirme, como ya has comprobado, o cuando me aburra de ti, como tanto has creído. Shadow, has superado esas dos etapas y todavía no tengo ganas de matarte. Te diré cuándo sucederá, pero eso sólo te causará más impaciencia e intriga porque no sabrás el momento exacto. Bien, terminaré con tu vida cuando comiences a valorarla. ¿Por qué pones esa mueca? ¡Ah! Es una sonrisa, ¡se ven tan mal en tu rostro demacrado! Tú ya comienzas a valorar la vida, lo puedo adivinar por la forma en la que viniste a rescatar a tu amiguita. Y no sólo eso, ¿tan despistado crees que soy? Yo sé que no vienes sólo, y que viniste con alguien más, ¿no me digas que no es un amigo tuyo? 

- En eso te equivocas, Eggman. ¿Amigos? ¿Yo? No me hagas reír. – Shadow se cruzó de brazos, trataba de fingir desinterés, pero a leguas se notaba que no podía simplemente desviar la mirada y escuchaba con toda atención sus palabras. 

- Bueno, veámoslo desde otro ángulo. ¿Por qué salvaste a Miracle si no tienes la más mínima señal de estima por ella? ¿Será acaso porque es un ser vivo y comienzas a aprehender la idea de que los seres vivos deben de ser libres? 

Shadow no pudo responder. Se mostraba nervioso, miraba a todos lados, una salida. La carcajada del profesor nuevamente retumbó por toda la habitación. 

- El verdadero operador, el cuál casi logras destruir, felicidades por cierto, no está limitado como este artefacto. El botón que tú averiaste es el que simplemente apagará el corazón. El segundo hará que tu cuerpo vuele en millones de pedacitos, ¡Boom boom! ¡Serás como confeti y serpentina! ¡Se hará un gran festejo frente a tus queridos amigos el día en que decida apretar ese botón! 

Quise interferir, quería callarlo, arrebatarle el artefacto, incluso quería... Ya no podía pensar con claridad. Era cruel, era un ser cruel, no era humano. Era un monstruo. 

- Pero, si juzgas que me estoy tardando demasiado… - Dijo en un tono lleno de piedad, el cual no podía advertir si era honesto o fingido. Para la sorpresa de ambos, le arrojó el artefacto a Shadow, el cual atrapó, no podrá negarlo, con dedos torpes. –… Por favor, no dudes en usarlo. Entiendo que puedas llegar a desesperarte, y aunque amaría tenerte en la intriga durante mucho tiempo, prefiero que tomes la salida fácil si acaso alguna vez se vuelve insoportable la espera y piensas en alguna locura. 

Eso fue lo último que se dijo en aquella discusión. Finalmente Shadow le dio la espalda y se marchó de aquel lugar, soltando un gruñido al hacerlo, ocultando aquel artefacto en su chamarra, no sin atreverse a soltarlo. 

Quise ir tras él, pero no conseguía levantarme. Mi respiración seguía siendo agitada y mis miembros ya no me obedecían. Lo que había visto, las cosas que escuché… No fue eso lo último que escuché. Finalmente conseguí sostenerme sobre mis pies, seguía temblando, no podía alzar la mirada y seguía escuchando. Esta vez ya no era una risa macabra, era un sollozo lastimero. Alcé la mirada por unos instantes, curioso. Mis oídos no me habían engañado. Estaba golpeando como loco el tablero de operaciones que tenía frente a él, maldiciendo el nombre de Shadow, el de Miracle. Se dejó caer de su asiento, con sus manos recorriendo cada fibra de su rostro, tenso, como si buscara arrancar éste en un arrebato de desesperación. Lo había escuchado todo. 

Salí de ahí a paso torpe, la mirada perdida, absorto en mis pensamientos. Tropecé un par de veces, pero me levanté, me levanté y seguí. Llegué al bosque a paso lento. 

- Sonic… - Shadow regresó a verme. Todavía se encontraban bastante cerca a la entrada de la base, aquella choza abandonada. Parecía que me habían esperado, impacientes. Trató de acercarse, pero yo no le di la oportunidad. Volví a mí mismo, finalmente pude procesar todo el momento, retrocedí unos pasos. – Sólo quería… ¡Oye! ¡Apúrate! Si ese loco cambia de opinión y sale, estamos perdidos. 

- Perder tiempo… No, no, no…. – Me estaba ahogando con mis propias palabras. No lo veía, me preocupaba más por respirar, retrocedía. 

¡Desgraciado! ¡Sufrirás! ¡Me encargaré de que sufras! ¡Los odios! ¡Los odiaré por el resto de mi vida! ¡Incluso en la tumba seguiré maldiciendo sus nombres! 

- ¿Te encuentras bien? No podemos perder tiempo, andando. 

¡Pero no me iré contigo, no! Me iré tranquilamente cuando llegue mi tiempo… ¡tu tiempo está bajo mis manos! 

- No hay tiempo, no lo hay, ni lo habrá… 

Sus palabras no dejaban de retumbar dentro de mi cabeza. Golpeaban cada rincón de mi cráneo, un dolor insufrible, me torturaba sin piedad. 

- …No… no debemos estar cerca, ¡vete! 

Al gritarle a la chica, ambos regresaron a verme pasmados. Me juzgaban de loco, pero ellos no lo entenderían. Una vez más intentó acercarse a mí. 

- Vaya idiota… ¿Qué te ocurre, erizo? ¡Contrólate! ¡Debemos irnos y nos iremos ahora mismo! 

El momento… y su sufrimiento… 

- No podría, no debería… debo irme, irme, ¡irme! 

Eso hice, me fui. Corrí, corrí tan rápido como me lo permitieron mis piernas, Shadow debía quedar atrás. No sabía a dónde, o por qué. No había un punto fijo, o un destino. Lejos de él.


---------- Aviso de Sam ----------

*08/03/2015

¡Hola! :D

¡Vaya lunes que me ha tocado! D: Inundada de tareas! D: Al menos lo más feo ya pasó, pero igual parece ser que toda la semana estará fea ; u ;

Cómo han estado ustedes? Qué tal el inicio de semana? :3 Listos para San Valentín? >u>

Tercer lunes actualizando y escribiendo, se siente bien volver, yay! \ ^o^ /

Espero que la historia sea de su agrado! Muchísimas gracias de verdad por sus comentarios y sus visitas, de verdad toda clase de apoyo es más que bienvenido y me pone muy contenta! X3

Pero bueno, sin más que decir, me retiro c:

¡Cuídense mucho y huyan de los deberes y la escuela! ; A ; /