martes, 17 de marzo de 2015

XXVIII


---------- Aviso de Sam ----------

¡Buenas noches!

¡Dios! ¡Lo siento tanto! ¡He fallado! TT - TT Me dio un dolor de cabeza fatal desde el sábado y no pude pulir el capítulo hasta hoy u.u Pero bueno, dicen que más vale tarde que nunca... pero he fallado!!! TT __ TT

Asdfghjklmno nunca creí que esto sucedería ; ____ ; ! Pero sucedió *chan chan chaaaaan* 

Espero el capítulo sea de su agrado, es de mi agrado y lo hice con amor para su disfrute, así que espero haberlo conseguido ^ - ^

Cuídense mucho y nos vemos en la siguiente entrada, que será, como debería ser, el próximo lunes c:
Gracias por seguir esta historia y comentar X3! *Muy muy feliz X3! *

Bye! c: 

lunes, 9 de marzo de 2015

XXVII


Dos meses… es más fácil pensarlo que vivirlo, y el tiempo que pasé fuera de casa definitivamente no se sintió sólo como dos meses. 

Siempre me había tentado la idea de salir, viajar, recorrer cada rincón posible de tierra, mar, algún día el cielo. Me convencía de que ésa había sido la razón por la cual había iniciado mi viaje. Poder ayudar y sentirme un súper héroe era un plus. Pero jamás hubiese imaginado las implicaciones de abandonar la tierra propia.

Era ya costumbre detenerme unos instantes a contemplar mi destino, y Calm Lake se encontraba frente a mí. Se trata de una ciudad pequeña, por lo cual no tomó ni cinco minutos que las primeras personas me saludaran. Me reconocieron un par de rostros familiares, y aunque una parte de mí se alegraba, la otra se sentía más bien incómoda. Se trataba de un par de amigas, un par de hermanas, recién unas pequeñas niñas. Eran muy juguetonas, muy traviesas, pero nada toscas para ser hijas de oso. Me bombardeaban de preguntas, de propuestas de juego, estuve a nada de tropezar un par de veces con ellas. Su imaginación era incontenible al igual que su balbuceo.

- Niñas, ¡niñas! – Seguí insistiendo, tratando de quitármelas de encima, literalmente. Una estaba a nada de llegar a mi cabeza. – Ahora no tengo tiempo, les prometo que será otro día. Mis padres deben de estar esperándome.

Continué la marcha, volví a pensar en ello, dudando de la respuesta. 

A veinte pasos de distancia, a cinco segundos de la puerta, contemplaba la humilde pero hermosa casa en la cual me había criado. Soltando múltiples suspiros, sin decidirme… no, no me atrevía a acercarme. Seguía siendo patética.

Me tomó de sorpresa ver que se abría la puerta tan desinteresadamente, de súbito. Bajé la mirada y cerré los ojos al instante, un breve instante, pues tenía que verificar de quién se trataba. Mi madre, siempre tranquila, siempre contenta, siempre en forma, se encontraba en un estado lastimero. Estaba delgada, pálida, las arrugas prematuras en su rostro delataban su malestar. Pero verla no dejaba de ser un alivio, me ponía feliz.

- ¿Miracle? ¡Miracle! ¡Miracle!

Apenas me dio tiempo de regresar la mirada, tenía que cerciorarme de que la espada no pudiera verse desde este punto ni de casualidad. No quería que fuera motivo de conversación, o peor aún, de regaño. Sentí el impacto, incluso me sacó el aire, pero me gustaba. Mi madre no paraba de repetir mi nombre, le costó soltarme, y no lo hizo hasta que alguien más la apartó.

- ¿Miracle? 

Tragué saliva al escuchar la voz de mi padre.

- ¡Miracle! – Salí disparada al cielo. Mi padre me atrapó e igualmente me abrazó. Yo igualmente lo abracé, con fuerza, sin saber qué era lo que me movía a hacerlo. Tal vez el temor de que volviera a lanzarme de esa manera. Me alegraba comprobar que él no se encontraba en tan mal estado como mamá. - ¿Has comido ya, Miracle? ¡Por favor, pasa!

- En realidad, yo… - Mi estómago me traicionó. Tan sólo escuchar que se hablaba de comida, rugió como fiera, y la verdad es que esta última semana apenas había comido. Mi rostro también lo delataba.

Pero parecía que ellos no habían siquiera deparado en mi apariencia. 

Casi como si hubieran anticipado mi llegada, aunque sin siquiera pensar en el tiempo que había estado afuera, la casa se encontraba impecable, todavía más bella de lo que recordaba. Mi padre era de esos pocos hombres que tenían muy buen sentido del gusto, era excelente decorando, talento que mi madre disfrutaba y que yo no había heredado. Ignorando mi paso torpe y mi indecisión, me invitaron a pasar. 

El olor a comida fue lo siguiente que inmediatamente noté. Olía a carne. En mi casa difícilmente había carne, en la ciudad difícilmente había carne, el profesor Eggman era un gordo y no me convidaba ni las sobras, ¡y pensar que se servía este caro, pero delicioso manjar el día que regresaba a casa! Se me hizo agua a la boca y en mis ojos, pero eso era algo que no quería que ellos notaran. 

El comedor era el de siempre, y mi lugar también lo era; a un lado de mamá y al frente de papá. Se seguía discutiendo en la mesa, e incluso cuando mis padres me dirigían la palabra constantemente, yo no era el centro de atención. Los temas eran diversos; hablaban de la vecina, pedían mi opinión sobre un tema cualquiera, pero jamás preguntaron qué fue de mí en todo este tiempo. Ni siquiera me preguntaron cómo me encontraba. Lo asumieron. 

Veía a todos lados con suma atención, la cabeza siempre gacha, haciendo todo lo posible por evadir la mirada de mi padre. 

- ¡Ponte más, Miracle! 

- ¡Sí, sí! – Respondí nerviosa, soltando mi vaso por unos breves instantes para servir más comida en mi plato.

- Siempre has sido muy flacuchenta, ¿no? – Se cruzó de brazos, con su extraña sonrisa confiada, pero casi desinteresada. – Si tanto nos gusta la carne, ¿por qué no sólo la comemos y ya? – Dicho ello, se llevó un gigantesco bocado que, para mi sorpresa, cupo en su boca. – Para mí eso de la pobreza es una excusa para tener al trabajador asustado, pero entretenido, y al rico engordando, muy cómodo desde casa. 

- Nunca nos ha hecho falta nada. Si no comemos mucha carne, es porque no quiero ver a mis niños gordos. – Respondió mi madre con su suave voz, tomando un trago de su vaso.

– Deberías guiar con el ejemplo a tu hermano. Si tú eres un palo, Lighting es una astilla. 

Di el último trago, deprisa, un nombre que había escuchado durante mucho tiempo en sueños. Casi como si esa hubiera sido su señal, su voz me sacó al instante de mis pensamientos.

- ¿Miracle? 

Me levanté de súbito. Todos regresamos la mirada en dirección a la entrada del comedor, posando la vista en aquél pequeño cachorro lleno de mugre y con su balón favorito en manos. Su ropita estaba en mala condición, sus cortos cabellos estaban enchinados y despeinados, se veían oscuros por la tierra. En sus pequeños ojos color miel veía un cierto aire de incertidumbre. 

No se dijo más. Mis labios y los suyos hicieron un ligero movimiento, mudo. Pronunciaban la misma palabra con incredulidad, temerosos de que, al decirlo en voz alta, desvaneciera aquello que sólo parecía ser una ilusión. “Hermano”

Después de eso, mi mente había dado vuelo. La comida siguió, mis padres siguieron discutiendo, yo daba bocados, pero no recuerdo haber comido. No recuerdo tampoco haber ayudado a mi madre a lavar los platos ni haber visto el fútbol junto con mi padre. 

- ¡Vamos, no temas patear ese balón! ¡Tú puedes! 

- ¡Pero yo no soy tan fuerte como tú! 

- Si tú no pateas ese balón, yo te patearé a ti, niño.

- ¡No digas eso! ¡Eres tan mala, hermana! 

Ambos reímos. Mi relación con mi hermano era un tanto particular, aunque todas las relaciones de hermanos lo son. Éramos muy rudos el uno con el otro, incluso cuando él reconocía las desventajas de ser ocho años menor que yo. No éramos malos, nada de golpes ni insultos, todo era puro blah blah blah que se nos hacía muy divertido. En realidad, cuidábamos del otro. 

Sé que, si hubiésemos nacido en familias distintas, yo igual lo hubiese querido demasiado. Pero él formaba parte de esta familia por una razón; él era una bendición para nosotros, él era la compañía que siempre habíamos deseado. Lo apreciábamos muchísimo. 

- ¡Pues si vuelo el balón, será tu culpa! 

Ya nos habíamos alejado bastante de la casa, pero todos éramos vecinos y no había problemas si no alejábamos un poco más. El problema fue que dejó de ser un poco en cuanto pateó el balón. Aunque temerosa, me enorgullecí de su fuerza.

- ¡Excelente, hermanito! Si sigues practicando, te prometo que en poco tiempo podrás mandar el balón al sol.

- ¿De verdad? – Dijo con una carita ilusionada, muy adorable por cierto.

- Eso no lo sé, ¿pero sabes? No creo que tenga nada de malo intentar lo imposible. – Le correspondí su sonrisita. – Ahora, espérame aquí, voy por el balón.

Pero él, preocupado, no me dejó ir sola. Insistió en que, aunque fueran un par de metros, era mejor permanecer juntos que separados. Y hubiera tenido razón en cualquier otra circunstancia distinta. Ésta fue la excepción. 

- ¿Eso es un balón? – Escuché decir a un chico que pareció salir de la nada. – Se ve demasiado rígido, ¿de qué está hecho?

- ¿Y sirve? – De repente, Lightning y yo nos vimos rodeados por un par de chicos de extraña apariencia, probablemente extranjeros. Un par de pandas, apenas unos niños, pero algo en su rostro me dio mala espina desde el comienzo. La forma en la que nos hablaban, esa mirada fría incluso cuando sus ojos hervían en un rojo vivo… confianzudamente me quitó el balón de las manos. – Ni siquiera nos molestemos, Abasi, seguramente que resulta muy aburrido. – Y, desinteresadamente, la chica lanzó el balón lejos.

Mientras yo reclamaba por su fea actitud, mi hermanito corrió tras el balón, que había caído cerca de unos árboles. 

- Lo siento, es sólo que no le veo lo divertido a patear un balón de un lado a otro. 

- ¿Y entonces qué propones, Amunette? – Intervino quien en ese entonces creía que era su hermano. - Estoy tan aburrido.

- ¿Qué tal el juego de la persecución? 

- ¿Y eso cómo se juega? – Pregunté un tanto nerviosa. Su rostro había ganado un aire distante, cruel. Retrocedí unos pasos inconscientemente.

- Es muy sencillo. – Alzó el brazo y apuntó con la palma de la mano en dirección a mi hermanito. – Si logran huir, se salvan. Si no, ¡boom! 

Incrédula, vi cómo concentraba energía en su palma, cada vez más. Solté un grito de horror cuando vi que ésta, disparada, en cuestión de segundos destruyó el árbol en el cual Lightning se había ocultado. 

Grité desesperadamente, me dejé caer de rodillas al ver la escena. Y ellos soltaron una carcajada. 

- Rayos, ¿qué podíamos esperar de un infante? ¿Tú eres mejor jugadora, verdad?

- S-sí, lo soy. – Temblorosa, con mis extremidades torpes, conseguí levantarme. Balbuceaba para ganar tiempo, para llamar su atención. Mi hermanito se había levantado, estaba a nada de gritar mi nombre cuando yo interrumpí. - ¡Pero ustedes, par de mocosos, no podrían alcanzarme! 

Y, tras sacarles la lengua, eché a correr. Grave error hacerlos enfadar, pero ello me garantizó que ambos fueran tras de mí. Corrí muchísimo, no recuerdo cuánto, sólo esperaba la oportunidad para volver, pero también existía el temor de que ellos fueran quienes volvieran primero. 

Pronto confirmé que, para ellos, alcanzarme no era mayor problema. Volvieron a usar su truquito para derribarme. Por suerte, la explosión ocurrió bajo mis pies, me hizo caer. El problema fue que mis piernas quedaron completamente adoloridas, resentidas, sabía que había estado a nada de perderlas.

Contra el suelo, llegaron a paso confiado, gozando de la situación. Quería llorar, sentía una rabia terrible al escucharlos burlarse de mí. No tenía ni la más remota idea de quiénes eran ellos, dé dónde habían salido o por qué eran tan extraordinarios, porque lo eran. Estaba viviendo una pesadilla. Aunque recuerdo cada minúsculo detalle, no duró mucho. 

El destino me puso en su camino, fue ahí cuando conocí a Shadow. Al principio, al deparar en su mirada desconfié inmediatamente, pensaba que era igual de extraño que ellos. Lo era, pero de otra manera. Se enfrentó a ese par de niños sin mayor problema, mas su rostro delataba que había algo más. Él estaba en aprietos y la desesperación de ver a alguien más formar parte de una desgracia me impulsó a intentarlo. Él me dijo que tomara la espada que le habían quitado de las manos y me dijo que la usara. En ese momento no entendí qué sucedió, porque sin siquiera saber cómo usar un arma, los había ahuyentado. Creí que me temían por estar armada, ¡cómo iba a sospechar de cualquier cosa en ese instante! Al momento, sólo pude pensar en que estaba enloqueciendo. 

- Estoy atónito. ¡Quién pensaría que una jovencita como tú podría ahuyentar a esos demonios!

- ¿Demonios? – Pregunté incrédula, tirada en el suelo, agitada, sin prestar real atención a mi interlocutor.

- Bueno, no, el término correcto sería espíritus, pero esa es una larga historia.

- De igual manera, no quiero saber.

- Deberías, pequeña. No creas que te estoy alabando, pero no cualquiera es capaz de enfrentarse a seres como esos como lo has hecho tú. Tal vez fue suerte de principiante, pero deberías saber que ellos no son los únicos.

- ¿Hay más? – Pregunté al momento que un escalofrío recorría mi cuerpo. – Lo siento, no tengo tiempo para esto. – Volví por donde vine, aguantando una sensación amarga que oprimí mi pecho. Gritaba una y otra vez el nombre de mi hermano, en vano. Cuando llegué, él ya no se encontraba ahí.

- Escucha... – Una voz masculina me había sacado de mis pensamientos. Era la del erizo. – No tienes por qué involucrarte en esto. Vuelve a casa.

- Alguien tiene que hacer algo.

- Ese alguien no eres tú. Nadie hará nada porque nadie puede hacer nada. Si aprecias tu vida, vuelve con los tuyos. 

Sentí una fuerte briza, helada. Cuando regresé la mirada, molesta por sus palabras, dispuesta a reclamarle que, si él podía hacer algo, yo también podía, él ya no se encontraba ahí. Lo único que vi fue una habitación oscura, familiar. Me encontraba en mi habitación una vez más, tirada en mi cama. Tan sólo ver la ventana, me levanté de golpe. Ya era de noche, muy entrada la noche. No se escuchaba ruido alguno por la casa. 

Me levanté y recorrí cada pasillo, visitando cada habitación. Tan sólo hoy había estado en todas y cada una de ellas, pero ahora evocaban un recuerdo diferente, uno más alegre. Pasé por la habitación de mis padres, siempre dejaban la puerta un tanto abierta, pero no me fue suficiente como para verlos. 

Finalmente llegué a la habitación de mi hermanito. Su puerta sí se encontraba completamente abierta, y él más bien batallaba por quedarse dormido. Ya no era el mismo angelito que recordaba, y la imagen de su silueta revolcándose entre las cobijas me destruía por dentro, me recordaba que era mi culpa. 

Salí rápido, pero a paso sigiloso, no sin antes proferir un suave “nos veremos pronto”. 

Porque eso era un promesa.

Caminé unos veinte pasos al frente, unos cinco segundos que me alejaban de mi familia y me regresaban al pasado. La espada seguía oculta dentro del arbusto. La tomé más dudosa que nunca, no porque dudara de ella, pero porque dudaba de mí. Muchos insectos recorrían el mango, aunque eso no era lo más importante ahora, incluso cuando éstos recorrieron mis brazos. Temer por algo así sería la clara señal de que debería simplemente desistir de mi infantil deseo. Nunca más volvería a demostrar debilidad.

Finalmente pude detener el paso. Había echado a correr, trataba de huir de aquellos fantasmas del pasado. Era más fácil pensarlo que vivirlo, y yo no podía dejar esta vida llena de temores. Frené, mis manos contra mis rodillas, mi cuerpo erguido, respirando agitadamente. No, no podía permitírselo. Y aunque amé ver su pequeño rostro, ese ya no era el niño a quien yo conocía. Estaba trastornado. Y, si no hubiera sido por él, seguramente mi hermanito ahora estaría muerto. No pude protegerlo. 

Yo no soy Shadow. 

Alcé la mirada de súbito. Con esta oscuridad, apenas pude ver una silueta, pero se trataba de una silueta familiar. Era la del erizo. Y aunque conseguí contener las lágrimas, no pude evitar caer de rodillas. Todavía tenía mi segunda oportunidad.

---------- Aviso de Sam ----------

¡Buenas noches ^ - ^!

Creí que no lo lograría este lunes D: ! Pero aquí está el nuevo capítulo de Corazón Artificial :3

La verdad es que ya no sé ni qué poner en esta parte haha es sólo para que, después de leer, sepan que detrás de tanto blah blah blah hay una persona que sólo quiere amor TT u TT 

Bueno, nos estamos viendo en próximas entradas. Espero tengan una bella noche y un bello inicio de semana <3

Gracias por seguir esta historia y comentar, en verdad lo aprecio demasiado! :D

Hasta la próxima ^ - ^!

PD: La publicación del primer capítulo de 20 Días de Expiación, en http://shadowthehedgehog-20dias.blogspot.com/ , será el jueves 26. Espero contar con su apoyo! :)! 


lunes, 2 de marzo de 2015

XXVI


Nos llevó a no me importa dónde en el bosque. Soltó de su brazo con gran desagrado y a mí me dejó caer contra el suelo bruscamente. Pudo haber sido más severo. Tal vez. Pero nadie podría realmente atinar contra qué se mostraba tan furioso.

- ¡Qué fastidio! Llevarlos del brazo, par de inútiles… ¡como si fueran niños! - Tenía su cabeza contra un árbol, inhalaba y exhalaba. - ¡Admirable como siempre, Sonic! ¡Vaya forma de echarlo todo a perder por segunda vez! - Permanecí en el suelo tirado por un largo rato. No lo miraba, lo cual le molestaba aún más. - ¿Por qué no dices nada en tu defensa? Claro, claro, ¡no tienes nada que decir en tu defensa! Tus estúpidas hormonas casi nos condenan por una “niña bonita”. – Se dignó a presionar sus mejillas con sus manos y a hacer un tono burlón al decir aquello último.

- Dejé a esa “niña bonita” para venir hasta aquí y ayudarte, si todavía no te has dado cuenta. - Observaba al cielo, o al menos lo poco que dejaba ver tanto follaje.

- Qué curioso. En Downhood, ayudar tiene un significado muy distinto.

- ¡Ja! Claro, en Downhood. ¿Qué...?

- Ciertamente no significa estorbar. – Colocó su dedo frente a su rostro, silenciándola de súbito e ignorándola, siempre mirándome a mí. – Ahora entiendo por qué estás tan callado. ¿Acaso ahora tendremos que soportar tus lloriqueos y tus “¡Te extraño, Amy!”? ¡Qué patético!

Sus movimientos eran exagerados; su mirada, siempre exasperada.

- Hice lo que pude. Te duela aceptarlo o no, yo ya no podía hacer más después de esos golpes.

- ¡Ja! ¡Ni tú mismo te la crees! Hablamos de esa última distracción. ¡Si no hubiera sido por esta niña inservible y su espadita, se nos habría escapado! ... ¡otra vez!

- Pero no sucedió así. Tranquilízate, Shadow.

- Deja de entrometerte, Miracle. ¿Tan impaciente estás? A ti, tengo tanto, tanto que decirte… ¿No podrías ser un poco más inútil?

- ¡Cuál es tu problema! – Gruñó.

- ¡Ustedes dos son mi problema! ¿Acaso no soy claro?

- No, definitivamente no eres claro. ¡Te la pasas balbuceando y gimoteando que no se te entiende nada!

- Entonces cállate y escucha. – Se acercó a la chica, su rostro furioso frente al suyo y su cuerpo muy tenso. – Para empezar, tengo a este idiota tras de mí, haciéndose el héroe y estorbando más de lo que ayuda.

- Ya basta. – Me levanté y me dirigí hacia él. – Sí, te estaba buscando, pero me detuve a ayudarla a ella y a pelear contra esas aves, ¡no esperaba verte ahí en lo absoluto! ¡Y tú eres quien se quedó completamente inmóvil y desinteresado en una esquina, de brazos cruzados!

- ¡Y me hubiera quedado así de no ser porque no puedes ni proteger tu propia ciudad!

- No, no puedo. Pero lo intenté. 

- Claro que no puedes. – Me silenció con amargura. - Deberías de agradecer que me digné a protegerte.

- En ese caso, gracias, Shadow. – No pude evitar esbozar una sonrisa tras haber soltado un suspiro. – Tienes razón. Traté de ayudarte, pero fuiste tú quien terminó ayudándome a mí.

- … Velo como quieras. – Me dio la espalda y dirigió su atención a la chica del cabello azulado. – De quien más me quejo es de ti.

- ¿Y se puede saber qué tanto te he hecho para que me odies?

- No te odio. No mereces mi rencor. Te detesto.

- Pues bien, adelante. Dime por qué me detestas tanto.

- ¿Me escucharías hablar por días? Está bien, empecemos. Desde que llegaste, sabía que serías un completo estorbo. No porque temiera que fueras más poderosa o brillante que yo. – Soltó una breve carcajada. - Para nada. Es porque eres estúpida.

- Lamento no ser tan inteligente y astuta como tú, ¿o qué tengo que decir para que dejes de llorar, Perfecto el erizo?

- Nada. No tienes nada que decir. Más bien, no puedes enmendarlo. Todo lo que dices refleja cuán hueca eres. No, no, no, ¡qué digo! No eres hueca. Estás llena de estupidez infinita, de ideas tontas y emociones ridículas. ¡Tal vez callándote estarías mejor!

- Oye, ¿qué te hace pensar que tus ideas y emociones no son más absurdas? ¿Qué planes tienes si quiera? Un día haces una cosa y al siguiente haces otra. ¿Estás con nosotros o en nuestra contra, adolescentilla perturbada? ¡No lo sabes! ¿Tiene acaso algo que ver con tu inestabilidad emocional, chico de Downhood?

- ¡Cállate, Miracle! ¿Te atreves a hablarme así? ¿Cuál es tu excusa? “Sí, profesor, seré su perrito faldero. Digo, no es como que tenga algo mejor que hacer. Vamos a jugar con nuestros enemigos y a pretender que todo es genial, ¡será divertido!” Si pudieras escucharte, sabrías cuán molesta en verdad eres. ¿Acaso tiene algo que ver con tu aburrida vida y tu familia disfuncional?

- Ni mi vida ni mi familia son así.

- Entonces eres inútil por naturaleza.

- ¿De dónde te sacas esa estúpida idea?

- ¿Por qué escapaste de casa, entonces?

- ¡No escapé de casa! ¡Pero si tengo que renunciar a la minoría para proteger a la mayoría, lo haré, Shadow! ¡Lo haré! ¡Y eso es algo que tú no comprendes! ¡Estás tan ocupado viviendo en tu propia fantasía que no te das cuenta de que existe mucho más afuera de ésta! ¡Todo un mundo llamado realidad! 

- ¡A ja ja ja! ¿Me acusas de lo mismo que pecas? Y, asumiendo que vivo en mi propio mundo… sí, lo prefiero infinitas veces más que esta porquería de realidad en la cual están ustedes dos acechando en cada maldita esquina. 

- Y, asumiendo que yo soy estúpida e inútil... ¿Acaso estás tan molesto sólo porque te pillé en tu pequeña travesura en la sala de operaciones? – Estuvo a nada de lanzarse sobre ella y estrangularla. Estaba pisando terreno peligroso y a Shadow le costaba no enloquecer. - ¿Y cómo que soy el perro del profesor? ¿Tiene él algo que ver con todo esto?

- Más de lo que te imaginas.

- Pues bien. Si tanto te molesta, ¿por qué no sólo pretendes que no existimos, que este equipo no existe y que no hay un grupo de locos que, por cierto, casi te matan? ¡Y ya, asunto resuelto!

Shadow estaba callando muchas cosas, tantas cosas que seguramente quería aclarar a golpes. Le costaba hablar, arrastraba las palabras y más se enfocaba en inhalar y exhalar.

- Porque, te repito… ¡luchas sin saber por qué luchas!

- Y, te repito… ¡lucho por defender a las personas de seres como tú!

- No podrían importarme menos tus motivos. No me refiero a eso. ¡Me refiero a que eres tan estúpida que hasta eso haces mal!

- ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Confiar en ti?

- Oh, créeme, sería preferible que confiaras en mí y escucharas con atención lo que te voy a decir.

- ¿Pues habla, no?

Shadow metió su mano dentro de su desgastada chamarra, cerrando los ojos y soltando un suspiro. La chica en un principio se mostró desconfiada, pero al momento en que el erizo sacó aquella extraña gema, sus ojos resplandecieron y no pudo evitar exponer su sorpresa.

- ¡La esmeralda del profesor!

- ¿Esmeralda? Así que ya te habló de ella. – Dijo lanzándola y atrapándola con su mano, desinteresado, observándola a ella al rostro en todo momento. – No, claro que no te habló de ella.

- Lo hizo, créeme que…

- Te dije que escucharas con atención, Miracle. Guarda silencio. – Finalmente se había tranquilizado y toda esa rabia de momentos atrás se vio silenciada por su seriedad. - ¿Sabes qué te dijo de este accesorio ese manipulador? Que era importante, que era esencial para su preciosa misión. Y que yo la robé. 

- … ¿Y la robaste, no?

- Oh, sí, sí, definitivamente. Pero no la robé por los motivos que crees, por los motivos que te hizo creer. No sé absolutamente nada de esta cosa, si es lo que piensas. Sólo supe que era importante para él hasta el momento en que la robé.

- Siempre te mostraste desinteresado ante toda esta lucha. No me sorprende que trates de sabotearnos.

- Desinteresado, sí. En contra, no realmente. Él lo que quiere que pienses es que mi verdadero objetivo era robarla. ¿Sabes cuál era mi importancia en toda tu valiosa misión? Distraerte.

- ¿Distraerme? Ahora sólo estás diciendo ridiculeces. – Pronunció aquellas palabras en un tono burlón, aflojando su cuerpo y observando a otro lado, divertida. Pero era todo lo contrario con Shadow.

- Él siempre quiso que toda sospecha que tuvieras cayera sobre mí. ¿Y funcionó, no? Esa noche no se activaron las defensas de la base hasta que llegaste tú. Él esperaba que me encontraras para que creyeras que yo era el enemigo. ¿Qué hacías montando guardia esa noche si no?

- Me dijo que tú no podías esa noche y le habías pedido permiso de ausentarte.

- Ahí está, esa molesta actitud tuya. ¿Por qué pensar las cosas por mí misma si puedo simplemente recibir órdenes y obedecerlas? - Guardó la esmeralda en su chamarra, sin cambiar en lo absoluto su tono ni su mirada. - Sí, lo admito, caí en su trampa. No lo vi hasta que fue demasiado tarde. ¿Pero sabes algo? Tú tampoco lo viste. Él me dio a propósito un falso indicio de que aquella noche tendría mi oportunidad, y a ti te hizo creer que eras indispensable para montar guardia. Pero tú nunca sospechaste nada extraño. Incluso ahora que te digo las cosas tal cual sucedieron eres capaz de dudar, porque eres una idiota, nublada en TU propia fantasía. ¿En serio crees que puedes confiar en ese cretino?

- Me estás confundiendo.

- ¿Sigues sin creerme? – Se cruzó de brazos. 

- No tengo porqué creerte.

- Decides desconfiar de mí en el peor de los momentos. - Se acercó aún más a ella, extendiendo sus brazos y alzando la voz. - Él me hizo creer que estaba en reparación el sistema de defensas de la base. Él te hizo creer que yo no montaría guardia por quién sabrá qué razón se inventó. ¡Claro que yo montaría guardia mientras él y tú durmieran! ¡Era la oportunidad que esperaba! ¿Sabes qué buscaba? ¡Mi libertad, Miracle, mi libertad! ¿Sabes lo que es eso? Seguramente no. ¡Tú le diste la tuya al profesor a cambio de nada!

- ¿Y tú de dónde te inventas todo esto?

- ¿Inventar? ¿Todavía te rehúsas a abrir los ojos? Allá tú… No, espera. Tengo una mejor idea. – La niña alzó la ceja y volvió a tomar sus palabras nuevamente con seriedad, curiosa, mientras que finalmente veía a Shadow esbozar algo similar a una sonrisa. - Te propongo algo; si tú tienes razón, iré contigo. Sin oponer resistencia, me entrego completamente. Pero, si yo tengo razón, tú serás mi esclava de ahora en adelante.

- ¡Ja! Estás demente. – Le dio la espalda, una vez más divertida.

- Al contrario, es una apuesta segura. ¿Acaso temes descubrir que tengo razón?

Detuvo sus pasos al escuchar la confianza con la que lanzó aquella pregunta. Se mostraba dudosa. Su rostro expresaba desagrado. 

- ¿Acaso en serio creíste por un momento que podías confiar en el profesor Eggman? ¿En serio crees que eres indispensable para sus planes? El indispensable soy yo. ¡Él ríe más que yo a tus espaldas!

- Cállate, Shadow.

- Te está usando.

- Basta.

- No eres más que su esclava.

- ¡Te dije que te calles!

- Y, lo peor de todo, es que eres su esclava de a gratis.

- ¡Cierra la boca de una vez o te la cerraré a golpes! – Finalmente explotó en un grito, dejándome sumamente atónito. No comprendía del todo la situación, pero ciertamente quería interferir y silenciar a Shadow. Estaba siendo terrible con ella.

- ¿A dónde crees que vas?

- A preguntárselo.

- ¡A ja ja ja! ¿Y en serio esperas que te lo diga? “Sí, niña boba, eres mi esclava. Felicidades por darte cuenta. Ahora a trabajar.”

- No tiene nada que decirme que no sepa.

- Volverás, Miracle. – Shadow se tornó serio de súbito. Adelantó un paso en dirección a la chica, quien ya nos había dado la espalda rato atrás mientras se marchaba, disgustada. – Te veré aquí en veinticuatro horas. Te doy mi palabra y estaré aquí. Haré lo que me pidas si regresas con buenas noticias. Te daré la esmeralda sin objetar y te diré todo lo que sé. Haré lo que sea. Yo no pido nada a cambio. Reiré cuando vea tu rostro, rojo de vergüenza y humedecido por tus lágrimas. ¡No sabes cómo disfrutaría de una escena así! – Pero ella ya no le dirigió ni una sola palabra, ni regresó a ver en ningún momento. Se mostraba agitada, y conforme Shadow continuaba hablando, ella aceleraba su paso hasta que finalmente se echó a correr, desapareciendo en el bosque.

- Vaya niña… - Dijo con sus manos contra su cintura, soltando un último suspiro. – Y tú, no creas que me he olvidado de ti.

- Ni yo de ti. Por eso sigo aquí.

- Bien. – Me tomó del brazo y me acercó a su rostro, el cual nuevamente se mostraba molesto. – Tú y yo tenemos mucho que discutir. Me dirás todo lo que quiero saber…

Una vez más me jaló con brusquedad y me llevó a la fuerza tras él.

- … y tal vez te aclare una que otra cosa.

Preferí no objetar y simplemente decidí seguirlo, sin decir ya nada. Finalmente, era ésta la razón por la cual había abandonado mi estilo de vida. Aprovecharía esta segunda oportunidad para desmentir toda mala impresión que le había creado. Y para convencerme de que esto era lo que tenía que hacer, que valía la pena entregarle mi vida a ese ser inhumano. Al despiadado de Shadow the hedgehog.



Caminamos durante un largo rato en el bosque, sin intercambiar palabra alguna. Él iba siempre al frente; a veces aceleraba el paso, otras frenaba de súbito, pero en ningún momento me atreví a dar un sólo paso más que Shadow. No podía ver su rostro. Bueno… en realidad no quería ver su rostro. Aquella escena de momentos atrás me había dejado tenso, no quería imaginarme en qué estado se encontraría él.

En ningún momento soltó de mi brazo. Estábamos de regreso. ¿Por qué? No lo sé. Un momento me arrastra fuera de la ciudad y al siguiente me lleva de regreso. 

Sé que no había abandonado este lugar ni por veinticuatro horas, y que a él no lo había visto tan sólo una semana, pero igual tenía esta extraña confusión. Al volver, sentirme rodeado de tanta gente y de todas esas gigantescas construcciones… todo se sentía ajeno. Sin darme cuenta, fui yo quien terminó aferrándose a su brazo, viendo a todo lado con gran desconcierto, sin saber exactamente por qué.

Bien, recorrimos el lugar durante casi veinte minutos y terminé aún más desconcertado cuando nos detuvimos. Tenía mis codos contra la mesa y mi cabeza apoyada en mis manos mientras lo observaba. Él no me veía, estaba perdido en lo suyo. Sin darme cuenta, me había arrastrado a una heladería y él no dejaba de devorar postre tras postre.

- Shadow, entiendo que tengas hambre, pero…

- ¿Por qué estás aquí? – Dijo con la boca llena, bajando su plato bruscamente, observándome con seriedad.

- Era exactamente lo que te iba a pregunta, aunque iba a ser más bien un “¿Qué hacemos aquí?” Pero bueno, supongo que ya lo hiciste tú, aunque de otra manera, entonces… - Lo vi al rostro. Seguía igual. Yo estaba nervioso. - ¿Qué te digo? Vivo en Jewel City, claro que me ibas a encontrar.

- ¿Yo? ¿A ti? - Tragó su gran bocado. - Esta ciudad es enorme y tú no dejabas de mirar a todos lados. ¿Verdad que me estabas buscando? – Dijo sonriendo burlonamente, apuntándome con su cuchara.

- Sí, Shadow, sí. Ya te dije que sí en el bosque, ¿acaso te lo tengo que repetir?

- Me gusta que lo repitas. – Dio un último bocado y continuó con el siguiente platillo. – Quería saber más bien la razón.

- ¿Qué razón? No hay mayor misterio. Quise enmendar mi error. Cuando enfrentamos a esos sujetos la semana pasada y te marchaste de súbito, me sentí en verdad terrible. – Cerré los ojos al recordar lo sucedido. Me daba mucha vergüenza tan sólo pensarlo, no se diga recordárselo.

- Pero no aprendiste la lección y volviste a hacerlo.

- Lo sé, lo sé. Basta, Shadow. – Froté mi rostro con mis dedos, masajeando. – Pero no soy un inútil y seguiré intentándolo. Intentaré cuantas veces sean necesarias para demostrarte que puedo ayudarte.

- Oye, no, tú basta. – Interrumpió limpiándose los labios con su antebrazo. – En primer lugar, no necesito tu ayuda. Para nada. Estoy perfectamente bien solo. Y en segunda, ¿crees que te cederé mi tiempo? ¿Quién crees que soy? No aguantaré fracaso tras fracaso hasta que te dignes a hacerlo bien. 

- Pues no pienso fallar. – Repliqué tornándome serio, levantándome de mi asiento y colocando mis manos contra la mesa. – No lo haré, no fallaré. 

- Entonces no perdamos más tiempo. – Se levantó igualmente, desinteresado, sin siquiera mirarme. – Vamos.

Nuevamente callé y únicamente lo seguí. Ya habría tiempo para preguntas después. Solté un billete grande en la mesa y nos marchamos en seguida. Poco importaba si cubría la cuenta. Espero.

Nos adentramos en la ciudad. No sabía con certeza a dónde me quería llevar o para qué, qué tenía en mente y cuál era su verdadero propósito, pero seguía sin animarme a preguntárselo… o siquiera a hablarle. Antes, cuando me insultaba, me entretenía, pues sabía que era resultado de su mal carácter. Ahora, únicamente me sentía inseguro, e incluso temeroso de conocer sus verdaderos pensamientos. Me sentía un inútil.

Frenó de golpe. Frenamos de golpe cuando escuchamos su estómago rugir.

- Rayos, creo que todavía tengo hambre.

- No, no es eso.- Dije cuando lo vi directo al rostro. – Estás pálido. De seguro fue porque comiste muy rápido. Vamos a sentarnos. – Me acerqué a él y le ofrecí mi hombro. Se veía terrible.

- Hmm, vamos. – Pero hizo caso omiso de mi gesto, como era de esperarse.

Nos sentamos en la primera banca que encontramos. Por suerte, se encontraba en una zona tranquila, cerca de casas, rodeada de árboles y aislada de ruido. El suelo estaba empedrado, lo cual apreciaba mucho más que el concreto, y casi no pasaba ni un solo coche.

- Oye. – Finalmente me atreví a hablar. – Dijiste que querías que te explicara algunas cosas, ¿no?

- Así es. – No me miraba. Se limitó únicamente a tomar asiento, con las manos juntas sobre su estómago. Observaba al cielo.

- Bueno, ¿qué cosas?

- Será después. - Me quedé estupefacto al verlo relajarse en su asiento, sentándose con tanto desinterés. – Tú eres quien tenía dudas, ¿no?

- En realidad, tengo muchas.

- Adelante, pregunta.

- ¿Cómo te sientes? – Me incliné hacia el frente, sin dejar de verlo al rostro.

- ¿En serio? Vaya niño. - Torció los ojos. - … Me siento mejor, gracias.

- Me alegro, aunque me refiero en general… ¿Cómo has estado estos últimos días?

- Bueno, no podría quejarme. ¿Para qué te miento? Nada es bueno, nada es malo. No me siento precisamente bien.

- Oh, ya veo... ¿Hay algún motivo en especial? – Me tomó varios segundos atreverme a preguntar.

- No realmente. Nunca había deparado en cuestión tan absurda. ¿Debería de haberlo? – Regresó a verme, curioso. - … ¿Cómo has estado tú?

- ¿De verdad te interesa saber? – Pregunté sorprendido, pero de cierta manera contento.

- ... No, en realidad no. Lo siento. – Se recargó nuevamente contra el respaldo de la banca de metal, juntando sus manos. Pasaron al menos cinco minutos de silencio cuando soltó de súbito una pregunta completamente inesperada. - ¿Está todo bien en tu vida amorosa? ¿Sigues pensando en Amy? No quisiera sonar estúpido, pero el amor suele ser una razón para sentirse mal, ¿no?

- Sí, Shadow, lo es, gracias por recordármelo.

- ¿No debía recordártelo? Lo siento. – Al principio, pensé que se estaba burlando. Después, al ver su rostro de reojo, entendí que él en realidad no lo había comprendido, y que en verdad lamentaba lo que había dicho. – Espero que no estés sufriendo. No tendrías por qué. Igual siempre supe que no estabas más que ilusionado con su rostro bonito.

Su forma de comentar las cosas siempre era fría, pero él no lo hacía con la intención de fastidiar ni de herir. Esa era su forma de interactuar con otros, de socializar. Es directo, y a veces que te digan las cosas como son es doloroso. Pero él tenía razón, finalmente. 

No respondí nada, no porque el tema me incomodara, sino que hablar con él seguía resultándome intimidante. Mis piernas temblaban más conforme el silencio se sentía más eterno.

- Esto es aburrido. – Se levantó y empezó a alejarse. Se detuvo, regresó a verme. - ¿No piensas moverte tampoco?

- ¡Ah! ¡Sí!

Confundido, seguí su paso nuevamente, sin rumbo, él al frente. Terminamos adentrándonos en el parque más cercando que encontramos. Aún había luz solar, así que todavía podía verse gente caminando, niños jugando y animalitos corriendo.

Nos detuvimos unos instantes frente a una clase de evento. Un grupo de gente tocaba música sin un instrumento en específico. Sus voces hacían la música y sus pisadas el ritmo; el mundo era su instrumento. Una gran variedad de personas se había reunido. Lo disfrutaban y acompañaban a los músicos con aplausos y gritos. Shadow era el único que se encontraba quieto, observando. Noté su pie dando breves pisadas y su cabeza asintiendo al son de la música. Él también lo estaba disfrutando. No pude reprimir una sonrisa al verlo de esa manera. Sin embargo, nos marchamos casi instantáneamente.

Fue una larga caminata. Se detuvo frente a un pequeño lago y se recargó contra un barandal que impedía el paso y observó durante unos instantes a los patos. Luego, al cielo.

- ¿Qué estamos haciendo? – Pregunté cruzándome de brazos, alzando las cejas, desconfiado. Creí que era a él a quien le disgustaba perder el tiempo. - ¿Acaso no tenemos cosas que hacer? ¿Mantenernos informados? ¿Formar un plan o algo? ¿Qué tanto analizas?

- Bien. La verdad es que sólo tengo una pregunta para ti.

- Adelante, con gusto te responderé.

- ¿Por qué has estado tan callado hoy?

- ¿Qué?

Me incliné hacia atrás involuntariamente, sorprendido. Me regresó a ver con seriedad, recargando su espalda contra la barra.

- Te dije que estaba aburrido, ¿qué pasó con ese bufón que se la pasaba balbuceando y parloteando, contagiando su buen humor y absurda alegría?

- Pues… - Agaché la cabeza, apenado. – Te dije que haría lo que fuera por ayudarte y no ser una pérdida de tiempo. Crees que soy muy inmaduro, y si tengo que cambiar eso...

- No es necesario. – Dejó caer su cabeza hacia atrás, observando directamente al cielo, que empezaba a oscurecer. – Si vas a meditar cada paso que das, entonces olvídalo. Prefiero continuar solo.

- Pero te molestan mis comentarios, ¿no es así?

- Sí, pero también me entretienen. Y a ti te mantienen despierto, alerta. Además, prefiero eso a que pretendas ser alguien que no eres si vas a estar actuando como una nenita todo el tiempo.

Sonreí, aunque tímido. No quería que lo notara y que ello le molestara. No obstante, cambié de expresión al deparar nuevamente en su rostro. Había apoyado todo su cuerpo, como si apenas pudiera sostenerse de pie. Estaba sumamente pálido.

- Shadow, ¿qué te impide usarme como bastón? ¿Tu orgullo?

- No quiero tocarte.

- No seas ridículo. - Lo forcé a apoyarse contra mí, digo, no es como que tuviera fuerza suficiente para objetar.

- Tú no seas ridículo, no es para tanto. Estoy bien, te digo que sólo tengo hambre.

- Entonces vamos a comer. - Ahora sí no pude reprimir una sonrisa. - Pero nada de golosinas ni postres. Comerás bien.

- Entonces no. - Refunfuñó y yo reí. Regresó a verme con amargura, como solía hacer, y siguió mi paso sin quejarse. En realidad, fui YO quien terminó siguiendo su paso, y terminamos en un local de comida rápida. Vaya sorpresa.

- Dame la orden tres, cinco y ocho. Agranda las papas y achica la bebida a cambio de más carne y menos pepinillos. ¿Puedes batir el pastelito junto con la malteada? Sí, sí, tú sólo hazlo, confía en mí.

- ¿Eso sería todo?

- Y una ensalada.

- ¿Para qué una ensalada? - Dijo entre dientes, desaprobándome.

- Te pediré al menos una ensalada. Y si no te la comes, me rehúso a pagarte todo esto.

- Ugh, y a mí me llamas aguafiestas. Bueno, bueno, y una ensalada... con pollo... - Regresé a verlo, frunciendo el ceño. -... y salsa... ... ... y sin tomate.

Solté un suspiro y pagué la cuenta. El dinero que calculé para un mes se iría en un día.

Nos sentamos en una mesa junto a un gran vidrio. Yo había terminado mi hamburguesa y no hacía más que verlo a él comer. Era verdad que tenía mucha hambre, pero no por ello debería de comer tan bestialmente. 

Él no me veía, por lo cual no había riesgo de que descubriera lo que estaba pensando, y era en lo difícil que ha de ser sobrevivir y valerse por uno mismo. Quería saber si siempre había sido así, o cómo eran las cosas antes para él. Pero si bien ya me había animado a hablarle con naturalidad, definitivamente no sabía aun cuándo me atrevería a plantearle todas mis dudas. O si él se dignaría a responder.

Después de varios minutos salimos y continuamos caminando. Soplaba mucho viento y me arrepentí en ese momento de haberme ido con esta chamarra tan delgada. Finalmente cayó la noche.

- Oye, es tarde. Deberíamos marcharnos.

- No me digas que te da miedo un poco de oscuridad.

- No me da buena espina esta zona, es todo. No deberíamos meternos en problemas innecesarios.

- De acuerdo. Vamos a tu casa en ese caso. - Avanzó, como si estuviera seguro de qué camino seguir. - Si no tienes nada que preguntarme, entonces yo hablaré. Pero no me fío de hablarlo tan públicamente. 

Me dio la espalda y continuó andando. Seguí sus pasos con sigilo, escuchaba y callaba. Yo era ahora la sombra de Shadow.

- Definitivamente tengo muchas preguntas que hacerte. - Dije de súbito, deteniéndome y tragando saliva. Él me regresó a ver impresionado, pero atento.

- Y aun así preferiste callar todo este tiempo.

- Lo siento. – Dije cerrando los ojos y mis manos con fuerza, sin poder impedir que mi rostro se calentara de la vergüenza. – Sé que soy un estorbo, y una gran pérdida de tiempo, pero de verdad temía pisar terreno peligroso. Perdón si soy precavido con cada paso que doy, no me arriesgaré a decir algo que te vuelva a enojar como lo hizo aquella vez. – Era la primera que me sentía así, mi voz parecía perder fuerza con cada nueva palabra que pronunciaba. Alcé la voz. - Está bien, Shadow. Perdóname si llego a ser muy personal o me entrometo mucho, pero me dirás todo lo que quiero saber, nada de detalles ocultos. Y exijo siempre una respuesta, sin mentiras. 

- …Vaya niño.



Me dio la espalda y continuó su rumbo. Todavía quería que lo siguiera. No me había dicho que sí, pero tampoco había dicho que no, y eso era algo. Había perdido toda la tarde ahogando mis dudas. Qué tonto había sido, pero al menos ya estaban varias cosas aclaradas en mi mente. Y, lo más importante de todo, es que parecía que había ganado su confianza. O mejor dicho, la había recuperado. Volvíamos a ser un equipo.


---------- Aviso de Sam ----------

¡Buenas tardes ^ - ^!

Bien, otro lunes y otro nuevo capítulo de Corazón Artificial ^ - ^ Personalmente, estos últimos capítulos me han tenido muy emocionada, así que ojalá a ustedes también les guste XD U 
¡Cuídense mucho y tengan un bello inicio de semana! :3 Yo iré por comida |3
A todas sus visitas y comentarios en verdad muchas gracias! Me ponen de muy buen humor! :D 


Hasta la próxima ^ - ^!

(Psssst, para los curiosos, si mis cálculos son correctos, hemos llegado a la mitad de esta historia O: ! ¡Gracias por su apoyo, de verdad! \ ^ - ^ /! )