jueves, 19 de enero de 2017

XLVI

Como me había prometido, me eché contra el sofá apenas llegué a casa; sin decir nada, sin hacer nada, y definitivamente sin pensar en nada. De repente no ver ni a Shadow ni a Miracle sonaba excelente. Quería por un momento ignorar todo este asunto de los fantasmitas, cada vez menos podía soportar la presencia del mío. Había sido yo quien peor suerte había tenido de los tres, quiero decir, Shadow oculta a Miracle en la ignorancia y yo no soy tan fuerte como él.

Y después de mi escenita con Amy, no estaba de mucho humor para seguir con estas cosas. Disfrutaba del silencio. Sin embargo, sencillamente no podía dormir.

Cada vez que lo lograba, las pesadillas sólo empeoraban.

- ¿Por qué sigues buscándome?

- No soy yo quien te está buscando. – Repliqué mientras regresaba a ver a todos lados. De repente sentía una presencia moverse, rodearme, pero en ningún momento conseguí encontrarlo con la vista. - ¿Por qué continúas siguiéndome?

Múltiples veces había soñado en tan poco tiempo en esta parte del bosque pancromático. Siempre resultaba en una pesadilla este ambiente tan lúgubre, tan poca luz, aquella neblina purpurea que nos encerraba y, por alguna extraña razón, siempre me sentía débil. La atmósfera era increíblemente pesada y su presencia no lo hacía más sencillo. No había un solo sueño en el que él no estuviera ahí.
Y ésta definitivamente no sería la excepción. Sabía que estaba ahí.

- ¿Qué es lo que quieres? – Logré verlo por unos breves instantes, al menos su sombra, pues al instante se desvaneció y su siguiente pregunta la escuché a lo lejos. - ¿Qué rayos quieres de mí?

- Nada, ¿es tan difícil creerlo? – Insistía, no dejaba buscarlo con la mirada. – Yo tampoco necesito tu ayuda.

- Estorbo…

Lo tuve frente a mí por unos instantes. Ver esa mirada tan severa… Abruptamente, me había despertado una vez más.

No iba a dedicar ni un solo segundo de mi tiempo ni siquiera a meditar por qué seguía teniendo este tipo de sueños. Bebí un enorme trago de agua y volví a recostarme. Aunque seguía retorciéndome durante mucho tiempo en el sofá, contar mi respiración ayudaba a que finalmente volviera a quedarme dormido. Pero no ayudaba en lo absoluto a terminar con esto.

- Sigues volviendo… ¡Si no tienes nada bueno que ofrecer, lárgate!

- ¡Lo haría si tú dejaras de traerme aquí! - No podía escapar.

Si acaso era otro escenario, otro lugar, se sentía el mismo ambiente en todo momento. Y, por supuesto, siempre estaba él ahí. Era el mismo sueño una y otra y otra vez.

- ¡Lárgate tú! – Grité, sin saber qué era exactamente este sentimiento que me agobiaba. Era una desesperanza extraña, ajena.

Pero no se movía. Esta vez ya podía verlo, se encontraba frente a mí. Ahora estábamos en el patio de mi casa, era él quien estaba bloqueando la salida, era él quien me tenía a mí atrapado. Ya antes había intentado huir, pero sencillamente aparecía en toda esquina, todo lado al que fuera, él me seguiría. En todo lado podría escuchar sus quejas, sus insultos. No sabía lo duras que podían llegar a ser sus palabras, lo horrible que podía llegar a sentirse… ¿Por qué?

- ¡Por qué insistes en ser así! ¡Qué rayos tienes! ¡Qué te pasa!

Por un momento, verme de esa manera, tan molesto, le había ocasionado gracia. De cierta manera, aquella sonrisa me había resultado tranquilizadora por unos instantes sin estar seguro del por qué. Resultaba confortante, familiar. Sin embargo, de súbito su semblante volvió a cambiar, volvía a ser completamente distinto, lleno de odio por mí, ese odio que por alguna razón me debilitaba.

Esta vez, con suma furia, arrancó una de las barras de madera de la valla del patio sin problema alguno. Sabía que era fuerte, pero este ser era una bestia. Vi cómo la alzaba con la intención de lanzarla contra mí. Pero ya no quería seguir huyendo, ya no podía continuar con esta locura, ¿por cuántos sueños tuve que haber saltado ya para que llegara a este agotamiento tan irreal? Sólo pude dejarme caer de rodillas, resignado, bajando la mirada. ¿Cómo podía luchar contra él?

Eso lo enfureció más.

Apenas el trozo de madera se enterraba en el suelo a un lado mío, sentí su mano tomarme del cuello, forzándome primero a levantarme, luego a tener mi rostro frente al suyo. Su ira era incontenible y no entendía por qué, sólo sabía que no quería verlo. No lo entendía.

- ¿Por qué tienes que ser una maldita basura?

No se la daría, no le daría el gusto.

Volvió a sacudirme, acercándome todavía más a él. Quería mi atención y por eso se mostraba de esa manera.

Primero me abofeteó un par de veces, se burlaba de mí, las cosas que decía eran tan absurdas como vergonzosas, ¿en realidad yo representaba todo eso para él? Tenía los ojos muy bien cerrados, no lo vería. Pasara lo que pasara, no lo vería a los ojos.  La humillación era mucha. Quería replicar y callarle la boca a ese imbécil, pero de cierta manera sentía que, más allá de mi voluntad por mantenerme firme, otra parte de mí se sentía digna de este trato, y esto era mejor que nada.

Él estaba totalmente consciente de ello, él sabía que esta debilidad no era mía. Pero eso no le importaba en lo absoluto, incluso sabiendo que no era yo a quien quería matar.

- Tu inutilidad no deja de repugnarme.

Finalmente me dio un golpe al rostro y me lanzó lejos. El dolor se sentía tan real, definitivamente era real, todo lo que sentía era real. Este miedo lo era, así como el temor por mi vida, y la suya pese a todo. No era él, no era él.

Porqué… Estuve a punto de preguntar cuándo tan repentinamente me había tomado del rostro y me jaló una vez más a verlo. Pero esta vez había sido tan diferente.

- Sigues siendo un inútil…

Sabía que esa era su manera inexpresiva de ser amable. Al sentir el tacto tan distinto de sus manos, la forma en que se acercó a mí… decidí por fin abrir los ojos y ver su rostro. Fue el único momento de lucidez que tuve en toda esta pesadilla, ese rostro tan enigmático, sus ojos rojos que todavía me generaban temor… En fin, su rostro… Me sentía desmayar y por un momento cedí cuando hizo ademán de no dejarme caer. No debía confiar en él, no debía confiar en él…

 No sé cuánto tiempo permanecimos de esa manera. Me sentía ligeramente mejor pero aun así me costaba muchísimo abrir los ojos. No había necesidad de abrirlos, mucho menos de moverme, pues él estaba ahí… tal vez… sólo unos instantes…

Se había movido con bastante cuidado, como si realmente le importara no lastimarme, pero en vez de dejarme en el suelo, me había sujetado con mayor fuerza. Con su mano comenzó a acariciar mi cabeza y, antes de que pudiera continuar, de súbito la detuve con la mía.

- ¿Ahora qué, erizo? – Dijo fingiendo cierta sorpresa, tratando de recuperar su mano, la cual sostenía firmemente y no soltaría por nada del mundo. Tenía demasiada fuerza, sin importar cuánto insistiera, él lo estaba consiguiendo. Nuestros rostros volvieron a quedar uno frente al otro. Podía ver cómo comenzaba a irritarse, no sabía cómo reaccionar en este momento, si debía ceder a la molestia, si debía mantenerse calmo o si debía enfadarse una vez más. No sabía cómo hubiera reaccionado Shadow. Pretendía ocultarse con una mueca que apenas podría llamársele sonrisa. - ¿Cómo quieres que sea bueno contigo cuando eres tan molesto?

Y al ver su otra mano acercarse a mí, tomé de ésta igualmente. Tomé de ambas bruscamente y las jalé hacia abajo con toda la fuerza que pude, forzándonos a chocar cabeza con cabeza.

- Tú no eres Shadow. – Finalmente me daba cuenta de ello. Ese ser quería mantenerme desapercibido. Sería más fácil para él de esa manera, ¿pero por qué? No comprender sus motivos era lo que más confundido me tenía.  

 Antes de permitirle seguir con su aberrante actuación, usé la poca fuerza que me quedaba para lanzarme contra él. Rodamos unos cuantos metros por el suelo, sentía cómo sus intenciones finalmente florecían. Él quería matarme.

Quedé debajo de él, sus manos apretaban con odio mi cuello. Sostenía fuertemente sus muñecas, intentaba quitármelo de encima pero todo era en vano. Me estaba quedando sin oxígeno completamente  y todo se volvía cada vez más borroso. No estaba del todo seguro ya si era sólo un sueño o no, si en verdad era sólo un temor mío o si se trataba de él, De repente temí muchísimo por su vida, algo malo le estaba pasando, no podía rendirme. Tal vez sería tarde para mí, pero yo jamás me rendiría si se trataba de Shadow.

Logré al fin apartarlo de mí con mis pies contra su abdomen, al menos lo necesario. Esa ya no era su mirada y esa extraña neblina que salía de su cuerpo… más bien que se desprendía de su cuerpo…. Su rostro comenzaba a pelarse, todo su cuerpo comenzaba a romperse.

- ¡No… podrás…! – Solté de sus muñecas y en un intento logré atravesar su pecho con mi puño. Una extraña luz salía, cegándome. Lo escuché gritar… más bien, chillar. Era un chillido infernal pero no por ello me soltaba, ni yo pararía. Comenzaba a retorcerse, batalló durante un largo rato, no dejaba de lanzarme múltiples golpes pero no por ello me rendí, incluso llegó un punto en el que dejé de sentir dolor y finalmente en una oportunidad logré llevar mi otra mano a su pecho. No se sentía más en lo absoluto a un cuerpo, me preguntaba si en algún momento lo había sido. Conseguí sostener su cuerpo con ambas manos, como si arrancara algo de él. Continúe con suma fuerza hasta que así fue. Tiré con tanta fuerza que, al haber separado ambos cuerpos etéreos, solté de ellos, quedando rendido y definitivamente sin energía, salieron volando en opuesta dirección. Uno se trataba de una sombra completamente irreconocible. La otra, era Shadow. Al instante, simplemente se perdieron en la distancia, como si en realidad jamás hubiesen estado aquí. Pero yo seguía aquí, atrapado en este sueño. Algo me faltaba y la atmosfera se sentía cada vez más densa.

 Abrí los ojos, caí del sofá y, con mis manos contra el suelo, tomaba oxígeno apresuradamente. No dejaba de palpitarme la cabeza de dolor y poco sentía que me faltaba para desmayarme.

- Ya sé que estás ahí. – Dije apenas tuve el oxígeno suficiente para hacerlo, sin haberme movido.

Escuché su risa a lo lejos, resonando en toda mi habitación. No tenía puertas ni ventanas, los muebles iban y venían sin hacer la menor señal posible y esa neblina purpurea continuaba nublando la vista. De ella, salió su sombra, ganando corporeidad poco a poco frente a mis ojos.

- ¿Te divertiste? – Pregunté alzando tanto como pude el rostro, mirándolo con una pequeña sonrisa burlona, pero no conseguía ser más divertida que la suya. – No puedes deshacerte de mí.

Sentía como si no se tratara de la primera vez que nos veíamos, pero yo sabía, o creía, que así era.

- Yo no quiero deshacerme de ti, al menos no ahora. No, sólo te estoy advirtiendo. – Se paró frente a mí, cruzándose de brazos. – Quiero decir, ya sé que no es necesario que yo te mate si hay alguien más que se muere por hacerlo.

- Ja ja, sólo porque tú estás aquí. – Me levanté como si jamás me hubiera sentido débil, aunque no pude evitar llevarme una mano al cuello, observando su rostro seriamente. – Dime a qué se debe este gusto, qué demonios haces aquí.

- Traté de decírtelo, pero no me haces caso… - Comenzó a caminar de un lado a otro, desviando la mirada como si no fuera la gran cosa. – Lo creas o no, fuiste tú quien me estuvo buscando, no me dejabas en paz…

- Eres tú quien no deja de aparecerse en mis sueños, por qué no sólo me dices lo que quieres o, mejor aún, te largas.

Pero él continuaba riéndose de mí. Se subió a mi escritorio, sentándose y apoyando su pie contra el respaldo de mi silla, llevándose su mano a su cabeza.

- ¿Todavía no lo entiendes?

En verdad no lo hacía, y desistí en preguntárselo al notar que estaba tan enigmático, este imbécil no hablaría por nada del mundo. La única pista que obtuve fue su mirada, la seguía y notaba que no dejaba de observar cada esquina de mi habitación. Comencé a caminar de un lado a otro, parecía que la habitación se volvía cada vez más grande aunque siempre me llevaba a terminar contra una pared. Me apoyé contra ella, soltando un suspiro y mirando al techo, ¿y ahora qué?

Tenía mi mirada sobre Ozane todo este tiempo, pero él jamás hizo nada. Seguía en aquella posición, con era inquietante sonrisa y volvía a cerrar los ojos, como si realmente me estuviera ocultando un gran secreto. Comenzaba a sudar cuando un repentino temblor me sacó de mis pensamientos.

- ¡Sonic! ¡Sonic!

Gritaba mi nombre una y otra y otra vez pero no sabía cómo llegar a ella. Tocaba la pared por donde se pudiera, la palpaba en busca de algo, lo que fuera, comenzaba a desesperarme y comenzaba a derrumbarse todo, incluyendo el suelo.

- ¡Sonic! ¡Abre la maldita puerta!

- ¡Qué puerta! – Dije empujando la pared con todo mi cuerpo, sin lograr nada. Todo esto sólo le divertía a esa maldita ave y, riendo hasta el último momento, finalmente se desvaneció. Se habían caído todas las paredes menos la que se encontraba frente a mí, a la cual me había apoyado y ya no había suelo suficiente como para lanzarme e intentarlo en otro lado. Realmente no quería intentarlo. Me paraba en la punta de mis pies, tratando de detenerme donde se pudiera y como se pudiera. Escuchar gritar mi nombre, cada vez más fuerte, sólo me ponía más nervioso. No pude hacer más cuando de súbito caí.

Sentía como en definitiva abría mis ojos, me encontraba nuevamente contra el sofá. Me sentía todavía más pesado que antes y lo veía todo todavía más borroso, pero sabía que esta vez ya había vuelto a la realidad. Mi casa seguía completamente igual a como la había dejado…

- ¡Ya te escuché! ¡Abre esa maldita puerta!

Y eso…

Frotaba mis ojos y no cesaba de bostezar mientras me dirigía a la puerta. Se escuchaba bastante precipitado, me preguntaba si había sucedido algo malo pero no por ello me apresuré en abrir. Ni siquiera insistí en pedirle que se calmara en lo que, con manos torpes, quitaba los seguros de la puerta.

Cuando finalmente lo tuve frente a mí, dediqué unos pocos segundos a verlo con cierto detenimiento, se mostraba bastante agitado, apoyándose ese tiempo contra el muro para recuperar el aliento.

- ¿Qué sucede, Shadow, por qué tan agitado? – Pregunté dándome media vuelta, enfocado más en despertarme con calma.

- ¿Una siesta? ¿Por eso tardaste tanto en abrir la puerta? – Preguntó él, alzando la mirada y viéndome con fastidio.

No pude evitar torcer los ojos y soltar un suspiro cuando le escuché hablar de esa manera. Solté un último bostezo y al fin le regresé la mirada. No me daba gusto en lo absoluto verle frente a mí. Y pensar todo el embrollo por el que había pasado por su culpa… Debo admitir que a veces a mí también me resultaba un tanto molesto tener que lidiar con Shadow.  El problema de no poder elegir con quién formabas tu equipo, seguro…

De repente, mis pensamientos se vieron interrumpidos. En realidad, nada me forzó a salir, simplemente había deparado en el silencio que de repente nos había envuelto a ambos, y definitivamente la mirada de Shadow. Me veía de una manera extraña, muy distinta a lo habitual… ¿Por qué me veía así? ¿Acaso estaba preocupado por mí? Se acercó un paso hacia mí e instintivamente yo retrocedí otro, lo que ocasionó que se detuviera, mostrándose todavía más extrañado que antes. Tragué saliva, permanecimos así por un momento más…

jueves, 12 de enero de 2017

XLV

- ¿Qué es lo que veo? ¿Acaso Shadow se está divirtiendo? Ver para creer… - En cuanto escuché esa voz, tan burlona e irónica como siempre… bueno, no me disgustaba del todo.

En cuanto vi a Rouge llegar, solté a Miracle. Por ahora, sería lo mejor mantener mi compostura habitual frente a ella, frente a esta situación más que nada. Salimos de nuestra burbuja y  volvíamos a incorporarnos en la habitualmente terrible realidad.

- No sé por qué creí que vendrías sola. – Antes de cruzarme de brazos, había tomado a Miracle de su playera, forzándola a que se sostuviera sobre sus pies al instante.

- Tú mensaje fue claro; no vengas si no con una solución a mi problema. Bien, como anticipabas, aquí la tengo, muchachote. ¿Debería explicarme ahora?

- Primero quiero que conozcas a alguien… - No pude evitar hacer una mueca al decir aquello. Si Rouge y Eggman se conocían, volvería a cometer el error de presentar a dos personas que no soporto.

Le señalé el camino que debía seguir para entrar a la base de Eggman. Ese paso firme con el que avanzaba era completamente el de un líder. Detrás de ella, intimidantes como siempre, se encontraban los hermanos Ebony y Beech. Su último acompañante era una joven chica rata, bastante delgada y un tanto alta. Pese a que parecía que llegaba en calidad de prisionero, sonreía con la misma seguridad que Rouge, como si fueran parte de un mismo equipo. Se trataba de otro de esos malditos espíritus.

Noté cómo regresaba a ver a Miracle con una mirada provocadora, y al ver que se ponía a la defensiva, puse mi mano frente a ella, un gesto para detenerla.

- Shadow, ¿quiénes son ellos?

Dijo en un susurro, pero no respondí. Le hice otro gesto para que me siguiera y fui detrás de ellos. Como siempre, dudó unos segundos en hacerme en caso pero, igualmente como siempre, obedeció al verme regresarle la mirada. Mi autoridad no sería algo que perdería.

Nos adentramos en la base de Eggman. Más valía que nada gracioso ocurriera, o en serio destruirá a ese gordo apuñala espaldas. Y sería lo último que necesitara para odiarme, pero eso no era algo que quisiera que Rouge supiera.

Sinceramente, me encontraba tan confundido y perdido como lo estaría Miracle y, bueno, espera que Eggman también lo estuviera al estar frente a Rouge y su bola de tarados, mas decidí no reflejarlo en lo más mínimo, no podía permitirme otorgarle a Eggman la delantera ni por un instante. O que rectificara que siempre la ha tenido.

Preguntó con su desinteresada manera de ser dónde sería apropiado explicarse, a lo cual Eggman, para mi sorpresa, no dudó en llevarla a esa habitación que siempre se encontraba cerrada cuando yo estaba presente, esa maldita habitación con el tan famoso botón. Lo hacía para fastidiarme.

Sin embargo, en ningún momento me pareció que estuviera ocultando algo, cosa que sólo me hacía sentir más intranquilo. ¿Quién era este Eggman? En todo momento que permanecí aquí, jamás me dirigió la mirada ni de casualidad.

- Bien, quien sea yo realmente no importa, lo que quiero saber es por qué debería confiar en ustedes. – Empezó a decir apenas entró, sin por ello dejar de adentrarse en la habitación, como si se sintiera tan segura como en casa propia. Dio media vuelta y, observándonos con una sonrisa burlona, añadió. – Asumo que a ustedes les bastará como sello de confianza que se trate de una amiga de Shadow.

- Digamos que tenemos el mismo sello de garantía. – Respondió Eggman, con la misma sonrisa.
Dios, cómo lo odio.

Rouge cerró los ojos unos momentos y sonrió. Ni siquiera se habían dirigido la mirada, ambos confiarían ciegamente por mi culpa, y todo lo que saliera mal, claro, sería mi responsabilidad.

Aun sabiendo que ella estaba convencida de participar desde el momento en que yo misma la llamé, Eggman siguió hablando.

- Verás, querida, yo soy el Doctor Ivo Robotnik, doctor en robótica aplicada, pionero de la vida artificial y fiel amante de la ciencia.

- Amante… - Escuché murmurar a Miracle con una tonta sonrisita astuta en su rostro. Le tuve que dar un codazo para que se callara, si escuchaban nuestras risas ahogadas, estaríamos perdidos.

Eggman se presentaba mientras se acercaba a Rouge, sin quitarle la mirada de encima, invitándola a observar con detenimiento el lugar donde se encontraba y a observar junto con ello su variedad de inventos fallidos, cacharros de los cuáles se sentía tan orgulloso. Siempre tenía que sonreír al hablar de sus juguetes.

- Como presumiblemente sabrás, un acontecimiento de tanto  misterio y fuera de toda lógica naturalmente tentará a todo ser racional en búsqueda de la verdad. ¿Se trata de evidencia sólida de la vida después de la muerte? ¿Será, entonces, posible pensar en la idea de la reencarnación? – Hizo una pausa breve, deteniéndose y llevándose la mano a su barbilla, hundiéndose en sus pensamientos, no por ello aburriendo a Rouge. Es más, se veía divertida. – La teología nunca ha sido particularmente de mi interés, y un momento en que se presenta evidencia tan clara… bueno, es una lástima que ni siquiera podría pensar en invitarlos a participar en mis estudios, tan avanzados y a su vez tan elementales… Sin mencionar que es una pena que la prioridad sea ahora deshacernos de ellos, ya con tanto mal que han hecho en tan poco tiempo…

Rouge, habiendo escuchado todas sus palabras, soltó una leve carcajada, como si se mostrase encantada.

- Muy bien, Shadow, para ser un ser tan aislado, naturalmente las personas que dejaras llegar a tu vida tendrían que ser impecables. – Se acercó unos pasos a mí y empezó a aplaudir, sabrá si a mí, si a la biografía del profesor o a todo este espectáculo que ante su infantil manera de ser se desenvolvía. 
Volvió la mirada al Profesor Eggman. – Admito que jamás podría pensar tan ciegamente en alguien en tan poco tiempo, pero en un sentido pragmático, usted era la pieza que me faltaba. Verá, yo soy excelente buscando y encontrando pistas… - Mientras hablaba, se acercó a la chica rata, quienes Ebony y Beech detenían con fuerza, o bien, sólo pretendían hacerlo, pues en cuanto Rouge la tomó del brazo y la llevó de un jaloneo al frente de Eggman, ella no opuso resistencia alguna. Es más, todavía compartía la misma sonrisa de Rouge. - …pero nunca he contado con un hombre de tantos conocimientos en quien pudiese confiar mis hipótesis, y más importante, confirmarlas.

Todos sonrieron en ese momento con tanta astucia que me enfermaba.

- ¿Ves a esa niña de ahí? – Preguntó Rouge señalando a Miracle sin siquiera haberla regresado a ver. Instintivamente volví a colocarme un paso frente a ella, tragando saliva. – Bueno, yo alguna vez estuve en su situación.

Y, como si ni siquiera Eggman jamás hubiese podido haberlo previsto, todos nos mostramos asombrados, lo cual le divertía muchísimo. Así que era por eso…

- Sí, esta chica y yo alguna vez compartimos el mismo cuerpo. – Añadió colocándose detrás de ella, colocando sus manos sobre sus hombros, como si se tratara de un par de hermanas o algo igual de cercano. Antes de hablar, sonrió con cierto júbilo. – Hasta el punto de habernos vuelto una sola persona.

- ¿Lograron ser la misma persona? ¿Qué quieres decir con eso? – Añadió un enteramente curioso Eggman, haciendo reír a ambas ligeramente.

- ¿Qué te puedo decir? No se trata de que sólo estén ahí. Sabes que están ahí. Puedes verlos, incluso sentirlos… pero hay un momento en el que… todos esos pensamientos que alguna vez me parecieron tan ajenos… de repente se volvieron enteramente míos. – Explicó separándose de ella y caminando hacia otro lado, dándonos la espalda. - Incluso hoy en día, que estamos separadas como  queda claro, no puedo decir si mis ideas, si mis emociones y hasta mi propio instinto son míos o siguen siendo ajenos, ¿saben? Bajo el encanto de una vida con tantos deseos y sueños sin realizar, sin mencionar tantas pasiones alocadas. – Y aunque sonaba un tanto tenebroso la idea de perder la identidad de esa manera, ella se mostraba calma ante la situación, como si le resultara incluso divertido recordarlo, a tal punto que, me hacía pensar, si acaso tenía ese recuerdo en mente siempre. – Tuve bastante miedo.

- No parece… - No pude evitar murmurar con cierta envidia al ver lo bien que parecía llevarse con aquella chica. No estamos hablando del asesino ese por excelencia que tan tranquilamente habita mi cuerpo.

- Mi resolución es únicamente personal, pero sé que tengo las piezas para resolver este rompecabezas, sólo necesito a alguien que me ayude a juntarlas.

Sabía que los tres teníamos hartas preguntas nadando desenfrenadamente por nuestras mentes, digo, yo lo hacía. Y aunque nadie jamás lo hizo obvio, ella, naturalmente, lo adivinó.

- Vamos, tenemos tiempo para aclarar toda duda con calma, ¿cierto? Oh, bueno, ustedes no. – Dijo sin borrar su sonrisa, habiendo regresado a vernos a ambos. Qué molesta podía ser esa mujer... – Además, preferiría contarles la historia primero y que ustedes sacaran sus propias conclusiones pues, como les dije, las mías son quizá muy personales como para siquiera pensar que podría ser de aporte alguno. Odiaría sesgar su análisis con mi subjetividad, tan soñadora yo. – Dijo desviando la mirada, no sin dejar de sonreír y guiñándonos el ojo.

Nadie dijo nada, no queríamos interrumpir su hilo.

- Sí… Es como si ellos tuvieran las de ganar en este juego, ¿saben? Y aunque la pérdida de tu propia identidad parece ser algo muy desesperante, en realidad no sabes en qué momento tus ideas y pensamientos de repente coinciden con las suyas y deciden ir en la misma dirección. Nunca me sentí obligada a nada, son unos pillos tremendos. Pero, como digo, no te das cuenta en qué momento de repente ya te perdiste.

Miracle y yo habíamos desviado la mirada, sé que yo lo hacía con cierta vergüenza y ansiedad, ¿podría ser que en realidad todo esto fuera el sigilo de Hamadi? Digo, yo nunca me había sentido particularmente distinto… No quería admitir ni por un instante ni siquiera ser dueño de mis propios pensamientos, ¿podía este torbellino emocional que sentía ni siquiera ser mío? Todo lo que he cambiado en tan poco tiempo, ¿podría ser en realidad una estúpida ilusión nada más?

- Yo fui muy débil y cedí, no tenía ni la menor idea de qué estaba sucediendo, ¿cómo saber qué hacer? – Pero en vez de mostrar lamento, jaló a la chica con brusquedad y detuvo de su rostro con una mano, como si la estuviera exponiendo hacia nosotros, humillándola, mas no por ello se mostraba nada molesta. No podría decir lo molesto que resultaba que en ningún momento dejara de sonreír. -  Tal vez sólo tuve suerte de llevarme tan bien con mi inesperado inquilino. – Hizo una tediosa pausa, y aunque su mirada lo decía todo, no por ello calló. - No es su caso. Sé lo difícil que puede ser, mis amigos, pero hagan lo que hagan, luchen contra ello. – En un descuido, nos regaló una de sus honestas sonrisas, un tanto avergonzada incluso. – Sé que puede resultar tentadora esa sensación.

Pero actuaba como si hubiera sido lo mejor que pudo haberle pasado en la vida. Me preguntaba con harta curiosidad quién fue la verdadera Rouge antes de todo esto.

Calló en cuanto deparó en mí. Había comenzado a retroceder, pensando sin cesar en tantas cosas… Sus palabras sólo lo hacían más confuso, pero algo era cierto; sólo empeoraría con el tiempo. Tenía que decidirme ya y llegar a una resolución de una buena vez.  Entonces quedó en claro que tenía que dejar todo claro y en el pasado, aceptar mi presente y el cómo se daban las cosas y, bueno, tal vez valdría la pena pensar en luchar por mi futuro…

- Rouge, escucha. ¿Por qué no le cuentas al profesor todo lo que sabes? Debo ir por alguien que también es víctima de este problema y no creo que se quiera perder de la cura.

- ¿En serio? Creí que sería a ti a quien más le importaría escuchar esta historia. – Preguntó fingiendo el desánimo de una niña pequeña a quien de repente le niegan lo que quieren. Pero, en realidad, estaba confundida.

- ¡Shadow, llévame contigo!

Interrumpió Miracle, acercándose y aferrándose de mi brazo.

Me costó un poco lograr que me soltara, sorprendentemente lo había logrado sin ser brusco con ella. Me acerqué  y le di media vuelta, colocando mi mano sobre su hombro.

- Rouge, ¿puedo confiártela? – Las miradas confusas seguían sobre mí, incluso Eggman se mostraba escéptico con que me fuera tan repentinamente. Lo entendía, por algo la llamé, y sí, un momento la duda me estaba matando… pero de repente simplemente me resultaba absurdo que yo estuviera ahí, si Eggman se encargaba de ello, con eso bastaba, ¿no? Miracle podía escuchar los detalles por mí pues, con toda honestidad, pensaba que ganaría más tiempo de esta manera.

Además, no quería que nadie viniera conmigo, y mucho menos quería dar explicaciones. Cómo podría explicarles algo que ni yo mismo tenía en claro.

– En fin, no tardaré nada, puede que llegue a la parte importante.

Di media vuelta y, sin dejar que nadie me cuestionara nada, me fui corriendo. No mentía, sí iba por Sonic, y teníamos que resolver nuestras estúpidas diferencias a la de ya. Lo que no sabía, era qué tan cierta era la parte de que no tardaría nada.

Hacer las paces con Miracle y ahora todo esto… con dos ideas locas de tres que marcharon bien, la tercera también tenía que hacerlo.

¿Por qué de repente todo esto me resultaba difícil? Nunca me había gustado andar con rodeos. De repente mentir era mucho más sencillo que decir la verdad cuando algo realmente te importa. Pero esa discusión con Miracle me había hecho abrir los ojos. Momentos atrás, me resultaba una idea completamente disparatada, absurda e idiota. Ahora me sentía, admito, bastante curioso, impaciente, supongo que eso era bueno. Esta sensación… de repente me preguntaba si esto significaba aunque fuera por poco vivir. Me sentía estúpidamente acelerado.


Odiaría que los planes de Hamadi se entremezclaran con los míos.

---------- Aviso de Sam ----------

¡Hola!

¿Cómo han estado? ¿Qué tal su semana? ^ - ^

Lo siento, realmente quería publicar este capítulo mucho antes, pero entre compromisos, prisas y mi terrible internet que tanto me odia :,3 Bueno, algo tarde pero aquí está c: Seguiré publicando semanalmente por el momento, realmente quiero dedicarme a cada capítulo y, además, disfrutarlo c: (No recordaba lo divertido que podía llegar a ser (?)) 

En fin, ¡espero les guste! Déjenme saber qué opinan, qué les pareció y así, en serio lo aprecio muchísimo! :D

Los veo a más tardar el próximo jueves, entonces! :)

¡Buenas Noches!

jueves, 5 de enero de 2017

XLIV

Simplemente dejé a Eggman atrás, no se podía discutir con un imbécil.

Me tomé mi tiempo, sin embargo, para salir de aquella maldita base. Quise despejar mi mente e ignorar mis pensamientos, totalmente desatados por culpa de mis emociones. Fue en vano. Al ver a Miracle lo supe.

- ¿Shadow? ¿Sucede algo? … ¿Te encuentras bien?

- Cállate, Miracle. – Mas no por ello planeaba decírselo.

Pasé junto a ella, empujándola con mi brazo para que se hiciera a un lado, sin siquiera mirarla por un instante. A los pocos pasos, me dejé caer contra el suelo. Mis ojos cerrados, solté un largo suspiro. Cómo me odiaba, casi tanto como odiaba a ese gordo estúpido.

- Bueno, tomaré eso como un obvio sí.

- Pues es un no.

- Shadow, ¿podemos parar con todo este absurdo por un momento?

Se atrevió a acercarse a mí. Abrí los ojos al sentir sus manos sobre mis hombros, viendo su rostro tan cerca del mío. Sus manos temblaban.

Ella también me tenía miedo. Todos lo hacían. Odiaba esa estúpida reacción.

– No me voy a callar, Shadow, y tú también deberías considerar dejar de hacerlo. Si tienes algo, ¿por qué no sólo lo dices? – Hubo un largo silencio. Me había tomado un tanto de sorpresa sus palabras. No sabía, ni quería, responder, lo cual terminó por irritar a Miracle. –… ¿Acaso crees que no puedes contar conmigo para nada?...– Al recibir nuevamente el silencio como respuesta, gruñó con gran desesperación.  Apenas pude cerrar los ojos cuando me sacudió, obligándome a mirarla una vez más. - ¡Shadow! ¡Por qué eres así! ¿Por qué eres tan cerrado? Puedes desconfiar de quien quieras, ¡pero no de mí!

Mas antes de que retirara sus manos, las detuve con las mías. Nos miramos directamente a los ojos por un breve instante, pues al poco rato volví a cerrarlos, suspirando.

- Miracle, basta…

- ¿Basta yo? ¡Basta tú, Shadow! ¡Por favor, deja de actuar de esa manera! ¡Este no es mejor momento para permanecer reservados! – Cambió su postura, levantándose y alejándose de mí. Ella también suspiró, llevándose ambas manos a su cabeza, ahora siendo ella quien quería ocultar su mirada de la mía, como si creyera que de esa manera no pudiera verla llorar. En realidad, fue su voz quien la delató. – Dejemos esto de una maldita vez atrás, en claro, para enfocarnos en lo que en verdad importa… - Y como si ella misma no supiera qué era exactamente lo que en verdad importa, se corrigió. - …Sólo quiero ayudarte, Shadow… - Sus manos ya no eran las únicas que temblaban.

Miracle también tenía que hacer un esfuerzo por controlar sus emociones, ahora lo sabía. Pero, a diferencia de nosotros, parecía que finalmente había llegado a la resolución de dejar de mentirse a sí misma y pretender que no sentía nada… incluso cuando todo este tiempo ha sido tan buena actriz como el profesor y yo. Quizá fue ese el motivo por el cual me sentía más confundido que nada. No entendía por qué reaccionaba de esa manera, qué sentía o en qué rayos pensaba. En verdad que no lo entendía. ¿Le importaba? ¿Se supone que ello facilitara las cosas?

- Miracle, por favor… - E incluso cuando a una parte de mí le frustraba todavía más verla de esa manera, herida por mi estúpida manera de ser, la otra se sentía más bien molesta.

Me senté, llevándome una mano detrás de mi cabeza, sin quitarle la mirada de encima.

Lamentablemente, ya no podía simplemente ignorarla.

Algo había cambiado en mí, pensaba diferente, y por primera vez en mi vida callaba las cosas… no porque me resultaran indiferentes o irrelevantes, pero porque me importaban demasiado. No podía permitirme compartir mi vida con el mundo como un libro abierto. Siempre que hay algo que decir, hay alguien a quién decírselo, un motivo, un deseo de cambio. El problema ahora era que sentía que  Miracle se merecía una explicación, sí tenía que ver algo con todo esto. Lo que no sabía era hasta qué punto…

Ella tenía razón. Y era ello lo que me molestaba tanto; todo esto me importaba demasiado. Pero más que importarme, me avergonzaba.

– A veces quisiera que fueras diferente conmigo… no sé, que fueras… bueno. – Dijo apenas con voz audible, sacándome de mis pensamientos gracias al cielo, pero sin mirarme hasta momentos después. - Tal vez… Shadow, ¿acaso tú crees que te odio?... ¿Crees que es algo mutuo? – Y, como si jamás lo hubiera visto de esa manera, algo que me resultaba tan obvio, preguntó regresándome a ver de súbito, con ojos suplicantes, curiosos, alzando la voz.

- Pues no has sido exactamente un angelito, Miracle… - Respondí levantándome, cruzándome de brazos, pero desviando por instantes la mirada.

- Agh, qué torpe, ¡qué torpe! – Susurrando, creyendo que realmente no percibía su rabia mientras se insultaba y se daba un par de golpes con su palma contra la cabeza, soltó un largo suspiro, sintiéndose culpable. – Shadow… no eres un adivino... Ha sido mi culpa por no decirte las cosas cuando debía, ¿es cierto? – Era ella a quien en verdad le costaba decir las cosas. Nadie podía ser tan alegre y calmo.

- Escucha… - Me acerqué a ella. No insistí en continuar así al ver que retrocedía un paso, poniendo uno de sus brazos frente a ella. Estaba a la defensiva. No comprendía qué era esta situación, qué se supone que estaba sucediendo entre Miracle y yo, pero apenas ahora entendía que ella estaba tan confundida como yo. No sabía si eso era bueno o contribuía con el absurdo de todo esto. No sabíamos nada del otro. – El hecho es que ambos hemos mentido, no nos conocimos de la mejor manera ni en la mejor situación, pero eso ya no importa ahora.

- ¡Qué no importa! – Pero me había interrumpido, ahora era ella quien se acercaba a mí, con un semblante completamente distinto al usual, nerviosa, pálida. – Es ahora cuando más importa, no sólo podemos pretender empezar desde cero y que milagrosamente todo quede perdonado. ¡Me niego!

- Entiendo, Miracle, pero no es necesario…-

- ¡No es necesario! - Alzó los brazos, se encontraba cada vez más ansiosa. -  Lamento si no quieres escucharlo, pero es tu derecho saberlo, y mi obligación, como tu amiga, decírtelo.

Siguió acercándose a mí, retrocedía y me sentía más bien nervioso.  Era la primera vez que escuchaba lo que Miracle en verdad sentía, ¿por qué tenía que ser por mí?

- Cállate, Miracle.

 - ¿Crees que sólo me importas por importarme? ¿Crees que este tiempo que nos hemos conocido no ha significado nada para mí?

- Por favor, no lo digas…

- ¡Crees que tres meses fuera de casa, arriesgando mi vida casi casi a lo idiota, valdrían toda la pena sin alguien que permaneciera a mi lado todo este tiempo!

- Nadie te forzó…

- ¡Todos sabemos que yo jamás habría logrado nada por mí misma! ¡Todo ha sido gracias a ti! Es más, ¡sólo he sido un estorbo para ti! Sé que sólo soy una distracción para ti…

- ….

- Siempre necesito de alguien… Y agradezco tanto que no se tratara de cualquiera,  porque si crees que eres un cualquiera, puedes seguirlo creyendo así… ¡pero eso es falso! – Cuando regresé a verla, por un instante desvió la mirada, cerrando sus ojos y poniéndose roja. Mas no desistió por ello y siguió hablando. – Te aprecio mucho, Shadow, quizá mucho más de lo que debería. ¿Por qué seguir mintiéndome? Te admiro, te admiro por todo lo que eres. Podría alabarte por todas las cosas que admiro de ti, pero me llevaría toda la noche sólo hablando. ¿Sabes lo frustrante que es ver a alguien de esa manera y que piense, y te recuerde, cada momento lo inútil y torpe que eres? Trato de mejorar, Shadow, admito que he intentado muchas cosas solo por impresionarte, cada pequeña sonrisa de aprobación que me has dado, las cuales por cierto recuerdo todas, significan muchísimo para mí. Odio admitirlo, pero es así…

- Ya has dicho demasiado… - Me había puesto rojo, no sabía sí era bueno o era malo, si ayudaba o lo empeoraba todo.

Un árbol me impedía seguir retrocediendo, por lo cual veía a Miracle con tanta claridad, tan cerca de mí. Podía comprobar que se trataba de ella y no se trataba de un mal sueño. Con certeza, era ridículo. Tuve que desviar la mirada pronto, no soportaba esta vergüenza.

Aunque admito que no estaba seguro si la curiosidad era lo único que me impedía dar fin a esto.

- No, Shadow, ya me harté de callar. Te quiero, te quiero en verdad muchísimo. – Decía sin interrumpirse, llevándose una mano a su pecho, ya no se ahogaba en sus palabras, lo cual ciertamente me había sorprendido. ¿Estaba ensayando o todo esto realmente me lo estaba diciendo a mí, el ser más temido y odiado de Downhood? Yo no podría, incluso si… – Significas muchísimo para mí. Perdón si te he fastidiado demasiado, realmente siempre pensé que nos estábamos divirtiendo… ¡y lo hacíamos! No puedes decir que todo lo que hacía era con el mero propósito de fastidiarte. – Por un segundo, quiso sonreír, pero se encontraba demasiado nerviosa para ello. – Desconfiaba de ti, sí… ay, vamos, tú desde siempre quisiste boicotear todo lo que hacía Eggman, jamás lo comentaste conmigo, ¿qué esperabas que pensara cuando te encontré aquella noche?

- ¿Y tú en verdad esperabas que te lo dijera? Te hubiera dado más motivos y tiempo para interponerte en mi camino.

- ¡Y acaso temías que eligiera su bando al tuyo!

- ¡Prefería que no lo entendieras a ponerte en peligro, boba!

No hubo respuesta por un largo instante.

Como si jamás hubiese pensado en aquella posibilidad, como si mis palabras la hubiesen hecho retroceder, después de procesarlo todo, se calmó por completo, lo reflejaba su rostro; tenía una tonta sonrisa ahí bien dibujada. Llevó sus manos a su pecho y bajó el rostro. Al final, siguió hablando.

- ¿Sabes? Siempre pensé que nuestra relación era… no sé… peculiar, peleando como tontos y riendo al molestar al otro... Ahora me doy cuenta de lo poco que sabemos del otro… – Cerró los ojos y volvió a alzar la mirada, aún podía ver una pequeña sonrisa en su rostro mientras recordaba. – Sin embargo… sé que eres malvado y te divierte ese tipo de cosas, pero en realidad tú no querías lastimarme, ¿cierto?

- No me interesa lo que te pase. – Trataba de ocultar mi rostro contra mi hombro, desviando la mirada, un tanto fastidiado. – Tampoco te deseo el mal. Miracle… - Y como si rezara porque no hubiera escuchado nada de ello, volví a atropellar mis palabras. -  Te estás tomando mucha confianza conmigo, estúpida…

- Y tú conmigo. – Respondió al instante, como si no creyera en lo que le decía. - … Shadow… ¿Así se siente tener una hermanita menor?

- ¡Qué dices! – Exclamé exaltado, retrocediendo todo mi cuerpo una vez más. - ¡Estás loca!

 - Nadie puede lastimar a mis seres queridos salvo yo. Te duela o no admitirlo, es tu culpa. Yo no te apreciaría tanto si tú no fueras como has sido conmigo, si no te hubiese preocupado por mí, si no me hubieras cuidado numerosas veces… - De súbito, añadió. – Shadow, yo sé que tú no eres tan malvado ni frío como todos creen, sé que ni siquiera tú mismo lo crees del todo… Yo sé que te hubieras preocupado por mí como lo hubieras hecho por cualquiera que hubiera estado en mi situación, no sé si por compasión o lástima, no lo sé, el hecho es que no podrías sólo haberlo ignorado, pero … pero, afortunadamente, se trató de mí, toda esta locura me tocó vivirla a mí y, bueno… sí, por un momento admito que me sentí un tanto única, no lo sé… especial… - Hizo una breve pausa, como si le doliera admitir su equivocación. - …y luego lo comprendí todo cuando tan de súbito ya eras amigo de ese erizo. – Había desviado la mirada, y como si se diera cuenta de súbito que también sus sentimientos se habían desviado al tema, concluyó. - Sobre todo…si tú no me hubieras seguido el juego. ¿O acaso prefieres simplemente olvidar que también hemos tenido nuestros buenos momentos? Ya lo has hecho, ¿verdad?

- Miracle, espera...

Preferí no desviarme junto con ella, pero admito que por mucho tiempo no podría olvidar aquella confesión. No quería, junto con ella, creer que era cierto… pero algo de verdad guardaba. Tal vez era lo que tenía que escuchar pero tanto temía admitir que fue por ello que reaccioné como lo hice…

- ¿Acaso sólo tienes espacio para los malos recuerdos? Sé que puedes llegar a ser muy rencoroso, pero…

– Te equivocas, yo no soy así. – Interrumpí, serio. Crucé uno de mis brazos por mi cuerpo y llevé mi otro puño a mi rostro, aclarando mi garganta. Volvía a desviar la mirada, pero ello no me ayudó en lo más mínimo a contenerme. - ¡Miracle…! – Pero al final no pude; exploté. – ¿Es que acaso te tengo que recordar todos los malditos días lo que siento por ustedes? - Volvía a ver directamente a su rostro. Volvía a ver temor en ella. - Te quiero mucho, boba, no estaría con ustedes par de idiotas si no los apreciara aunque fuera un poco.

Pero se sentía como si Miracle volviera a desconfiara de mis palabras, de mí. Es más, era obvio.

- Miracle, tú crees que yo soy un ser egoísta y descorazonado, ¿no? – Hizo una pequeña mueca pese a que yo le había regalado una sonrisa llena de ironía. - ¡No mientas! Sé que no eres tan malvado, pero en realidad sólo te preguntas por qué he de ser tan miserable y rencoroso. ¿Por qué no sólo me escribes el monólogo que esperas escuchar y ya, si no vas a creer en mí? ¡No lo soy! ¿Pero crees que es fácil perdonar a Eggman? A estas alturas, ¡qué es exactamente perdonarle!

- Bueno, es que, si lo pones así… sinceramente, a veces pareciera que ni siquiera te importas tú mismo. Digo… ¿por qué de importarte los demás?

- Perfecto, tú también crees que me sienta rondar por el mundo con una bomba dentro de mi cuerpo. – Empecé a caminar, rodeándola, moviendo mi dedo con cierta euforia, sintiéndome casi tan astuto como infeliz al sentir que finalmente descifraba los malditos y honestos pensamientos de Miracle. ¿No podía comprender ahora cómo veía el mundo? ¿Por qué decidía seguir siendo tan estúpida? – Sí, es un tic tac difícil de ignorar… irónicamente, la única manera en que puedo ignorarlo es pensando en la posibilidad de morir cada maldito segundo.

- ¡Qué! ¡No! ¡Yo nunca dije eso! ¡Mucho menos lo pienso! ¡Realmente me imagino que-

- que debe de ser terrible. Sí, tienes razón, ¡lo es! ¿Pero qué debo hacer para que me creas? ¿Cómo lo demuestro? ¿Llorando? ¿Lamentándome?

- Pues… creo que sería natural para cualquiera que se encontrara en esa situación…

Solté una gran carcajada, pero mi buen humor se desvaneció por completo en el instante en que volví a posar mi mirada sobre la suya.

-  ¿Crees que yo no confío en ustedes? Quiero decir… ¿cómo puedo confiar en ustedes? ¿Crees que no me doy cuenta de la lástima con la que me ven desde que cometí el error de permitirles saber de esto? – Gruñí antes de seguir, sintiendo gran odio mientras hablaba, acercándome a ella, haciéndola retroceder conforme le alzaba la voz. Aunque con miedo, ella nunca dejó de verme a los ojos. - ¿Crees que la vida sigue siendo tan fácil cuando tienes tu vida contada? ¿Crees que puedes darte el lujo de cometer error tras error, de perder el tiempo en niñerías o en temores cuando el ser más despreciable y bajo de la existencia es dueño de tu vida? ¡No voy a pasar el poco tiempo que me queda sufriendo!

- Shadow, yo… pero… porqué actuaras como si… la muerte fuera una… bueno...

- Dilo, Miracle, no es que valore o no la vida, que me importe o no… tú crees que es tan simple como que no me gusta la vida, ¿verdad? ¿Y pienso en la muerte como si fuera una qué? ¿Cómo si fuera una solución? – La señalaba con el dedo, empujándola mientras lo hacía, obligándola a retroceder con brusquedad. Ahora era yo quien me sentía agobiado. – Tienes razón, tal vez fue así alguna vez. No sabes cómo odiaba mis días en Downhood, cómo cada día que pasaba no significaba más que un día menos de vida. ¡Cómo ansiaba morir, Miracle! Me cuestionaba días enteros por qué no sólo dejaba que me mataran y ya… ¿Pero tú crees que yo nunca tuve un motivo para vivir? … - Al momento, solté un suspiro que tranquilizó todo mi cuerpo. Volví a tomar una postura firme, cerrando los ojos y esperando a que el silencio me diera permiso para seguir hablando. - … Empecé a pensar de esa manera cuando perdí a la única persona por la que alguna vez sentí estima, una amable mujer que intentó enseñarme pese a todo que la vida valía la pena vivirse, aunque fuese sólo con su humilde compañía, ¿qué sentido podía tener la vida desde entonces? Sí, lo sé, en un comienzo odié a mi madre por no haber hecho la lucha suficiente y morir a manos de cualquier idiota egoísta… pero ella no pidió nacer en ese cuerpo tan débil… en esa pesadilla que es Downhood, esa pesadilla que sé que le recordaba cada vez que me veía, pero ella sabía más que nadie que nosotros no pedíamos vivir… Ella era realmente una mujer frágil, y aun así fue lo más fuerte que pudo por mí, aunque nunca entendí el por qué….

Miracle volvía a verme con empatía, esa cara con la que siempre había odiado que me mirara.

- ¡Pero ese no es el caso, Miracle! Ella ya está muerta, que en paz descanse, y sé que hice mal, siendo un idiota que desaprovechaba la vida que ella tanto procuró regalarme pese a cualquier pena tan terrible…. Era apenas un niño, y aunque recuerdo a la perfección su rostro, no recuerdo nada más de ella… - ¿Qué tengo que decirte para que dejes de verme con esa estúpida cara? – Alcé la voz, provocando que las piernas de Miracle flaquearan y quedara todavía más por debajo de mí. Me tranquilicé una vez más, recuperé mi postura. La veía con ojos entre cerrados, no pudiendo reprimir otro suspiro mientras era yo quien ahora la veía con lástima, pese a que esa mirada siempre había estado reservada para mí. - ¿Qué tengo que hacer para que dejes de temerme?

Pero al notar que más bien se había puesto todavía más a la defensiva, volví a repetir mi pregunta, gritando, mi rostro contra el suyo, deteniéndola de los brazos. Era una mezcla entre miedo y molestia.

- ¡Qué tengo que hacer para que dejes de temerme!

- Podía imaginarme que tu vida nunca había sido fácil, Shadow, lo supe con claridad cuando en una de las misiones de Eggman visité Downhood… lamento si ante mis ojos no parece que valores tu vida, lo siento… no te culpo…

- Me doy cuenta que a las personas sólo les puedo generar dos emociones; temor o lástima.

- ¡Por supuesto! ¡Si es en lo que más te esfuerzas!

- ¿Qué quieres decir con eso?

- ¡Si sólo se tratara de mí, lo entendería! ¿Es porque soy una molestia? ¡El problema es que tratas de deshacerte de todas las personas que realmente se preocupan por ti, que por cierto, se reduce a dos! ¡Lo único que quería hacer, era ayudarte!

- ¡Y cómo es esto ayudarme! ¡Qué ganan frenándome y deparando en cosas tan estúpidas! ¿Cómo me siento? ¿Qué haré después? ¡Como si pensar y charlar fueran suficientes para hacer un cambio!

- Shadow, yo sólo quería… hacerte olvidar lo malo, hacerte reír, sacarte de tus malos recuerdos y robarte alguna sonrisa… lo siento, lo siento… no sabía que lo único que traía a tu vida eran más problemas… Lamento si no tengo la solución que quieres…

- ¡Entonces qué, Miracle! ¡Entonces qué!

- … Shadow… yo… - Su molestia pronto desapareció. En ese instante, tuve un deja-vu. Agachó la mirada, sumamente triste, la había hecho sentir más inútil que nunca.  –Si soy una herramienta en tu vida, si eso es lo que necesitas… te prometo que saldré de tu vida en cuanto todo esto termine y no volveré a molestarte…

- ¿Qué? Miracle…

Fue la segunda oportunidad que tuve para entender, para darme cuenta de cuán imbécil había sido y como arrinconaba a todos a odiarme, a abandonarme. Y aunque seguía siendo un maldito arrogante al cuál le costaba admitirse errores, ya no quería perder a nadie más.

Empezó a retroceder unos pasos, dándome la espalda. No tenía un rumbo fijo, sólo un lugar, cualquier lugar, siempre y cuando estuviera lejos de mí. Tuve que acelerar el paso y detenerla como pude en cuanto salí de mi transe. Por primera, el tomarla del brazo me resultó en un escalofrío, deparaba una vez más en la sensación que era tocar a otro ser vivo, a una persona.

La obligué a confrontarme… me obligué a confrontarla. Le di media vuelta y finalmente sostuve mi mirada contra la suya.

- Miracle, si quisiera morir, ya lo habría hecho. – Bajé un tanto el rostro, nervioso. Estaba completamente consciente del aparato que se encontraba junto a mi pecho - Pero ahora no puedo,  ¿de verdad no entiendes lo terrible de mi situación? Verlos un momento sonreír y pensar que al siguiente instante podrían verme morir… - Solté un suspiro, estuve a punto de desviar la mirada, pero no podía ignorar ese semblante de tristeza de Miracle. Me imaginaba si acaso era igual al mío. - … Yo no quiero eso… Sería mejor si sencillamente mi partida fuese olvidada, no podría soportar que afectara ni a una sola persona… Es una sensación terrible, y saber que nadie más la comparte… - Me perdí por unos instantes, recordando cuán miserable había sido cuando finalmente conseguí la soledad que por alguna estúpida razón siempre ansié. - … Por eso, sólo podré irme en paz cuando sepa que ustedes ya no me necesitan…

Iba a ser yo quien se alejara cuando Miracle me lo impidió al lanzarse encima de mí. Me abrazaba con mucha fuerza como ya les había gustado.

- Entonces tienes prohibidísimo irte, Shadow, ¡porque yo siempre te voy a necesitar!

Al apretar todavía más fuerte contra mi cuerpo, correspondí a su gesto, sentía que se lo debía. No por ello dejaba de darme cierto asco, después de todo, seguía tratándose de Miracle.

 - Eggman, él… todo lo que sucedió entre nosotros dos…

- Lo sé, así como todas las cosas malas que yo hice fueron bajo sus órdenes… ¡Dios! ¡Lamento tanto tantas cosas! – Estaba a nada de explotar una vez más. – No sé por qué preferí creerle a él. La idea de que pudieras traicionarme… Admito que, desde un comienzo, jamás me diste buena espina, pero de todas maneras hacía todo lo que me sugerías y cada una de tus palabras eran, para mí, incuestionables… ¡No lo sé, Shadow! Confiaba ciegamente en ti, y jamás me habías defraudado…

- Todo esto es su culpa, en resumen. – Concluí. Ya no quería recordar jamás eso - A veces, hay personas a quienes simplemente no puedes perdonar y Eggman debe pagar por todo esto y mucho más… - Añadí regalándole una sonrisa segura, permitiéndome ver su rostro con claridad una vez más. Ahora sólo podía ver una sonrisa en su rostro.

- Entonces que así sea, por un pasado al cual ya ha condenado. Pero desde ahora, Eggman no tiene nada que ver entre nosotros dos.

- ¿Qué quieres decir con eso?

Me soltó y, apenada, retrocedió unos pasos, pero ello no le impidió seguir sonriendo como tonta.

- Que, pase lo que pase, te quiero, Shadow.

- Miracle, yo no necesito escucharme hablar en voz alta para saber lo que siento.

- ¡Aww! ¡Shadow! ¡Yo realmente…! – Pero no la dejé terminar.

Había callado cuando escuchó que comenzaba a reírme. Empecé a retroceder, llevándome mis manos a mi estómago. Empecé a reír fuerte, realmente tan fuerte como jamás lo hubiera hecho y no podía parar.  De no ser por el árbol que se encontraba detrás de mí y me detuvo, me hubiera ido directo contra el suelo. Ni lo hubiera notado, me estaba muriendo de risa.

- ¡No lo puedo creer!

- ¿Qué es tan gracioso…? – Adivinaba por su tono de voz que me observaba con gran duda, incluso un tanto ofendida por mi risa repentina.

Se había cruzado de brazos, y conforme más gracia me daba, a ella le daba más bien cierto fastidio.

- ¿Qué? ¿No te parece gracioso todo esto? – Logré contenerme, ni yo entendí por qué era tan gracioso pero lo era. - Primero logramos volver a ser un lindo equipo con el detestable Dr. Eggman, nuestro enemigo número uno…. ¡Y ahora somos mejores amigos! ¡Shadow y Miracle! ¡No le ves lo gracioso!

- Bueno, si lo pones así… sí, es muy raro…

- ¡Es muy loco! – Mientras ella pensaba que iba a abrazarla una vez más, le di una media vuelta, la detuve del cuello con un brazo y frotaba mi otro puño contra su cabeza.

- ¡Shadow! ¡Espera…! No puedo… r-respi… ¡Agh… ¡

- No digas ni una sola palabra de esto a nadie, Miracle. – Pero mientras ella pedía clemencia y me afirmaba asintiendo con la cabeza con toda seguridad que así sería, yo sonreí con cierta maldad. Esto se estaba volviendo demasiado ridículo para mí y quería vomitar.

Pronto, para mi buena suerte, finalmente interrumpidos.

---------- Aviso de Sam ----------

¡Hola! :3

Feliz Año Nuevo a todos! Espero que estén bien! :3

¿Sabes? Si alguien me hubiera dicho que este fic me tomaría más o menos 4 años de mi vida, tal vez me la hubiera pensado mejor xD Pero ya empecé y lo terminaré, ¿y saben algo? Estoy decidida a terminar esta historia sin darme desaparecidas y así será :3 (Está en mi lista de prioridades finalmente y esa lista no miente u.u)

Espero no haber perdido muchos seguidores, ha ha me sorprendería si queda alguno >o<U Espero no haberlos defraudado y, awww, que este capítulo valga la pena u.u <3 Sus comentarios son más que bienvenidos, aww, son una linda motivación para no rendirme ñ.ñ

Los echaba de menos y nos estamos viendo pronto n_n

¡Bonita noche!

Gracias :3

- Sam K.