Lamento

[...] Me dejé manipular sin objeción alguna por un deseo egoísta: estar cerca de él. Lo que había comenzado como curiosidad prontamente se transformó en una obsesión que ni siquiera era mía, pero que acepté como tal. Su mirada penetrante, sentir su voz recorrer mi cuerpo como un escalofrío bastaban para convertirme en su más servicial esclavo: todo a cambio de su pasión. Salvarlo había pasado a segundo plano. Quería a Shadow para mí. Fue así como le había fallado.

Y pensar que esa promesa fue la razón por la cual me permitió estar a su lado durante todo este tiempo.

No pude darme cuenta antes. Perdía dominio sobre mis pensamientos al segundo y era ya imposible trazar con certeza al menos una realidad. Quise creer que nuestros caminos se habían cruzado por un acto del destino cuando en realidad no fue más que parte del plan de Hamadi. ¡Y el alma del verdadero Shadow había estado atrapada dentro de esa prisión desde el día uno! 

Tomé sus manos. Ahora era yo quien necesitaba ser rescatado. No importaba ya. Lo único que quería era que Shadow me escuchara, que supiera cuánto lo lamentaba. Y pese a la vergüenza que me dominaba y a mi cobardía, mis labios ni vacilaron en formar una retorcida sonrisa ni mis ojos en encontrarse con los suyos.

De súbito, sentí sus manos aferrarse a las mías, su mirada correspondiendo a mi mirada. Poco a poco y en crecimiento, una risa triunfal salió de boca del otro, apoderándose de nosotros y de todo a su alrededor. No solo había sido parte de su plan, sino que también se trataba de la pieza clave. Perdimos. Hamadi y Ozane habían conectado.

¿Quién era él? ¿Quién era yo ahora?

Y pese a todo, sus ojos jamás perdieron aquel brillo que, porqué no, era lo que más me encantaba de él... 

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- Sam